domingo, 5 de febrero de 2012
Adiós
lunes, 5 de diciembre de 2011
Otra casualidad que lleva tu nombre
lunes, 28 de noviembre de 2011
Clases de sueños
Hay muchos tipos de sueños, sueños que te arrancan lágrimas, sueños con los que revives momentos increíbles, sueños que te llevan a tu infancia otra vez, sueños que te alejan de tu hogar y te llevan a un rincón nuevo y desconocido, sueños donde se te sinceran y donde te confiesas, sueños donde alguien te dice la verdad o donde te cambia la vida. Pero hoy he tenido un sueño divertido y ciertamente gracioso, ese tipo de sueños que te hacen reír y donde te lo pasas bien por lo ilógico que es.
En el sueño de esta noche aparecían ellos dos: JM y un chico de Barcelona algo mayor que él con el que coincidí en un pueblo costero hace dos veranos. Si algo tienen en común, es que “conecté” con ellos dos la primera noche que les vi. Nos besamos y nos intercambiamos los teléfonos y una dirección electrónica para “seguirnos la pista”. En el sueño se suma una casualidad, JM llama por teléfono al chico de la ciudad condal y éste le cuenta que está al lado de una chica que se llama Laura tomando algo en una terraza. Intenta describirme y de repente JM intuye que está hablando de mí. El momento continúa y me doy cuenta que JM conoce a ese chico barcelonés que compartió conmigo un buen rato, resulta que son amigos y JM se sorprende de que el barcelonés no le haya contado que me hubiera conocido, que hubiera bailado conmigo, que hubiéramos alargado una grata conversación. El barcelonés se sorprende también de la ligera molestia de su amigo y acto seguido me sorprendo yo más. No doy crédito a esa situación, ¿por qué ellos dos se conocen? ¿cuál habrá sido su punto de encuentro?
Dicen que la vida te da sorpresas. Yo digo que los sueños también las dan.
sábado, 19 de noviembre de 2011
El adiós definitivo.
sábado, 12 de noviembre de 2011
Será esto la vida.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Caprichos más, caprichos menos.
Hay momentos en que pienso que nos merecemos pasar un día juntos, pasear tranquilamente por cualquier calle de cualquier sitio, entrar en librerías, tomarnos un café, comer juntos, hablando el uno frente al otro sobre las cosas que nos quitan o no el sueño, contarnos el mejor viaje de nuestra vida, el peor y el mejor momento que hemos vivido y confiarnos secretos que ya poco importan. Dedicarnos miradas sin darle más interés del justo y necesario. Olernos a distancia, sin tocarnos. Ir al mismo compás. Mirar escaparates, echarnos a reír en mitad de la calle por cualquier tontería. Invitarte a cenar y guardarme el ticket como el único testigo de nuestra primera y única cena. Hacerte una foto sonriendo(me). Tomarnos una copa disfrutando del aire que nos da en la cara. Escribirte un adiós en una servilleta para no tener que pronunciarlo y fingir que nos volveremos a ver con un “hasta pronto”. Darme la vuelta esperando que algo de ti se apague por un segundo, que se te aflige el ánimo o te entren ganas de seguirme para decirme que has pasado un día muy feliz conmigo.
Y otras veces, simplemente pienso que tú y yo ya tuvimos nuestro momento, el que nos tocaba vivir y compartir: el roce de tu piel, tus besos regalándome calor en una noche algo fría y una sonrisa a media luz que me delataba lo mucho que me costaba alejarme de ti.
Eso es todo lo que pienso, ahora dime tú que ya vale de decir tantas tonterías.