jueves, 25 de febrero de 2010

Al menos eso dicen


Dicen que sonreír no cuesta nada. Pero debo matizar: por fuera no cuesta nada, pero por dentro cuesta más que demasiado.

viernes, 19 de febrero de 2010

Desechos varios



Porque me deshaga de alguno de los recuerdos que en su día construimos los dos, y cultivamos posteriormente, no va a pasar absolutamente nada. Lo sabes, y lo sé. Ambos sabemos que no se pueden coleccionar todos, y después de comprobar que para ti, todo nuestro tiempo se resume en unos diez meses llenos de ausencias hostiles, sólo me queda replantearme si de verdad nos hemos merecido. Y no lo digo con rencor, ni con enfado, ni con desahogo. Lo digo con total serenidad. Después de un año largo y lleno de sufrimiento, me encuentro más fresca, más liberada, más vacía de cosas que a mi espalda, pesaban demasiado. Al igual que tal, y solo tal vez, mi recuerdo te peso en su momento. Y a veces desearía que para ambos, solamente fueramos un episodio mas. Y probablemente ya lo seamos y no me haya dado cuenta. Sabes bien que deshacernos de ciertas cosas, o de arrebatarle a nuestra memoria ciertas palabras o ciertas escenas, es lo mejor que podemos hacer. Porque de lo mejor, no sé qué podría extraer. Y de lo malo, por mucho que me digan, aconsejen, o incluso obliguen, no puedo deshacerme. Todo lo empaña y solo puedo decirte que estuvo bien. Que estuviste. Pero que ya está.

martes, 16 de febrero de 2010

Hoy, como el título de una canción de Maná...no ha parado de llover. Y odio estos días. Ya lo dije antes. Sin embargo...también descubres que hay personas que hasta hace muy poco que no conocías que comparte contigo una de las cosas que más valoras: una tarde caliente en un salón cálido con una manta sobre las piernas, con un bol enorme de palomitas y una buena película (incluyendo buena compañía). Entonces eres consciente de algo: siempre quedan personas a las que le gusta el 10% de las cosas que a ti te vuelven loca.
Porque todos los días ponen películas en la tele, porque en cualquier supermercado encuentras palomitas dulces y de mantequilla, porque siempre acabas recurriendo a la manta más gruesa y más bonita de todas las que se esconden en tu casa... y porque a veces, te dan ganas de enviarle un mensaje a esa persona que acabas de conocer sólo para decirle que intentas salir de un agujero del que no sabes muy bien cómo entraste, pero que tienes esperanza, y entonces, entonces piensas que no es el momento.
Y asi es cuando pasa la vida, y cuando te obligas a que no pase nada más.

lunes, 15 de febrero de 2010

Hoy mis piernas, bajo estas medias negras, parecen más suaves. Me pierdo en la textura, y pienso que a pesar de todo, hace mucho que comencé una disputa con la crema hidratante. Es invierno, y en invierno me olvido de rociarme de crema todo mi cuerpo. Es invierno, y en invierno las cosas como que duelen más. No sé, tal vez para mi el sol sea sinónimo de anestesia, y eso me haga sentir mejor, más a salvo.
Hoy fue un día malo. No salió el sol y no dejó de llover desde la hora de comer. Y a mí así los días no me gustan, y mucho menos los lunes. Pero a pesar de todo, mañana cumple años la persona que más quiero en este mundo. Y me recogerá a las nueve de la mañana en el trabajo, y entonces iremos de camino a una de las cafeterías más bonitas y más secretas de la ciudad. Y miraremos la vida pasar a través de esa ventana. Pediremos dos cafés, dos croissants, y le daré los dos regalos con toda mi felicidad puesta en mis ojos para contemplar la suya. O esa es mi mayor pretensión.
Seguro que sonríe. Seguro...

Mañana será otro día. Esta vez sí.

jueves, 11 de febrero de 2010

Brindaré


Todo lo que antes nos unía, ahora nos separa. Y la vida lo está haciendo bien. Nuestras vidas lo están haciendo bien, y nosotros, para qué engañarnos, también. Y eso que estamos poniendo mucha de nuestra parte en que todo esto salga bien, pero, no vayamos a engañarmos, la vida seguirá separándonos de una manera inteligente, sabia. Y entonces no nos habremos dado demasiada cuenta, no nos dará demasiada pena, y habremos salido sanos de todo esto. Se recordarán los recuerdos como días felices, como los días de carnaval en el colegio, como las tardes de nuestros cumpleaños rodeados de globos, como los paseos en buena compañía, como un dulce después de mucho tiempo sin saborear uno. Así intentaremos recordarlo, o al menos, yo. Pero también te digo, que he pasado casi la mitad de mi vida viviendo arrastrando recuerdos de los cuales ni un tercio se han vuelto a repetir, y eso me ha hecho abrir los ojos. Y cuando los abro, no estás TÚ. O si estás, no eres tú. No eres realmente tú. No solo quien necesitaría que fueras, con otra manera de ser, sino tu magia, las cosas que desprendías con solo mirarme.

Parece mentira, pero a veces basta un único año para maltratar una amistad que lo era todo para mí. Hubiera sobrevivido con ella únicamente, hubiera cabalgado desiertos y nadado océanos con tal de salvarla. Pero a veces las fuerzas se acaban. Es como si de repente me robaran todo el potasio de mi organismo, como si me robaran soplos de aire, como si mi corazón latiera a la mitad y mi mundo fuera algo más estrecho. Como si en un momento me volviera claustrofóbica y no supiera salir de un laberinto. Pues bien, así lo siento. Tengo fuerzas, pero no tantas como creía para sentirme abrumada con esta nueva y última oportunidad.

Daré parte de lo que tengo porque tú y yo podamos seguir sonriéndonos el resto de nuestras vidas, sea el momento que sea, aunque nos encontremos una vez al año, o aunque nos escuchemos nuestras voces sólo en los días de navidad o en los cumpleaños, por teléfono. Sea como sea, pase el tiempo que pase y sea la vida que sea que nos espere, yo estaré ahí. Y puede que entonces queden o no lazos que nos unan de alguna manera. Si los hay, brindaré por ello una noche fría, con un cubata, también frío, a tu lado. Y si no los hay, brindaré yo sola, con el más dulce de los licores, y la razón será el haber disponido de tiempo suficiente como para invertir felicidad en un proyecto que siempre fue en común, que siempre fue de los dos.

Y no me da pena, ya. Y a ti tampoco, porque lo sé. Porque te has vuelto frío, fuerte, has comenzado a ser todo lo que no supiste ser antes con nadie. Porque has madurado por una parte, por esa parte que nunca supe ni pude descubrir en ti. Porque estoy segura que faltaron y sobraron demasiadas cosas como para llegar a tiempo. Porque yo siempre llego demasiado temprano a todo y tú siempre llegas tarde.

Y porque los dolores de cabeza se están acabando. Porque los pájaros de mi cabeza ya no llevan tu nombre ni el color de tus ojos. Porque lo que sí perdimos y no hemos sabido recuperar, se quedó entre dos puertas recién pintadas y no volverá. Porque toca sonreír. Tú, desde ahí, tu sitio, y yo, desde aquí, desde mi pequeño hueco.


martes, 2 de febrero de 2010

¿Saldremos vivos?

Puede que si las cosas en estos últimos tiempos hubieran sucedido de manera distinta, esta canción seguiría repitiéndose en mi cabeza como NUESTRA canción, y no como una canción más, no como una canción más de Maná acompañado del gran Guerra. No sé...me hubiera gustado mucho poder escribirte esto en algún papel que guardarías el resto de tu vida, y me hubiera gustado cantarte la canción en alguna cafetería de paredes naranjas, me hubiera gustado que sonrieras al escucharla y que me dijeras: "Para mí esta canción también define nuestras vidas". Pero resulta que ya todo esto no me parece buena idea. No me parece buena idea porque no me pareces bueno. A parte de la magia, has perdido muchas cosas que antes, en ti, parecían innatas, incambiables, eternas. Pero me he dado cuenta que de nada sirve idealizar a las personas ni atribuirles cosas benévolas hasta el último tiempo, porque en el último tiempo me has decepcionado. Aún así, no te alarmes, tenías y sigues teniendo todo el derecho a ser quien quieres ser, el nuevo hombre en el que quieres convertirte. Todo tu pleno derecho, sí, todo tu pleno derecho pero también toda mi decepción, mi desilusión.
Es algo con lo que tenía que haber contado, lo tenía que haber previsto y ni siquiera supe verlo. Pensé que no eras como yo creía haberte visto durante casi un año y me equivoqué. Los ojos nos ciegan y el corazón nos delata. Y ahora mi corazón me delata que si las cosas no cambian ligeramente, voy a perderte el cariño que me queda. Que lo que a mí me importa es alguien que trate de sonreirme aunque esté cansado, que sea sincero de por vida, que me lo demuestre, que me haga sentir bien, pero has perdido esa capacidad, al menos conmigo. Y no puedo confiar en ti, no porque veo que conmigo escapan las palabras que tú ya has decidido previamente, que piensas demasiado todo, y como oí hace poco, cuando piensas las cosas demasiado, es mala señal. De todas formas, esto no te va a preocupar, pero por si acaso, piensa que el mayor secreto de todos es el que nunca queremos oír: Nos pasamos toda la vida atando lazos que sabemos de sobra que acabarán rompiéndose. Y a veces, la culpa no es de uno o de otro, sino del tiempo, de los cambios en la vida, de las personas que se cruzan con nosotros y hacen/consiguen/provocan que seamos otros.
Sin embargo, nunca te encontré tan diferente, tan manipulado en cierta manera... Y es que cuando tu cabeza te transmite que esa persona que aprendió contigo tantas cosas saldrá a defenderte, o a tenerte en cuenta... y no ocurre, te das cuenta que las cosas que sueñas no se corresponden con la realidad, que la amistad que tanto cultivaste, ha perdido ya más de la mitad de su valor...
Y, bueno, intentaré sonreirte porque hace sol, porque mi madre me dice casi todos los días lo mucho que me quiere o porque pusieron mi canción favorita en la radio. Y entonces, invertiremos el tiempo en saber si de esta ÚLTIMA OPORTUNIDAD a nuestra AMISTAD, saldremos VIVOS.