Ésta es la entrada nº 376 del blog, y aún me acuerdo del momento en que lo abrí, de todas las razones que me llevaron a hacerlo, y de cómo hice de él un rinconcito donde guardar muchos sentimientos, sensaciones, momentos especiales e impresiones, decepciones, ilusiones y sueños varios. Los guardé, los mimé, y los expuse ante miles y millones de ojos ajenos, ¿por qué? Porque ya de por sí mi cara refleja lo que me hace sentir pequeña, porque ya de por sí y desde siempre, he sido muy transparente, y porque el que me conozca un poco, sabe si me lloran los ojos por algo que me corta la respiración, o si no puedo dejar de reír porque a veces la vida me merece mucho la pena.
Pero ahora, a estas alturas del blog, y sin tener el firme convencimiento de querer despedirme de él porque no es el momento, sí estoy decidida a dejarlo en estado de espera durante un tiempo...el justo, el necesario para verme con las fuerzas suficientes de pintar mis palabras con el optimismo más puro y de adornar cada esquina de esta, mi segunda casa, con colores más vivos. Pero ahora mismo, después de todo este año tan lleno de recordatorios, tan completo de sensaciones nuevas, de sentimientos inesperados, de desilusiones, de cientos de minutos de incomprensión, de sorpresas, de caídas y subidas, de retornos y viajes, de regalos en forma de miradas y risas... me marcho durante un tiempo de este pequeñito, pero hermoso lar.
Creo que lo que más necesito es iniciar un año nuevo como Dios manda, y sin recordar cada día que soy la misma chica sensible de siempre que no dejará de recordar siempre que todo lo que aquí ha volcado, la acompañara siempre, de alguna manera, u otra.
Es hora de levantar el brazo y extender los dedos para despedirme de partes de mi vida que, últimamente, no me han hecho demasiado bien. Evidentemente, no hay excusas que valgan, nunca he sido de buscar excusas inútiles. Todo se reduce a sensaciones, las más prematuras, las que me llevan a hacer lo que decido desde un primer momento, las que me guian el camino que debo, o al menos, quiero seguir. Y sí, despedirse de ciertas personas (dos) duele, pero a veces sólo hace falta esperar a esos efectos secundarios que nos calmarán, y nos harán ver todo de otro color, o al menos, más claro. Y en realidad, no me encuentro en un momento clave en el que hacer o no hacer cosas radicales, sólo que me parece que nunca está de más hacer las cosas bien, poco a poco... Ser valiente y tener energía es un buen punto de partida. Creer en mí y pensar que me merezco la comprensión y el cariño que reparto en grandes dosis, debe convertirse en uno de los principios vitales que, de ponerlos en práctica, me facilitaría mucho las cosas. Y, como todo en la vida, lector@s, es cuestión de práctica. Pura práctica.
Así que, sin más, sólo me queda deciros que paséis una muy feliz salida y entrada de año. Disfrutadlo con esas personitas que de solo verlas, os hacen sonreír (es el mejor secreto).
Recibid un abrazo fuerte y un beso avainillado de mi parte, acompañado de mis mejores deseos.
Volveré por aquí cuando sea el momento. Os lo prometo, y me lo prometo.
Hasta pronto.