lunes, 27 de diciembre de 2010

Hasta pronto.

Ésta es la entrada nº 376 del blog, y aún me acuerdo del momento en que lo abrí, de todas las razones que me llevaron a hacerlo, y de cómo hice de él un rinconcito donde guardar muchos sentimientos, sensaciones, momentos especiales e impresiones, decepciones, ilusiones y sueños varios. Los guardé, los mimé, y los expuse ante miles y millones de ojos ajenos, ¿por qué? Porque ya de por sí mi cara refleja lo que me hace sentir pequeña, porque ya de por sí y desde siempre, he sido muy transparente, y porque el que me conozca un poco, sabe si me lloran los ojos por algo que me corta la respiración, o si no puedo dejar de reír porque a veces la vida me merece mucho la pena.
Pero ahora, a estas alturas del blog, y sin tener el firme convencimiento de querer despedirme de él porque no es el momento, sí estoy decidida a dejarlo en estado de espera durante un tiempo...el justo, el necesario para verme con las fuerzas suficientes de pintar mis palabras con el optimismo más puro y de adornar cada esquina de esta, mi segunda casa, con colores más vivos. Pero ahora mismo, después de todo este año tan lleno de recordatorios, tan completo de sensaciones nuevas, de sentimientos inesperados, de desilusiones, de cientos de minutos de incomprensión, de sorpresas, de caídas y subidas, de retornos y viajes, de regalos en forma de miradas y risas... me marcho durante un tiempo de este pequeñito, pero hermoso lar.
Creo que lo que más necesito es iniciar un año nuevo como Dios manda, y sin recordar cada día que soy la misma chica sensible de siempre que no dejará de recordar siempre que todo lo que aquí ha volcado, la acompañara siempre, de alguna manera, u otra.
Es hora de levantar el brazo y extender los dedos para despedirme de partes de mi vida que, últimamente, no me han hecho demasiado bien. Evidentemente, no hay excusas que valgan, nunca he sido de buscar excusas inútiles. Todo se reduce a sensaciones, las más prematuras, las que me llevan a hacer lo que decido desde un primer momento, las que me guian el camino que debo, o al menos, quiero seguir. Y sí, despedirse de ciertas personas (dos) duele, pero a veces sólo hace falta esperar a esos efectos secundarios que nos calmarán, y nos harán ver todo de otro color, o al menos, más claro. Y en realidad, no me encuentro en un momento clave en el que hacer o no hacer cosas radicales, sólo que me parece que nunca está de más hacer las cosas bien, poco a poco... Ser valiente y tener energía es un buen punto de partida. Creer en mí y pensar que me merezco la comprensión y el cariño que reparto en grandes dosis, debe convertirse en uno de los principios vitales que, de ponerlos en práctica, me facilitaría mucho las cosas. Y, como todo en la vida, lector@s, es cuestión de práctica. Pura práctica.
Así que, sin más, sólo me queda deciros que paséis una muy feliz salida y entrada de año. Disfrutadlo con esas personitas que de solo verlas, os hacen sonreír (es el mejor secreto).
Recibid un abrazo fuerte y un beso avainillado de mi parte, acompañado de mis mejores deseos.
Volveré por aquí cuando sea el momento. Os lo prometo, y me lo prometo.
Hasta pronto.

domingo, 26 de diciembre de 2010

La llamada que no haré.

Me hubiera gustado que todo esto hubiera sido algo distinto. De ningún modo te hubiera pedido más que lo mínimo. Pero sólo puedo hacer un resumen de todo esto, y es que sin quererlo (o no), te has hecho especialista en esto de hacerme daño, y te has dedicado tanto a todas tus cosas excluyéndome a mí, que más que triste o enfadada, me encuentro decepcionada contigo, y por qué no decirlo, también conmigo. Pero sólo por todo el tiempo que he malgastado pensando que acabarías abriendo los ojos y presentándote de alguna forma ante mí. Estas ibas a ser las terceras navidades en que te felicitaría el año nuevo vía telefónica, pero me temo que no te llamaré. No debo hacerlo, y por esta misma razón, tampoco debo ir en contra de lo correcto porque de ser así, de marcar tu número y tentar a la suerte de si me lo coges o no... en cualquier caso acabaría perdiendo yo. Tu voz ya no me calma ni me transmite el cariño que antes sí. Has echado a volar con unas alas que yo jamás podría llegar a tener. Y sobre todo, y por si un día te encuentras con esto, no olvides que no te llamo porque tú no lo necesitas, y no voy a imponerte mis palabras en directo sólo porque yo te quise más de la cuenta. Y sí, este es el resumen de todo, a no ser que un día a ti te de por cambiarlo todo de nuevo.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Eternamente agradecida.

Que la vida es un caos, todo lo sabemos. Es injusto ver a un chico joven ganándose la vida tocando un violín gastado a las siete de la tarde en la puerta de Mercadona cuando ya hace frío y la gente que pasa a su lado vive una crisis de la que le cuesta salir, si no es con horas extra no remuneradas cargadas a la espalda y lágrimas vertidas cada noche sobre la almohada que ya tiene diez años. Que la vida es sorprendente, a veces, también lo sabemos. Que en navidad los niños siguen sonriendo y tú te sigues preguntando qué año fue en el que te enteraste que todo era una farsa y que las galletas Tostarica que ponías con sumo cuidado en el plato sobre la mesa de cristal no desaparecían por obra de los reyes magos, sino por la ilusión de tu madre, que se las comía pese a no tener ninguna gana. Que la vida es una larga y continua operación aritmética, en la que a veces se suman más decepciones que ilusiones, y al final temes que el total de negativo. Que te cuentan cuentos y prefieres no creer en los milagros, por lo que no pueda pasar. Que te inventas un color nuevo para ponerle a los días y sentirte mejor. Que le das tu primer y último beso a tu madre, la única persona a la que le estarías eternamente agradeciendo la vida. Sí, la vida, pese a todas las putadas que nos hace a todos, pese a todos los sueños que se caen al suelo, y pese a todo la pena que a veces reflejan nuestros ojos y pese a todo el dolor que almacenamos en un rincón del corazón. Eternamente agradecidos

domingo, 28 de noviembre de 2010

La velocidad de las estaciones o que tú ya no estás (para mí)

Estamos a punto de estrenar diciembre, y parece que fue ayer cuando nos moríamos de calor, cuando te pedía que encendieras el aire acondicionado de tu salón, para equilibrar la temperatura ambiente y nuestra temperatura corporal. Está la navidad acechándonos detrás de esa calle y yo todavía no he olvidado esos días preciosos de verano, con las sonrisas y las lágrimas, con todo, pero fueron preciosos. Y tú ya no puedes recordar nada, es como si alguien hubiera entrado en tu memoria y se hubiera llevado todo en una maleta vieja de doble cerrojo. Y yo no sé cómo cambiarlo, ni siquiera sé si tendría las fuerzas suficientes para hacerlo. Para eso, deberías haber aparecido tú, deberías haber sido realmente sincero, deberías haberme pedido perdón en tres idiomas distintos y haberme dicho que pese a que nada empezó, lo repitirías mil veces, y te quedarías con mi primera y última sonrisa para el resto de tus días.

Estamos a punto de estrenar diciembre, y tu ausencia me daña en todos los rincones de mi cuerpo, no por el hecho de no poder verte, o no poder rozar tu brazo, o no poder colarme en el color de tus ojos con tan solo alzar un poco más los míos... no. Lo que de verdad me duele es que hayas hecho todo lo que no tenías que hacer, que hayas dejado correr todas mis palabras por todas las rendijas habidas y por haber, y lo peor de todo, que no eres consciente de la capacidad, del poder que tú has tenido conmigo para conseguir que todo fuera bonito, o feo. Pero se está haciendo tarde, y yo ya he perdido la cuenta de las veces que he intentado acercarme a ti con palabras que te incitaran a decir algo, cualquier cosa, pero contigo siento que soy lo que nunca he sido, que por ti hago cosas que por nadie haría, que no quiero volver a vivir lo mismo otra vez y contigo, que me niego a dejarte en las palmas de tus manos parte de mi dignidad. No puedo ser alguien imprescindible para ti, pero tampoco puedo ser un juguete, y si un día lees esto, entiende que se me hayan agotado las pilas, y las lágrimas.

domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Por qué?

¿Por qué tengo que quererte de este modo?¿Por qué tengo que aferrarme a lo que no debo?
¿Por qué me repito tus últimas palabras como si de una oración eterna se tratase? ¿Por qué tengo que pensar que todo se ha empañado de tristeza por tu culpa? ¿Por qué he tenido que ser yo quien pagara todo el sufrimiento que las demás dejaron en el centro de tu corazón? ¿Por qué conmigo? y... ¿Por qué tengo que obligarme a mirar hacia otro lado para evitar pensar que quizá me equivoqué contigo?

sábado, 20 de noviembre de 2010

Pensar un poco en mí.

Hay días que te hacen dudar de (absolutamente) todo, y cuando eres realmente consciente de ello, ves que no te importa demasiado, que si las cosas suceden, igual es por algo, por algo que se escapa de tus manos, por algo que tú no controlas, por algo que no ocurre por tu culpa, sino por el resto, que prefieren que así sean las cosas. Y entonces empiezas a no comprenderlo, pero después todo cambia y descubres que te da igual comprenderlo o no. Hay ciertas cosas que no están hechas para ser comprendidas, pero lo mejor, lo mejor de todo, es cuando ese cúmulo de cosas no te afectan, o no te ponen triste, o no te sacan una lágrima de las que antes sí derrochabas por creer que tú podías cambiar el mundo, o actitudes que sabías que no estaban bien, o palabras que sabías que nadie debía pronunciar. Pero supongo que cuando alguien es capaz de abrir bien los ojos, puede contemplar lo que antes no se paraba a ver: que pensar en sí mismo durante unos minutos, no está nada mal. Que salir a respirar sin demasiados kilos en la espalda, te vuelve más ligera, y te serena la vida. Que esperar menos y vivir más, es la mejor consigna de todas. Que hacer reír y tomarse un café cremoso a las cuatro y media de la tarde es el mejor regalo de un día cualquiera. Que si uso tiritas es porque no existe otra manera de curar las heridas superficiales (no me gusta no poder sentir nada cuando toco una superficie, otra piel, cualquier objeto frío). Y que si desde hoy empiezo a cuidarme el corazón, es posible que no me haga falta salvavidas nunca más.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Demasiado (de todo)

Demasiados dolores de cabeza para poder concentrarme en lo que importa de verdad. Demasiada cafeína para poder conciliar el sueño. Demasiadas horas delante de un ordenador para poder comprar un libro en una librería, y no a través de una pantalla, a través de la cual no se pueden tocar ni oler las hojas. Demasiado tiempo perdido en imaginar tus ojos alegres. Demasiadas palabras sin sentido, y demasiadas sensaciones que me incitan a dejar de ser vulnerable, pero no me lo permiten, al final. Demasiados sentimientos, demasiados años siendo la misma, demasiado cariño volcado y confianza invertida en lo que no se merece. Demasiado cansancio para levantarme con buen pie por las mañanas. Demasiados minutos robados y sueños caídos por la esquina de la cama. Demasiadas miradas perdidas entre las calles que no me dicen nada porque tú dejaste de aparecer. Demasiada ilusión para no ver con suficiente lucidez; de todas formas, nunca es tarde, y hoy es lunes, y hoy puede ocurrir de todo.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Transición.

Transición: acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar, a otro muy distinto del anterior. Representa un cambio de un estado a otro.

Y te preguntarás por qué escribo esto, por qué esa palabra, y por qué por ti. Es fácil de imaginar, yo lo que quiero y lo que creo estar viviendo es precisamente una etapa de transición, una etapa que me inspire por algo que no seas tú, una etapa que me haga ver más allá del recuerdo de tus ojos, una etapa que me infunde de pensamientos para creer en mí, una etapa que me quite toda la pena que tú me has provocado, una etapa que se lleve la tristeza bien lejos, una etapa que haga emigrar cualquier sentimiento que me hunde en los baúles llenos de nostalgia. Eso es lo que quiero ¿sabes? Vivir esta etapa con la certeza y la seguridad de que saldré algo más sana, algo más a salvo (de ti). Quiero salir con la cabeza alta, con los ojos llorando vida, con una sonrisa bien grande. Quiero completar todas las etapas que me toque vivir, pero tú podías haber evitado ésta, y es algo que recordaré siempre.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

De dramas y finales

Desde el minuto cero creí estar viviendo una película contigo, un drama romántico cuyo final deja algo de desesperanza en los negativos y sueños reciclados en los ilusos. Esa película la montamos entre los dos, besándonos, queriéndonos cuerpo a cuerpo de la mejor manera que sabíamos: diciéndonos la verdad, exprimiendo los minutos compartidos, viviéndonos como si nadie pudiera quitárnoslos nunca. Un drama romántico en el que la chica se deja la piel por hacer que el chico se enamore de ella perdidamente, por hacerle creer que el amor no tiene por qué doler siempre, que las lágrimas también pueden saber a felicidad, o a la nostalgia soportable que te hace sentir bien.
Un drama romántico del que he salido malherida, e intento con las pocas fuerzas que me quedan, de encontrar el modo de volver a ser quien era, de intentar recordarlo, de adivinar como se puede olvidar a alguien como tú.
Desde el minuto cero me devolviste las ganas de volver a confiar en corazones ajenos, en palabras pronunciadas en voz alta, en latidos constantes llenos de sentimientos, en mis sensaciones, en el futuro incierto.
Desde el minuto cero me hiciste creer que esta película tenía un valor indescriptible para ti y ahora, despues de todo, he descubierto que solo ha sido un trailer que incluso ha desaparecido de tu memoria fotográfica.

El aviso

Te imaginé mayor, con unos cuantos años más, mirando tus ojos cerrarse al sonreír. Te imaginé con otro tipo de ropa, buscándome bajo nuestras sábanas. Te imaginé quererme de dia y de noche, como se debe querer a alguien por muchos malentendidos que puedan sucederse, por muchas malas interpretaciones que seamos capaces de llevar a cabo con las personas que de, antemano, sabemos que siempre estarán ahí. A ti te ha sobrado tiempo en 3 semanas para redescubrir quien era Laura para ti, para descarnar su alma, para comprobar a qué sabía el cariño desde el poso de sus labios y cómo se experimenta el amor desde un corazón lleno de dolor pero reclamando paz a mares.
Te dejé todos los segundos que (te) hacían falta para que tuvieras conciencia de lo bueno que puede ser todo si te rodeas de emociones y sentimientos permanentes, duraderos y sobre todo, veraces. Te sobró tiempo para darte cuenta de que mi mayor deseo era verte y sentirte feliz, disfrutar de esa felicidad contigo, compartirla para poder ser algo más que tú+yo. Y así pasó todo: compartí contigo momentos y momentos que no se escapan de esta memoria mía, que uno a uno buscan su gran hueco en cada una de las partes que me forman. Que, así no hay manera de olvidarte, me digo y te digo. Que puede que a estas alturas del cuento, haya aparecido otra coprotagonista y que si es así, tenga otro nombre, otro color de ojos y otra manera de reirse o de decirte que te va a echar de menos todo ese tiempo que no te va a tener cerca. Que es así, que me diste el aviso y yo no supe hacerte caso: no puedes sentirme si no me ves, no quieres recordarme si no me ves.

lunes, 25 de octubre de 2010

Dímelo tú.

Y que más dará si un día vienes y me dices qué es lo que he sido para ti, si lo más probable es que para entonces no pueda creerte. Y con qué ojos se supone que tengo que mirarte cuando vuelva a verte. Qué tipo de palabras debo usar para no acordarme del daño que me has hecho. Y cómo tengo que comportarme mientras alguien que no es tú me dice cosas bonitas que podrían haber salido perfectamente de tu boca. ¿Con qué tipo de guarnición se come una todo esto?

viernes, 22 de octubre de 2010

Tu sonrisa


Creo que al mismo tiempo que me vuelve loca tu sonrisa, me inundan unas (in)explicables ganas de odiarla. Quizá, porque ya no la beso; o tal vez, porque nuestras sonrisas sabían hablarse.

No te he olvidado.

No te he olvidado porque entraste en mi vida cuando yo tenía 9 años. No te he olvidado porque me lo prohíbe mi naturaleza, mi forma de vivir y de sentir. No te he olvidado porque aunque estés lejos yo sé que existes y ocupas un lugar inmenso en esa parte de mi memoria que me mantiene intacto el recuerdo de la etapa en la que contemplo a la Laura más feliz, más soñadora de todas. No te he olvidado porque de intentarlo, sé que terminarías volviendo a mi cabeza, más tarde o más temprano. No te he olvidado porque necesito pensar que una parte de ti sigue viva en mí. No te he olvidado porque me ayudaste a construir recuerdos contigo y creamos vivencias que disfrutamos juntos. Y sobre todo, ante todo, no te he olvidado porque con solo mirarte haces que recuerde la etapa más bonita de mi vida.

domingo, 17 de octubre de 2010

Hay ciertas cosas que no se deberían perder nunca, como por ejemplo, las oportunidades. Y también hay ciertas cosas que no se deberían escuchar nunca, como por ejemplo, que sólo eres una chica que está muy lejos.
Porque ocurre que existen palabras que te quitan de golpe toda la ilusión. Y ocurre que estas cosas suceden y te impiden seguir confiando en lo que un día confiaste hasta dolerte. Hay ciertas palabras que no deberían haberse creado, ni haberse anotado en los diccionarios.
Y hay ciertos momentos en los que todos deberíamos ser un poco más inteligentes, y pensar antes de actuar, pensar antes de pronunciar lo que puede repercutir en el corazón del otro, pero me temo que este mundo sigue funcionando a velocidades demasiado elevadas, la vida transcurre más que a pasos forzados y ni siquiera encuentro una explicación, una razón coherente que me diga por qué.

miércoles, 13 de octubre de 2010

No se trata de eso.

No es orgullo, ni siquiera es falta de paciencia. Es cansancio.

martes, 12 de octubre de 2010

¿Tomamos un café?

Esta entrada es especial para mi, sí, diferente y especial. En esta entrada os informo y os invito al mismo tiempo a conocerme un poquito más, aunque es muy probable que el lugar al que os invito sea única y sencillamente la prolongacion de este blog, de este pequeño rincon donde vuelco (y seguiré volcando) mis pensamientos, mis emociones, mis sentimientos mas reales y mis deseos mas primarios. Desde esta entrada os dejo otra puerta abierta, la de un café donde, si quereis, podeis sentaros, y mirar a través de una ventana distinta, leer pequeñas frases, (pequeñas verdades al mismo tiempo). Supongo que he decidido abrir este "pequeño café" para tratar de seguir construyendo frases que me expliquen por qué siento lo que siento. Sin embargo, tambien soy consciente que una parte de este nuevo rincón va a seguir ligado a uno de los vértices importantes que forman este blog, pero sereis vosotros mismos quienes lo descubrais. Me gustaria no dedicar las lecturas del café a una única persona, a esa persona de la que suelo escribir cuando estoy alegre y también cuando estoy triste, pero también sé que si eso me ayuda a verlo todo desde variadas perspectivas, aprenderé a andar soltándome de peso y cargas innecesarias, me enseñaré a mi misma muchas cosas y seré una autodidacta de las mejores maneras de vivir, pese a todo, que no contra todo. Tampoco sé si será un acierto o un error o si alguna vez la persona en cuestión se encontrará de frente con tanta sinceridad, pero eso no me preocupa. Por tanto, este café queda abierto a todos y todas a quienes os apetezca pasar un pequeño rato en compañía. (No admite comentarios ya que no se trata de blogger, sino de un microblog que no lo permite). Aun asi, si quereis, siempre podreis comentarme aquí.

Al primer café, invito yo.

Nos vemos en el café

domingo, 10 de octubre de 2010

Has sido mi antibiótico predilecto.
Has sido el origen de mis sueños.
Has sido el baúl de mis recuerdos.
Has sido el patio de mi recreo.
Has sido el querer, siento y puedo.
Pero ahora...ahora he pasado de no saber
lo que yo soy para ti, a no saber lo que tú eres para mí.

sábado, 9 de octubre de 2010

Otoños que no volverán.

Que si me pongo a repasar algunos de los episodios de mi vida y rebobino bien bien... estás tú, ahí, en esos otoños bonitos. Los que en nada se parecen a los de ahora, porque ahora ya no existe la combinación de tupresencia-hojascaídas-mifigura-parque y castañasasadas. Porque ahora ya no puedo disfrutar de nada de eso contigo. Porque ocurrió todo demasiado deprisa. Porque nunca somos realmente conscientes de lo rápido que pasa el tiempo. Porque tratamos de pensar en que siempre tendremos tiempo para todo. Porque tú no recuerdas todo eso con la misma intensidad, pero te aseguro que aquellos otoños para mí, fueron impresionantes. Y que, por qué no, me gustaría ser algún día uno de tus otoños, con marrón en mis pupilas, en la lana de la bufanda que abriga tu cuello para evitar tu tos o cualquier resfriado indeseado. Que me gustaría convertirme en un lugar con varios metros cuadrados en tu corazón, para paliar la parte del dolor que no merecías recibir. Que si lo piensas, fue genial compartir esta estación tan triste pero tan armónica y agradable a los ojos.

viernes, 8 de octubre de 2010

Creencias que me llevan hasta tí.


¿Te acuerdas del día que te envié esta foto casi a primera hora de la mañana, diciéndote que quería volver ahí contigo? Supongo que me dejé llevar, que quité por entero el polvo de las paredes y los rincones de mi corazón. Creí estar viviendo una realidad infinita que pudiera abrirme los ojos, y mantenerme así, despierta, y al mismo tiempo, sumida en un sueño de esos que no suelen tenerse, y que si se tienen, nadie logra acordarse de ellos al despertar. No sé por qué pero me imaginé contigo ahí, y en otros tantos sitios, despiertos, dormidos, con los ojos entreabiertos, colmando de amor cualquier superficie y recorriendo laberintos juntos. No sé por qué pero me ha asaltado una duda... ¿vas a permitir que te quiera toda la vida? ¿vas a cuidar ese cariño, a recordar que sentiré algo por ti el resto de mis días? Sea lo que sea, espero que tu respuesta, al menos solo esa respuesta, si llega algun dia, no me haga daño. Y si es así... sólo podré mirar esta fotografía con el anhelo de lo que podría haber cambiado todo sólo con un cambio en tu guión, en tus planes, en tu cabeza.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Por una vez en tu vida.

Prepárame una ración diria de miradas penetrantes. Cálame de amor en las pestañas. Inventa una palabra para mí. Déjame una risa cerca de mi espalda. Recicla las palabras que no te hacen falta. Vacíate de capítulos tristes para dejar espacio a los que están por venir. Haz que existan. Acúnate entre los espacios de mis costillas que te esperan como siempre te han esperado. Bébete de golpe toda la amargura de los días pasados. Confía en las palabras que llevan de remolque amor inmenso y promesas. Abandona al miedo en la cuneta más lejana a tu casa. Apréndete de memoria el recorrido hasta las plantas de mis pies para ir subiendo poco a poco hasta mi ombligo, y hasta mi boca, que te pronuncia verdades que no duelen. Déjate curar el alma por una vez en la vida, por una vez en tu vida.

lunes, 4 de octubre de 2010

Por muchas razones.

Te quiero por lo que eres, por lo que hemos compartido, por las veces que retaste a la madrugada, por las noches que te aliaste a la vida y tentaste al sueño. Te quiero porque le diste la espalda al olvido durante muchos minutos de muchas noches, estirado sobre tu asiento, viendo mi boca moverse, mis manos moverse, mi pelo moverse. Te quiero porque durante muchos días seguidos me creí ser algo tuyo, algo importante, muy importante. Te quiero porque tu estómago también dio pequeños toques de atención a las cinco de la madrugada, antes de todo lo que después sucedió. Te quiero porque me hiciste reír de verdad y como nadie, como nunca. Te quiero porque te gustó el juego de escribirnos mensajes en la tripa y en la espalda mientras jugamos a vivir. Te quiero porque a cada una de tus miradas, le seguía cada uno de mis besos. Te quiero porque contigo las noches eran siempre estrelladas y los días estaban llenos y llenos de rayos de sol. Te quiero porque a tu lado hacía más calor, y al mismo tiempo, sentía escalofríos con la yema de tus dedos entre mi oreja y mi cuello. Te quiero porque me hiciste feliz con muy poco. Te quiero porque te creí bueno, inocente, casi perfecto. Te quiero porque te pusiste celoso uno de los días que no pude quedar contigo. Te quiero porque temías que pudiera preferir a otra persona antes que a ti. Te quiero por esa actitud infantil y entrañable a la par. Te quiero porque te he querido durante muchos años y porque sin salir de la gasolinera, ya hiciste despertar todos esos sentimientos. Te quiero porque te dejabas mirar, y sobre todo, te dejaste querer. Te quiero porque la primera vez que fuimos al cine no podías estarte callado y yo me reía en bajito pensando que era eso precisamente lo que quería repetir cien veces y otras cien más: tocarte el brazo, sentir que estaría siempre cerca tuyo, quererte en cada respiración suave y latente, y sentir tu inspiración. Te quiero porque no puedo remediarlo, y porque acostumbro a dar sin pedir nada a cambio. Te quiero porque mi corazón siempre traza su propio camino, y escribe sus propios decretos, esos que yo no puedo modificar aunque me hagan mucho mucho daño. Como tú. Por no saber hacerlo mejor.

domingo, 3 de octubre de 2010

Nada divertido.

Seguro que incluso antes de que nos conocieramos tu sabias que alguien como yo te iba a querer mucho, mucho. Seguro que yo en aquella época también creía en los típicos príncipes azules y en las tópicas historias que narran los cuentos de hadas. Pero el caso es que nos encontramos, como ocurre en las historias especiales de las películas que más nos conmueven, por casualidad. Y ahora mismo tampoco sé si en algún momento te consideraste afortunado por conocerme. Al menos yo así lo siento, pero no siento que sea divertido esto de encontrar algo que quieres mucho y no puedas tenerlo. No puedo sonreír ante la idea de querer mucho algo, en este caso, tus labios, tus ojos, tu manera de hacerme vivir...y no poder quedármelo.

sábado, 2 de octubre de 2010

¿Qué harías tú?

Soy cabezota, he estado 13 años de mi vida mordiendome las uñas, no me gusta la sacarina y no le veo el punto gracioso a que llueva torrencialmente mientras voy al trabajo. Me da mucha rabia perder cosas que en su día guardé en dios sabe qué sitios para encontrarlos después, y mucho más resignarme a pensar que nunca más podré volver a utilizarlas. No me gusta ver la cama sin hacer y me molesta que en la balanza de ciertas personas el orgullo pese más que el cariño. Mi color favorito siempre ha sido el azul, y nunca me ha gustado el número 5. Tampoco pienso demasiado en mis manías porque lo cierto, es que no tengo una gran lista. Aunque si pudiera, si tuviera la posibilidad de cambiar algo para siempre....sería no poder sentir el frío que siento por las mañanas, cuando el despertador me aleja del sueño en el que por fin volvemos a hablarnos, a encontrarnos. Entonces abro los ojos y recuerdo las instantáneas del sueño que me ha regalado la madrugada. Si pudiera, haría cualquier cosa por retrasar los minutos de esa alarma tan poco querida, por poder sentir calor por las mañanas tras despegarme de las sábanas. Tú...si pudieras hacer algo que quisieras mucho ¿qué sería?

viernes, 1 de octubre de 2010

Palomitas, melodías y palabras.

Quiero preparar una cena contigo. Que huela a palomitas desde tu cocina. Que te dejes acariciar y me vuelvas la cara para besarme, para impedir que vea la película. Quiero que me busques detrás de esos escaparates que a ti te gusta mirar tanto, que sigas mis pasos, aunque no sepas a donde van. Que te inventes una cancion para uno de nuestros momentos y me la cantes al oído, sin letra. Que tararees tu palabra favorita con una melodía desconocida. Quiero que confías del todo en la vida, y que, ya de paso, me hagas confiar a mi también en ella. Quiero que abras las manos, que te dejes querer, que no tengas tanto miedo de pasarlo mal. Quiero que no te pongas corazas, ni barreras demasiado frías y duras a las que yo no puedo siquiera atreverme a derribar. Quiero que expongas tu dureza con cualquier persona que la pueda soportar pero no conmigo. Quiero que un día quieras decir algo.

Un solo motivo.


Átame a tu vida, a tu cuello, a tus recuerdos, a algun album viejo que forme parte de tu vida, a los días que aún no has vivido, a las mañanas que te ven despertar, a las tardes que te notan cansado.
Átame a tus palabras, a lo que escribes por las noches, a un pensamiento nocturno.
Átame de alguna manera, o déjame al menos un motivo sobre mi mesa para que pueda sonreir por ti.
Para que pueda sonreír.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Que he llegado a pensar que eres lo más aproximado a la definición de lo imposible. Que he llegado a imaginarme cómo sería el mundo con más personas como tú, con esa facilidad tan asombrosa de desconectar de todo, y de quedarse con la mitad de la mitad de los recuerdos para sobrevivir a base de alegría, y no tirando de vivencias que ahora sólo penden de un hilo en el pequeño país de los recuerdos. Que muy seguramente tu nombre en cualquier idioma signifique "fuerte"... y al mismo tiempo, me duele mucho ver cómo tú no te paras a pensar en lo que con una sola de tus actitudes puedes conseguir, en lo que con una serie encadenada de silencios puedes herir.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La tarde en que no le visitaron las musas.

Todos hemos hablado alguna vez de “querer y no poder”, pero casi siempre pasamos por alto lo de “Poder y no querer”. Eso es lo que a mí me ha pasado con él. Un encuentro esperado en el que le regalo más de diez sonrisas con la esperanza de que me contestes facialmente con alguna de las suyas. Pero no lo consigo. Y si ni tan solo me regala una sonrisa... ¿como iba a regalarme un beso? Por eso os menciono que las situaciones del poder y no querer acaban arañando el corazón, las pupilas y otro cumulo de partes de nuestro cuerpo en los que sentimos demasiado dolor. Yo, sobre todo, sentí desilusión, por un gran listado de cosas que percibí, pero creo que enumerarla me haría mucho más daño. Sólo sé que a veces esperas que alguien te roce la espalda con la palma de sus manos, o que nazca de él enviarte un mensaje telefónico que suene sincero. Esta vez él no ha querido estar cerca, no le han visitado las musas y a mí me ha creado un pequeño vacío.

Una cita distinta.

Odio esos días en los que te sientes algo mejor frente al espejo y comienza a removerse tu estómago porque sabes que vas a verle, y piensas que todo lo que hablasteis, sucederá. Pero no. Es difícil asumir como un dia que empieza genial, acaba volviéndose horrible. ¿Por qué? Quizá porque estaba en su poder sacarme una sonrisa, y evitar mi tristeza, con tan sólo secuestrarme dos horas más en contra de mi voluntad, acariciarme los pómulos o mirarme más a los ojos. Pero nada de eso ocurrió. Al contrario. Supongo que no debí parecerle demasiado importante, supongo que le interesaba mucho más la gente que nos rodeaba, la televisión de fondo que mis labios decodificando palabras con la única pretensión de captar su atención. Pero me sentí tremendamente estúpida, inútil y pequeña. Asi que lo único que puedo decir es que lo que no sabe es que me volví con los ojos frenando agua, que antes de entrar en aquel museo pronunciado, hice una fotografía a una pareja feliz. Y ya dentro, en cada cuadro, en cada paisaje, me habitaba con él,y con la idea de vivirle de otra forma.

De sinceridad y sensatez.

A veces pienso que todo (me) hubiera ido mejor si no hubiera llegado a conocerte. A veces pienso que las cosas entre nosotros no terminarán nunca de estar bien. A veces pienso que tú te divertías con esa clase de amor-odio que manteníamos permanentemente. A veces pienso que tú nunca imaginaste hasta qué punto podía llegar a sentirme dolida. A veces pienso que de tan sincera y sensata que fui y quise ser contigo, te asustaste. A veces pienso que nunca te has encontrado con tanta verdad delante de tus ojos.
Y a veces pienso que ojalá hubieras canalizado todas tus sensaciones (si es que las tuviste) tratando de hacerme sentir bien. Sólo eso.
Hubiera sido la re-ostia. Te lo digo yo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Llámame egoísta, o nostálgica, o lo que más te apetezca.


Quiero que conozcas (cualquier día y en cualquier lugar) a alguien que te recuerde a mí.
Alguien que se llame Laura, o que sea sensible y cabezota hasta la médula.
Alguien que sueñe despierta o que sonría como yo.
Sí, eso es lo que quiero que te suceda, pues es la única manera de que yo pueda estar algo mejor con el mundo: pensar el resto de mi vida que va a ver alguien en la tuya que te obligue a recordarme.

Pierdete en mis ojos. Nada en el mar revuelto de mis pupilas. Sal a respirar. Descansa con la brisa que provocan mis pestañas al moverse. Cierra los ojos cuando yo tambien lo haga y mantengamonos en silencio mientras todo esté a oscuras y cuando se haga la luz, entonces sentiré haberte tenido en mí, dentro, como si fueras a quedarte para siempre, como si nada pudiera separarnos aunque nunca mas nos tengamos, aunque nunca mas nos veamos, aunque no queden nubes donde subirse, aunque no volvamos a entregarnos.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Tocada y hundida.

Regalame tu foto a tamaño carné que te pedí con una sonrisa. Dibuja ese instante en el que nos miramos al espejo y ahi estabamos, los dos (juntos). Regalame un dia en Toledo para sentir que puedo descubrir (y conquistar) un lugar contigo, por primera vez. Regalame una sorpresa los primeros miercoles de cada mes. Regalame un par de sueños al año. Regalame algo que de verdad quieras que tenga y conserve el resto de mis días. Regalame algo mas que este recuerdo tuyo que yo mimé para no dejarlo escapar nunca. Yo, mientras, escribire tu nombre, haré un lazo con cuidado y te haré llegar toda mi sinceridad envuelta en palabras que, quiza, tampoco sepan empujar esa puerta que mantienes cerrada por temor a ser descubierto, invadido, y tocado. Que no hundido.Recuerda que esto no es el juego de los barcos. Que yo no quiero que digas agua. Que quiero que digas te quiero.Que yo te sigo queriendo (aunque ni puedas ni quieras creerlo).

martes, 21 de septiembre de 2010

Sobrevivir una semana.

Mañana se cumple una semana desde que te di mi ultima señal de vida: unos escasisimos segundos de mi voz. Mañana se cumplen 7 dias desde que no sabemos nada el uno del otro. Para ti habra resultado ser una semana más, para mi ha resultado ser una semana dura, dificil, algo más fría de lo normal y más vacía, y a toda esta suma de ingredientes, añádele tu ausencia, tu nombre en mi pantalla, nuestros no-diálogos y mi manera de aferrarme a todo aquello de lo que hablamos hace sólo un mes y medio.¿Tú lo has pensado? No hace ni un mes y medio desde que me marché, y siento que de nuevo somos extraños, que hemos perdido, que hemos dejado de conocernos solo porque tuve que alejarme. No es justo, no es nada justo que tu decidas alejarte mas para ahorrarte un sufrimiento que de sobra sabes que no te ha inundado. Porque tu no has
sufrido, te acomodaste a mi vida antes de que yo me marchara. Sabias de donde venia, y a donde iba. Y lo dijiste en voz alta, dandome una menor cantidad de besos por lo que podría pasar. Y yo solo hacia que dartelos por mi cuenta, imponiendo mi amor acercandome a tus labios solo para sentir que no me estabas mintiendo, que te estabas reprimiendo, que habia algo bien escondidito en la esquina de la parte derecha de tu corazon, queriendo salir y no salir al mismo tiempo.Mañana se cumple una semana desde que te llamé, y estabas conduciendo, diciendo adios a 12 horas de trabajo ya echadas a la espalda, pensando en descansar, o en olvidarme un poco más para ser todavia mas fuerte. Pero no puedo reprocharte nada, ya he conocido a muchas personas que anteponen su felicidad a la del resto, a la del resto de personas que les quieren, y es otra manera de vivir, mucho mas inteligente, aunque para mi, algo menos practica, no se llevarlo, no si pongo el corazon en todo lo que hago. Supongo que es otra de las muchas cosas que me quedan por aprender, aunque tambien hay ciertas cosas que no se aprenden nunca, y me temo que esta es una de ellas. Soy demasiado cabezota como para invitar a la gente a entrar en mi vida sin permitirme quererles hasta que me escueza el alma.Pero, si vuelvo a la raiz de lo que pretendia ser esta entrada, simplemente puedo decirte que para mi esta semana no ha sido de las mejores de mis ultimos meses, que esta resultando demasiado frenetica y llena de citas con personas de bata blanca y que el cielo esta mucho mas gris desde la ultima vez que te besé. Que esta manera de sobrevivir 7 dias sin tus palabras, es horrible, y no me gusta, pero no es algo inusual. Llevas demasiados dias sin aparecer, y digo demasiados porque creia que habiamos creado algo juntos. Algo para recordar.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cuestión de magia.



Las casualidades existen, para bien o para mal, pero existen. 3 días antes de verlo, vi este mensaje en una puerta.
Le hice una foto porque él siempre ha hecho uso de la palabra magia en nuestras conversaciones, y me pareció especial. De hecho, él siempre alega que la magia depende de mí. Pero lo que no sabe, lo que no sabrá nunca, es que también dependía de él.

Hazme reír.

Llévame a una feria cualquiera.
Chócate conmigo en los coches.
Regálame algodón dulce y bésame.
Sepámonos a caramelo.
Tápame los ojos (y bésame de nuevo).
Hazme reír. Vuelve a hacerme reír como tu sabes.
Como el día en que vimos a aquel perro
correr hasta el infinito y más allá...

viernes, 17 de septiembre de 2010

Déjame ser ambiciosa por una vez en la vida.

Quiero ser tu helado de limón y chocolate, tu cena, tu primer y último sueño, la primera gota de tu perfume, tu día favorito de la semana, el primer rayo de sol que ilumine tus ojos, la cuidadora de tus lágrimas más inocentes, el camino que te lleva hasta tu cama, el cuentakilómetros de tu coche, tu viaje más placentero, el lugar que no dejarías de visitar nunca, la respuesta a tus por qués, el secundero de tu reloj, el cordón de tus zapatillas más viejas, el tiritar de tus labios en pleno diciembre, tu bufanda, el eco de tu risa, la amapola de tu primavera, el color de tu piel en verano y un asiento desapercibido pero imprescindible e importante en una parte de tu gran corazón.

lunes, 13 de septiembre de 2010

¿Te acuerdas?

¿Te acuerdas de la noche que preferiste mis besos y caricias sobre tu sofá a la película? Lo sé, es muy probable que no te acuerdes pero creo que voy a echar de menos al chico de esa noche en muchas ocasiones, el resto de mi vida.
Y mientras, me seguiré acordando de esa noche como si hubiera sido uno de los momentos más especiales, más intensos de todos. Parecía no acabar nunca... parecía que iba a prolongarse durante días, durante semanas y durante meses. Parecía que ibamos a estar siempre ahí, alimentándonos de besos y cosquillas al mismo tiempo, persiguiéndonos con miradas llenas de calor y de ganas. Pero te tuve, y me tuviste, te sentí y me sentiste. Respiramos y te abracé, y me quedé quieta, dándote algún beso más despistado encima de las sábanas sobre las cuales nunca imaginé que podría tocar.
¿Te acuerdas de la noche que me preferiste ante todo lo demás?

¿Sabes una cosa...?

Eres lo más bonito que ha aparecido en mi vida en el transcurso de los últimos años,
pero me merezco sentirme BIEN.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Lo harás?

Dime que para cuando vuelva por Madrid buscarás una cafetería bonita a la que llevarme y en la que contarme todo aquello que ahora ni tú mismo eres capaz de entender, todo eso que no puedes explicarme, todo lo que no me has aclarado, todo lo que necesito saber para volverme menos loca.
Y lo sé, sé que tú no eres de dar explicaciones a nadie, que no te gusta buscar palabras para contar sólo lo que tu corazón quieres guardar (y esconder). Pero necesito saber qué ha pasado para saber que ha sido real, que tú y yo sí hemos vivido algo, que ha pasado de verdad, y que un día querrás recuperar esos momentos aunque sólo sean recuerdos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

En resumen.

Seguramente no puedas ponerte en mi situación. Muy seguramente jamás podrás acercarte a esto que siento por ti. No sabes lo que es quemarte por dentro cuando estás en el trabajo y al pedirle los datos a alguien a quien no conoces, me pronuncie tu nombre dos veces seguidas por si no lo he oído bien. Tampoco sabes lo que es salir a las ocho de la tarde mientras tus padres te esperan en una terraza para tomar algo y de vuelta a casa saludan a alguien y te dicen su nombre. Joder, ¿también tenia que ser el tuyo? ¿Es necesario escribir, escuchar y leer tu nombre casi por triplicado en menos de 8 horas? Esto no debería ser así. No.Yo debería tener un radar en el corazón, una cremallera funcional con la que poder ponerme a salvo.Yo debería haber resuelto ya la ecuación exacta, debería haber puesto en práctica desde el primer día la teoría que me salvaría del ahogo, de la pena más profunda. Debería haberte querido un poco menos. Y debería, como mínimo, haberte prohibido besarme más de la cuenta, para no llevarme tu olor, tus ojos en mis retinas, tu risa en mi cabeza, tu manera de mover las manos, tu manera de toser, tu manera de estornudar, tu manera de caminar, tu manera de bromear conmigo, tu manera de fingir que tu coche ya no está donde lo dejaste, tu manera de devorarme la boca a las dos de la madrugada. Pero, como siempre, no aprendo. Porque llegados a este punto, no necesito a alguien que me enseñe como hacerlo, solo necesito a alguien que me frene a la hora de querer para no dejarme encima del asfalto el cariño sobrante que al resto no les hace falta. Como a ti, que quizá todo te pareció demasiado.
Pero ya no me resigno pensando que llegué en el momento equivocado, en un instante de tu vida erróneo, en el capítulo impreciso. No. Lo he dejado todo en tus manos y lo único que puedo pensar es que los dos estuvimos equivocados. Pero no vas a aparecer, no vas a convencerme de lo contrario. Ni siquiera vas a gastar de tu tiempo en escribir un resumen como hacíamos de pequeños sobre todo esto. Ni siquiera te molestarías en poner un título a la redacción cuyos protagonistas fuéramos nosotros. Ni tan solo te esforzarías por escribir un final cualquiera para los dos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Perderse.

Es fácil perderse sola (y mentalmente) en un sitio tan grande una tarde de julio. Es más fácil todavía perderse dentro de cuatro paredes de las que cuelgan cuadros que reflejan esos sitios donde sabes que podrías ser feliz. Es fácil dejar de ver todo de manera correcta cuando el sol potente de las cinco de la tarde es capaz de dislumbrarlo todo. Pero sobre todo, es necesario dejarse llevar, perderse, hasta que quieras llegar a casa, hasta que alguien te encuentre despistada con una sonrisa entornada.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Lo que me faltaba.

Han pasado tantas cosas por mi cabeza y tan pocas por tu corazón, que lo único que puedo pensar ahora es que lo único que has hecho es ayudarme a cerrar un capítulo, si es que una vez lo hubo. Ni siquiera tengo que enseñarte a olvidarme, me impresiona tu forma de vivirme.
Yo, que había pensado que todavía nos quedaban minutos para hacerte reir y para que hicieras de acompañante vip en uno de los conciertos de mi cantautor favorito.
Yo, que he pensando en mil cosas contigo. Yo, que he gastado de mi tiempo en vano. Yo, que no me di cuenta que también tus palabras estaban a punto de caducar, y que todo el sentido de lo que tuvimos, se quedó en el km 80 de la carretera que nos separaba. Aunque, a decir verdad, más que los kilómetros, lo que me separa a mí de tí, eres tú, y eso duele, pero a ti no te importa mi dolor y yo me muero con solo pensarlo.
Sin duda, me merezco algo más.

jueves, 5 de agosto de 2010

Pensaba.

Pensaba que ya me había quedado hueca, totalmente vacía de palabras para ti. Pensaba que ya me había desnudado por completo. Pensaba que ya estaba todo dicho y probablemente tú sigas pensando que así es; pero, al mismo tiempo, cada vez que cuelgo el teléfono y dejo de escuchar tu voz (esa que tanto me gusta), me pregunto cuántas cosas se habrán quedado en las paredes de mi corazón, queriendo recorrer el camino hasta mi cerebro, y así, manifestarse a través de mi voz, haciéndote creer que esto que ha sucedido ha sido verdad, parte de nuestras vidas, la de los dos, aunque breve.
Y podría decirte que también pensé en que esto iba a ser menos doloroso, pero en este caso, te mentiría. Aún así, me gusta verte bien, me gusta verte sonreír, me gusta ver que al menos, uno de los dos, va a seguir caminando sin temor a los días que vendrán sin nuestras pieles juntas, calientes.
Y me gustaría decirte que voy a sobrevivir sin tus besos de una manera perfecta, pero voy a tener que hacer malabares para poder conseguirlo, aunque tú ahora posiblemente estés riendote por dentro, o pensando que soy más fuerte de lo que parezco.
Y para acabar sólo puedo preguntarte otra cosa: ¿cuándo nos volvamos a ver ocurrirá lo mismo? es decir...¿y si para cuando esté mejor te vuelvo a ver y renace la magia que hemos sentido? ¿me tocará volver a sufrir? ¿tendré que maldecir al destino, o morderme la lengua, o soñarte cada noche para antojarte menos lejos de mí?
Supongo que ninguno de los dos tenemos las respuestas, y que, si las tuviéramos, no sería precisamente lo que quisiéramos oír.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Inevitable.

¿Sabes una cosa? Si hago una cosa bien es complicarme la vida, y con esto no quiero decir que tú seas una complicación para mí, al contrario. Sino que antes de hacer este viaje pensaba que pondría en orden muchas cosas, y lo único que he conseguido es regresar a mi casa con más quebraderos de cabeza.
Yo no sabía que nos iba a suceder esto, ni siquiera sabía que podía ser capaz de sentir tanto en tan poco, pero, joder, es que se trataba de ti, DE TI. Y era algo inevitable que esto sucediera, ¿no crees?
De todos modos, volvería a hacer este viaje mil veces seguidas, volvería a buscarte, a robarte sonrisas por calles estrechas, a tocarte y salir corriendo detrás de ti mientras oigo el eco de tu risa. Volvería a regalarte gominolas para volver tus días más dulces. Volvería, sin dudarlo, a hacer todo lo que he hecho y a introducirte en mi corazón con los ojos cerrados. Volveria a cogerte de la mano como solía hacer de pequeña. Volvería a pedirte con voz templada que me dieras un beso, de cualquier forma, pero un beso. Volvería a sentarme en ese sofá contigo, y a regalarte cosquillas hasta que no pudieras aguantarlas, y como no, me volvería y te diría que eres lo que quiero. Lo que más quiero.

jueves, 22 de julio de 2010

No me cansaría.

¿Sabes algo? Daría la mitad de lo que tengo por tenerte 24 horas. 24 horas completas, con su amanecer, mediodía, atardecer y anochecer. Después alargaría la madrugada. Prepararía una cena ligera y te escribiría poemas a base de caricias con mis índices sobre tu espalda y tu pecho. No me cansaría de escribirte, sobre papel, sobre tus labios.
Te iría a buscar al trabajo y te regalaría la más grande de mis sonrisas. Y "Hacerte feliz" sería la primera de las frases que aparecería en todos los días de mi agenda. Así es como concibo la vida contigo, así es como contemplo yo mis días a tu lado.

sábado, 17 de julio de 2010

No me he marchado y ya te echo de menos.

Algo tan sencillo como que me gustaría invertir mi tiempo en mirar continuamente a tus ojos y en besar tus labios con los ojos entreabiertos, mientras vuelvo a confiar en la vida porque tú has vuelto a ella.

Sentir (contigo).

Sentir un desgarro por dentro cuando te vas, cuando nos despedimos, cuando abro un poquito mas los ojos y se que nos vamos a distanciar otra vez.
Sentir una magia difícil de describir cuando nos vemos por segunda vez y siento como si hubiéramos formado siempre el uno parte del otro.
Sentirme algo más sola cuando te das la vuelta y no puedo gritarte que te quiero y que te voy a echar de menos (mucho) porque dentro de unos días cojo un autobús que me va a alejar de ti (otra vez).
Sentir que esto era algo que nos debíamos: un encuentro más, un paseo lento, una cena y un cine compartido, unas risas y unas caricias nocturnas, unas miradas dentro de un coche bajo la luz de unas farolas nuevas y un montón de palabras que nos tocan el corazón y nos humedecen los ojos, como si por casualidad tuviéramos el poder de cambiar las cosas. Pero no.
Sentir que todo me cala muy hondo cuando te veo y tengo ganas de abrazarte para no soltarte más. Sentir que quiero enseñarte que la vida conmigo puede ser muy bonita y que te cuidaría como a nadie.
Sentir que la vida no acaba recompensando a quienes merecemos una oportunidad más.
Sentir que te voy a recordar toda la vida, y que el día de ayer va a ser un número importante en el resto de mis calendarios.
Sentir que te quiero ver, ahora, mañana... sentir que quiero que estés ahí. Que me digas en voz alta "Quédate este verano en Madrid" . Y que te regale el último beso antes de decirte adiós.

lunes, 12 de julio de 2010

Conversación de autocar.

Mientras el recorrido del autobús iba llegando a su fin, porque recordemos que yo no soy chica de aviones ni de ferrys, sino de autocares de toda la vida, el viajero de al lado charlaba pausadamente por teléfono. Me ha parecido un hombre tranquilo y sosegado, y al darme cuenta que estaba hablando de la vida en general, con toque filosófico y palabras varias, me he sumergido en su conversación. No he podido adivinar si era su expareja, o en cambio, una amiga bastante triste y enfadada con el mundo. Aún así, me quedo con las palabras del viajero:
"Igual tienes que pasar por todo esto para que luego tú estés mejor".
¿Y sabéis que pienso? Que este hombre de piel morena y gafas pequeñas, lleva razón. Quizá tengamos que pasar por muy malos momentos para ahorrarnos un mayor sufrimiento después.
Porque pienso, ahora más que nunca, que las tortas y las decepciones que me han ido generando las personas en estos últimos meses me han servido para descubrir cómo y con quién quiero estar cuando pase el tiempo. Y está claro que no existe una llave que abra la puerta de la felicidad, ni siquiera de la serenidad, pero si todo lo malo que pasamos ahora va a beneficiarnos cualquier otro día, bienvenido sea.
Porque más vale tarde que nunca, aunque joder, me di cuenta bastante tarde de lo que era malo para mí, y de entre todo eso, tenías que estar tú.

jueves, 8 de julio de 2010

Cosas que tengo que hacer.

Comprarme varios libros. Preparar un pastel. Llamar a una puerta. Envolver un regalo (y hacer un lazo grande). Desayunar tranquila y con tiempo. Pasear sola (y a ser posible, por la orilla del mar). Apagar mi móvil. No preocuparme. Hacerme menos heridas. Esperar menos en mi cumpleaños. Arreglar los frenos de mi bicicleta. Escuchar música lenta. Bailar sin que nadie me vea. Dormir la siesta sobre un césped recién mojado. Contar las estrellas una noche cualquiera. Cantar un cumpleaños feliz. Enseñar a hablar a un niño pequeño. Reír hasta dolerme. Y comprar un billete de ida de autobús.
Mañana empiezo.

jueves, 1 de julio de 2010

Vacaciones.

Hechas las maletas y adelantado el trabajo, me marcho. Volveré pronto, aún me quedan muchas cosas que escribir, muchas cosas que recoger, y muchos sueños que hacer realidad, muchas palabras que decir y muchos abrazos por dar.
Y para hacer todo eso, es imprescindible lanzarme a la piscina, comerme estas vacaciones. Creo que me las merezco, y necesito disfrutarlas.
A los que os marcháis lejos, desconectad todo lo posible, y a los que nos quedamos y no cogeremos ningún avión ni ningún barco, disfrutad de la sonrisa de un amigo o de un helado de yogur a las siete de la tarde.
(Muy) felices vacaciones.

martes, 29 de junio de 2010

Seamos realistas.

Tu siempre vas a ser el chico bueno para todos, y yo la persona que te hizo daño. El dolor que tú me has podido hacer va a ser entendido por el resto como "algo sin mala intención", y eso es algo que yo no puedo cambiar, aunque quisiera, aunque es lo más justo. Pero no nos engañemos, la justicia no existe, lo he visto con mis propios ojos y todos somos conscientes de ello cuando vemos los informativos.
Así mismo, tú siempre vas a ser el que, sin querer, sin ningún propósito, hizo las cosas mal, y yo, seré quien lo haya estropeado todo por mi cabezonería o mi voluntad. Pero no, yo ya no acepto estas etiquetas, yo ya estoy cansada de que la mayoría de las personas prefieran vivir con los ojos cerrados.
Porque, si soy yo la única que está despierta, me parece triste.

Necesitarse (o no).

Se quisieron en colores, con temores, y con palabras de papel, llenas de tachones.Se perdieron la pista y buscaron sus nombres en múltiples listas donde no se anotan los verdaderos sueños.Se necesitaron hasta decir basta, y se dieron un último beso. Amargo, pero con sabor a paz.Practicaron el perdón, aunque nunca jamás volvieron a buscarse, ni siquiera se encontraron por casualidad, ni tan sólo se les pasó por la mente volver a necesitarse.

Insuficiente.

Le habló de estrellas, de lunas, de constelaciones y de los rayos del sol. Le contó cien fábulas y le susurró la moraleja al oído. Le dijo te quiero en diez idiomas diferentes y le escribió una poesía durante doce meses seguidos. Le regaló su sonrisa más grande todos los martes en los que ella apareció. Pero no bastó para estar juntos. No fue suficiente para compartirlo todo.

sábado, 26 de junio de 2010

Tú no has aprendido de los errores y yo no he podido perdonarte.

¿Qué quieres de mí?
Si en algún momento me lo hubieras llegado a preguntar, si lo hubieras hecho hace unos meses, muy probablemente te hubiera pedido muchas cosas. Pero ahora...ahora ya no. No tiene sentido acercarme o despedirme de ti cuando ya no hay nada que decirse. No tiene sentido pensar qué fue lo que hicimos mal para llegar a esta situación.
Hasta ayer, me daba miedo encontrarme contigo, pero después de verte me di cuenta que lo que me da miedo de verdad es que te acerces a mí y me toques, me acaricies. Creo que sería sentir las manos de un extraño, de alguien a quien no he conocido nunca, de alguien que no se merece que ni le escriba estas palabras, porque yo no me merecía el trato que me diste. Y lo aguanté. Y creo que si pude hacerlo fue, entre otras muchas cosas, porque a veces me acuerdo de cómo te conocí o de quienes conseguimos ser. Pero ahora ya nada me vale la pena, no tú, no tus recuerdos. Y esta no es la manera de perdonárselo todo, pues ni siquiera sé si algún día seré capaz de perdonarte. ¿Por qué?
Porque siendo consciente de la gran suma de errores que cometiste y de cómo lo conseguiste, seguiste cometiendo muchos más, acompañándote la razón en todo momento. Seguiste o quisiste, ya ni siquiera me lo pregunto, meter la pata hasta lo más hondo y hacerme más daño. ¿Se supone que era así como querías arreglar las cosas?
De todas formas, tú nunca has sufrido por esto. Ni siquiera te has preocupado por aprender de los errores. Y eso es lo peor ¿sabes? no aprender de ellos, ni siquiera tener interés en no volver a hacer daño a la misma persona.
Aunque supongo que hay ciertas personas que siempre están expuestas al dolor intermitente. Y aunque no quiera volverte a ver, aunque no quiera volver a escuchar tu nombre, y aunque no quiera tener nada tuyo el resto de mi vida, sí deseo que no te llegues a sentir como tú me has hecho sentir a mí. Es lo único bueno que puedo, quiero y me queda por decirte despues de todos estos años.
Nada más.

viernes, 25 de junio de 2010

Decepción.

He perdido tanta confianza en tantas personas que a veces se me olvida cómo nace y a través de qué mezcla de ingredientes puede crearse.
Me he topado con tantas mentiras mal disfrazadas, he gastado tantas sonrisas para nada, que ahora solamente me apetece desaparecer y regalárselas a quienes de verdad se las merecen.
He tirado tanto tiempo a la basura con tal de hacer sentir bien al resto, que se me olvidó como era eso de mimarse a una misma.
He escuchado solo aquello que los demás querían contarme y me he hecho la idiota con tal de no reflejarme más frágil.
He visto tanta injusticia, interés e incomprensión, que lo único que se me antoja ahora es apearme del mundo. Comprar ladrillos y preparar cemento. Construirme mi propia vivienda lejos de todo esto y vivir sin esta decepción.
Sin tantas tonterías, tropiezos, y demás desplantes.

Érase una vez, dos desconocidos: dos completos desconocidos.

No sé si la palabra extraño está por encima de la categoría de desconocido. Y ni siquiera sé por qué extraño significa todo lo contrario al verbo extrañar. Son dos palabras siamesas semánticamente hablando, y, si te paras a pensar, tienen significados distintos. Completamente distintos. Como tú y como yo. ¿Lo ves? Somos como esas palabras. Distintos, demasiado diferentes como para poder volver a encontrarse en el mismo metro cuadrado.
Yo no sé si pasamos de amigos a extraños, o directamente, a dos seres desconocidos. Sólo sé que se nos ha quedado a cero el saco donde guardábamos los motivos para saludarnos (todavía). Sólo sé que ayer lo único que deseaba era no verte, sólo sé que prefería madrugar y levantarme más temprano para no encontrarme contigo, sólo sé que tú eras el chico de la guitarra al hombro y ahora eres el chico del teléfono móvil. Dios, qué pena. Ya no me inspiras emoción.
Lo que sí sé es que ya ni siquiera queremos mirarnos a los ojos. Lo único que sé es que te has pensado cien veces en ese microsegundo el rozarme el brazo con la palma de tus manos. Quizá por eso ni siquiera he notado la "caricia". ¿Acaso con eso pretendías desearme suerte? No. Las cosas no funcionan así. La suerte no se desea por diplomacia, y si es así, teniás que haberlo hace mucho tiempo, cuando comenzó todo. O cuando las cosas me fueron mal. Pero no ahora.
Y sí. Ahora más que nunca, hoy más que nunca, me he dado cuenta que somos dos desconocidos. Que hasta me cuesta reconocerte cara a cara, nos hemos faltado durante tanto tiempo, que ahora todo me parece muy lejano.
Al salir, no te has dado la vuelta, pero yo estaba allí. Esperando que te alejaras, que doblaras esa esquina, para yo comenzar a andar.
Porque esto ya no es dolor, creo que esto es escozor. Y en general, indiferencia.
Nunca nos habiamos importando tan poco ¿verdad?
Creo que lo sabes, y creo que piensas lo mismo.
Y mejor no dar marcha atrás en la grabadora de la memoria, porque nadie lograría entender de qué manera aquellos dos jóvenes que compartían estudios, meriendas y besos alegres, pasaron a encontrarse y no decirse absolutamente nada. Ni un pobre hola.
Mejor no dar marcha atrás, y actuar como si no nos hubiéramos conocido nunca.
¿Trato hecho?

martes, 22 de junio de 2010

Me da rabia.

Tengo miedo y a veces me siento sola, pero también hay personas en este radio que me rodea que confía en mí. Aún así, las cosas están muy difíciles, para todos, pero no todos sabemos a lo que nos exponemos antes de lanzarnos a la piscina. A mí nadar siempre se me ha dado bien, aunque supongo que cuando me canso, no hay colchoneta que me salve del ahogo.Lo que no se me da bien es controlar mis nervios y autorregular mis emociones, no ponerme (muy) roja y mantener el tono de mi voz lo más intacto posible. Supongo que no soy capaz de controlar muchas cosas, pero no poder hacerlo conmigo misma, me da rabia (mucha).
Sin embargo, a veces creo ser valiente por luchar y exponerme a algo que sé que dolerá. Como una hoja de papel que limita tu futuro. De todas formas, el sol va a seguir saliendo y yo tendré que hacer lo mismo. No habrá nada que me calme tanto como el dormir y el desaparecer un ratito bajo las sábanas que huelen a verano. No habrá nada como caerme del todo para poder (y querer) levantarme de nuevo.
Tengo miedo, y a veces me siento sola.

lunes, 21 de junio de 2010

Armarse de valor.

Para mí, armarse de valor es calzarse unos zapatos grandes y seguir caminando como si nada. Y creo que salir (o almenos intentarlo) hacia adelante es colgarse una sonrisa blanca y unos ojos a punto de gotear rocío.

Ser fuerte es mirar hacia el futuro, pensar en el presente, y clasificar el pasado, quedandote con lo bueno sin aferrarte a él mas tiempo del permitido para no caer en la aterradora melancolia, que acaba comiendose todas nuestras fuerzas. Todo esto es complicado, lo sé, pero creo que de haber una salida, la mia consiste en la de elegir bien con quien me quedo, aunque esta sea otra de las cosas mas complicadas que tiene la vida.

domingo, 20 de junio de 2010

¿De verdad no hay tiempo para todo?

Puedes pasarte toda la tarde de la víspera del examen más importante y jodido de tu vida mirando a la pantalla de tu móvil, o poniendole el volumen a tope que no llegarán las palabras que esperas. Puedes pasarte toda la noche mordiéndote las uñas o mirando hacia la luna que no sonará el maldito teléfono para recordarte que las personas siguen estando ahí, porque saben, y porque sobre todo, quieren estar ahí. Puedes hasta sorprenderte de la de personas que aparecen en esa víspera y que hasta hace mucho no conocías. Entonces es cuando intentas pensar que a veces todo está al revés, y que te has pasado toda la vida engañándote a ti misma sobre quienes creías que aparecerían, y no. Y vale, puedo perder la esperanza, y puedo armarme de valor y confeccionarme una sonrisa a medida mientras salgo por esa puerta, porque al fin y al cabo, es eso lo primero que me va a sacar del agujero. Eso, y que alguien vaya a buscarte, y que te devuelva la sonrisa.
En realidad, puedes pasarte toda la vida queriendo a alguien o creyendo en multitud de personas, para darte cuenta, después, de la de veces que te fallaste a ti misma y permitiste que te dañaran.
Supongo que eso se está acabando, y que voy a dejar la misma idiota de siempre.
Porque, joder, ya está bien.

miércoles, 16 de junio de 2010

Tristeza, nervios y sueño.


Ésta soy yo. Alguien a quien le pueden los nervios en situaciones de estrés, alguien que siempre que está a punto de llorar abre bien los ojos para frenar cualquier lágrima ante los ojos de una madre. Alguien a quien le faltan besos y brazos a los que agarrarse. Alguien que no puede controlar los nervios concentrados paseándose en su tripa, alguien que tiene la suerte de que le compren unos tranquilizantes que en la medida de lo posible, hacen su trabajo de manera decente. Alguien que cree poco y confía menos. Alguien que intenta no pintar los dias de gris ante este sol grande e inmenso. Alguien que se escaparía a contemplar la primera ola de la mañana con los ojos cerrados. Alguien que se iría lejos para olvidarse de cómo es el camino de vuelta. Alguien que tiene miedo y las cosas muy claras. Alguien que intenta darle otra oportunidad a la vida, alguien que ha perdido alguna que otra esperanza de más. Alguien que duerme poco pero sueña lento. Sí, supongo que todo esto me define, pero el no estar en mi mejor momento hace que me considere triste y más pesimista de lo normal.

En lo que sí confío, es que después de tres semanas, todo este escrito no tendrá tanto sentido, y volveré a teñir mis días de azul celeste para acordarme de lo bonito que es caminar.

domingo, 13 de junio de 2010

Lo último que te diría.

- Las cosas no duelen porque sí, ¿sabes? Pero, en realidad, no sé por qué te pregunto esto, si tú ya hace mucho tiempo que perdiste la capacidad de comprender mi dolor. Es así de simple, y de angustioso. O lo era. Ya no busco tu comprensión, hace tiempo que dejé de hacerlo. Y supongo que mi plan de no sufrir inútilmente por alguien como tú está resultando efectivo. Para ello, tengo que cruzarme contigo a varios metros y girar la cara. ¡Quien me hubiera dicho hace años que me veria forzada a hacer algo asi, a volver mis ojos hacia mi madre y no querer mirarte, ni decirte hola tras el cristal! Pero es así. Es lo único que puedo hacer para no volverme mas pequeña ni romperme en mas pedazos que tu ya no recoges ni utilizas para formarme de nuevo y por entero. Por eso no puedo saludarte en estos momentos, y dudo que lo haga despues, cuando nuestras vidas esten mas distanciadas, (que en realidad es lo que quiero) para no sacar mas cosas del pasado ni acordarme que tu estuviste en mi vida. Las cosas no duelen porque si, y ya que ni la ausencia de mis saludos te duelen ni molestan ni irritan, deja que yo siga viviendo sin tu recuerdo y sin tus ojos azules. Es lo único que me hace falta para que mi vida sea mas bonita.

jueves, 10 de junio de 2010

El desorden más absoluto y la tierna idea de liberarme.

En estos ultimos meses, en mi habitación sólo pueden encontrarse papeles, post-its, lápices, cartulinas y ropa acumulada al pie de mi cama. En estos últimos meses, me he dado cuenta que no sé muy bien lo que quiero, pero sí sé perfectamente lo que quiero.
Lo que quiero es que me digan la verdad, que me apoyen cuando me ven bien jodida, que me echen un cable aunque no lo pida, que me recuerden lo feliz que yo era y me roben una sonrisa bien grande, que me tienten a creer en mí, que me digan que merezco todo eso que aún no tengo, que estén ahí en la medida de lo posible, pero que estén.
Lo que no quiero es ahogarme con este calor, y con estas pocas expectativas, y con este miedo. Sobre todo con este miedo. Desde una perspectiva realista, no tengo ninguna posibilidad de aprobar estas oposiciones, ¿por qué? No voy a enumerar un listado de motivos porque no me va a servir de nada, y porque, probablemente, en este listaod también estaría mi falta de tiempo y dedicación absoluta. Pero si durante un año me he dedicado a trabajar para pagarme unos estudios, supongo que también estaba en disposición de utilizarlo para salir a respirar, acompañada de una coca-cola y una bolsa de pipas saladas.
El mundo me parece un caos del que no quiero formar parte. Por eso, la idea de tener que ordenar todo esto, y ordenar de paso, mi mente y mi corazón, es algo que me va a costar mucho trabajo, y yo quería tomarme agosto como vacaciones. Pero igual hasta para eso hay tiempo.
El desorden más absoluto te aporta la sensación de sentirte demasiado ocupada como para destinar tiempo a quien no se lo merece, y al mismo tiempo, te ofrece un plan: el de liberarte por enésima vez, con las personas que protegen tu corazón por temor a que se rompa otra vez por alguien que no sabe ni mirarte a los ojos. Por eso, quiero mis vacaciones, y quiero ordenarlo todo, con tiempo, y con calma. Como Dios manda.

domingo, 6 de junio de 2010

De todos modos, felicidades.

Mañana es 7 de junio. Mañana es tu cumpleaños. Hace un año te escribí esto. Supongo que estaba rota de dolor y llena de dudas. Y tú sin saberlo. Aún así, hace un año aún albergaba una pequeña esperanza de que todo se arreglaria entre nosotros. Y de que abrirías los ojos un poco, y que no serías (tan) orgulloso conmigo. Supongo que pensé en que pese a todo sería alguien realmente importante para ti, o simplemente alguien con quien contar, como el resto de las personas que te rodean. Pero me equivoqué. Como tantas otras veces.

Y supongo, también, que es algo que ya he me perdonado, pero siempre dejé que me calaras demasiado hondo, y eso acaba dejando secuelas que no siempre el tiempo está en disposición de borrar. Hoy pensé en aquel cumpleaños al que acudimos los dos y fui tras de ti incansablemente. En aquel entonces yo no era nadie para ti, ¿por qué debería haberlo sido después? ¿por qué he tenido que ilusionarme con una amistad que tú has perdido y ni siquiera te sientes algo abandonado? Creía que eras especial, pero no supe ver durante mucho tiempo que la única que apostaba por la relación que teníamos era yo, y no tú. Creía que todo volvería a su cauce, y que mañana, en tu 22 cumpleaños, podría escribirte un mensaje o llamarte para que escucharamos nuestras voces. Pero tú lo cambiaste todo, y yo tuve que cortarlo todo.

He borrado tu número de mi móvil, aunque sigo recordandolo. He intentado borrar tu nombre de mi cabeza, pero la tele no hace más que recordarmelo. He intentado no acordarme del dia de tu cumpleaños, pero, como tantas otras cosas, es imposible. Culpa mía, quizá.Porque quizá no tenga remedio.Aún así, creo que me merezco todo eso que no has sabido darme.

De todos modos, felicidades. Aunque no puedas oirlo.

domingo, 30 de mayo de 2010

Tarde.

- ¿Crees que nos equivocamos?
- Creo que no fuimos inteligentes y que no supimos cambiar las cosas.
- ¿Y qué harías ahora?
- ¿Ahora?
- Sí, ahora.
- Nada. Creo que no haría nada, y creo que de no hacerlo, tampoco me arrepentiría el resto de mi vida. Tú ya no me querías y yo perdí mi confianza en ti. Sin eso, nada podría haberse arreglado.
- Supongo que llevas razón.
- Y supongo que esta conversación no tiene ningún sentido.
- Tal vez, pero quería despedirme de ti. No quiero que pasen diez años y entonces pueda torturarme porque ni siquiera lo hice.
- ¿El qué?
- Pues despedirme, decirte adiós.
- Hubiera estado mejor que no te despidieras. Yo ya te había olvidado lo suficiente como para no necesitar esto.
- Pero es que yo sí lo necesitaba. Aún así, tampoco estaré en paz el resto de mi vida sabiendo que esto era de verdad, que esta pérdida era de verdad.
- Llegaste tarde para darte cuenta de todo. Demasiado tarde.

Quizá.

Quiza el no tuviera la culpa de no saber que a ella las tormentas de verano y el café con un solo azucarillo no le gustaban. Quiza desconocía que ella se moria por ser feliz durante una tarde, solamente una tarde. Quiza no estaban hechos el uno para el otro, y eso, ella, tampoco lo sabia.Quiza pecaron de ilusos, de querer comerse un trocito de la peninsula que habian creado (casi a medida) para ambos.Quiza esperaron que el reloj se pararan, pensando que asi ocurriria. Pero se olvidaron de que siempre, el reloj sigue contando las horas. Se pierden, se viven o se matan los segundos de cualquier modo y ella solamente queria acariciarle el pelo una vez más. Quiza el no tuviera la culpa de ignorar que ella sonreia para el resto del mundo y que se perdio su ultima gran sonrisa. En realidad, ella es mas valiente, aunque sabe que si de algo tiene la culpa ahora mismo, es de escribir un quizá.

viernes, 28 de mayo de 2010

Bórrame, y estaremos en paz.

No sé por qué pero ahora confío más en lo desconocido, que en lo conocido (debe ser que tú has hecho mucho para que esto haya sucedido). No sé por qué, pero soy chica de cantautores que cantan con la voz rota y el corazón muy tocado, más que de veinteañeras británicas que arrasan las discotecas de cualquier ciudad. No sé por qué pero tú cambiaste tu manera de vivir la vida, y yo seguí siendo la misma de siempre. Y no creo que eso (mi capacidad para dejar de ser quien he sido siempre) sea malo. De hecho creo que es lo mejor que (no) he hecho en toda mi vida.
He querido con cada uno de mis latidos, he besado con el impulso de cada bombeo que me ha dado un segundo de tiempo, detrás de otro. He esperado como si tuviera todo el tiempo del mundo guardado en los puños de mis manos. He confiado como si mi piel fuera acero y nada pudiera romperla. He cantado como si delante de mí hubieran estado las personas que más he necesitado. He caminado como si mis huellas pudieran dejar alguna pequeña mancha en la memoria de la gente que me ha valido la pena.
Y a ti, a ti ya no te reconozco. Sólo me queda el recuerdo de que tú me sonreías mucho, y de que, al menos conmigo, eras muy buena persona. Tenías magia. Escribías poesías. Tocabas la guitarra y me dedicabas canciones. Quizá lo hacías porque yo te importaba y eso lo bastaba todo. Quizá lo hacías porque tejimos, con sólo 15 años, un gran lazo que lo podía, lo sostenía todo. Pero ahora no pareces ni la mitad de lo que aquel chico era para mí. Han bastado 6 años para decepcionarme como amigo, y lo que es mucho peor, como persona.
Y de verdad que siento no poder mirarte a los ojos, y mucho más, siento no querer hacerlo el resto de mi vida. Pero tampoco debe calarte demasiado cuando anticipé este final hace unas cuantas semanas.
Sólo espero que si alguna vez te sientes solo, si en algún momento te decepciona la vida; no pienses en mí. Habría estado siempre ahí, habría querido estar siempre ahí, pero un amigo es aquel que a pesar de toda la felicidad que le origina el resto del mundo que deja de ser tú, sigue ahí, dedicándote tiempo y ganas de seguir siendo para ti unas manos a las que agarrarse por si caes, o unos brazos que te aportan el calor que has perdido por descuido.
Tú no has sabido ser eso para mí. Tu vida cambia, e inconscientemente, nuestra relación también. Y yo ni estuve, ni estoy, ni estaré preparada para tener que atenerme a tantos cambios entre nosotros cuando tus días son distintos. Yo no nací para vivir en una noria, yo no nací para recibir sorpresas los días pares, yo no nací para quererte. Y darse cuenta de ello escuece, pero he aprendido a ser sin ti. He aprendido a soñarte y no quererte. He aprendido que yo merezco algo mejor. Alguien que pese a todo, me diga lo bonita que estoy cuando lloro, y que no me abandone, sobre todo que no me abandone.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Contraproducente.

Anoche me tomé un café a las ocho de la tarde. Sí, es contraprudecente si lo que pretendo y necesito (ahora más que nunca) es dormir seis horas seguidas, como mínimo. Porque se supone que esa cantidad de horas entran todavía entre las recomendadas por los médicos. ¿no?
Pero no pude dormir.
Hoy se acabó la tinta de la impresora, pero tampoco me importó. No me enfadé con ella, ni siquiera bajé la musica. Preferí inventarme un baile en mitad de la cocina ante sus ojos. E intentamos acumular motivos que nos hagan pensar que la vida es una estúpida broma, y que al final, nos da más de lo que parece. Es difícil, pero hay días, hay miércoles, que todo parece algo más sencillo.Y muy a pesar de que tenga que estar toda la tarde mirando a un ordenador, destrozándome los ojos un poco más, machacándome la espalda o recibiendo consejos que ya no necesito; intentaré volver a casa sonriendo a las nueve de la noche.Porque a las nueve de la noche todavía quedan niños en el parque, porque a las nueve de la noche todavía hay parejas de octogenarios recorriendo calles de la mano, porque a las nueve de la noche entro por la puerta y me siento descansada. Y aunque yo quería hablar de que a veces ignoro que el café es contraproducente para mí, también es contraproducente (sólo a veces): enamorarse, confiar, soñar algo más de la cuenta y esperar algo que sabes perfectamente que no va a llegar. Ilusionarte hasta las trancas, y querer hasta con la piel que recubre tus uñas que has vuelto a morderte porque la vida va demasiado rápida y a ti han vuelto a poderte los nervios.
Anoche me tomé un café a las ocho de la tarde. Y no pude dormir.

lunes, 24 de mayo de 2010

Superas los límites.

Que iba a dejar de quererte era una idea fea, pero al fin y al cabo, en vistas de cumplirse. Y así fue, y así ha sido. Y no se ha acabado el mundo, y tú eres feliz, y yo lo intento (aunque sigo pensando que sin ti en mi vida es y será más fácil conseguirlo).
Que iba a tener unas ganas irremediables de odiarte, además de feo, era insano. Pero se ve que no me lo estás poniendo nada fácil. Que prefieres ir disfrazado de ignorante a pesar de hacer daño a quien más te quiso, a pesar de tocar lo que más quiero, a pesar de ser realmente indeseable ante mis ojos.
Has caído más bajo de lo que pensaba. Actúas de una manera que me recuerda a personas que eché de mi vida por las mismas razones por las que tú ahora ya no estás en ninguno de los capítulos que escribo sobre mi futuro. Me has vuelto a dar motivos para pensar que hace dos meses tomé otra de las decisiones más acertadas de este último tiempo.
Y como bien sabes, esa pequeña parte de bruja que nunca me abandonó, me llevó a separarme de ti, a imaginar que me fallarías, que lo mejor sería desprenderme de ti antes de que fuera demasiado tarde como para volver a recuperar mi esencia, el origen de mi felicidad, mis sueños más minúsculos pero más valiosos a la vez.
Acerté.
Pensé mal, y acerté. Como muchas otras tantas veces después de que tú me fallaras a lo grande por primera vez.
Tus errores han provocado mis aciertos. Y puede sonar a paradoja, pero te juro que no. Que nunca tantos detalles de este tipo me habían abierto tanto los ojos.
Y sí, debe ser que a la única persona a la que te resulta fácil hacerle daño soy yo, pero ya no me importa. Llegará el día en que todo esto no tenga sentido, en que me ría a carcajadas en la arena sobre lo tonto que has sido y sobre cuánto la has cagado últimamente. Hasta perderme del todo. Cosa que no te importa, yo, que no te importo.
Pero una vez perdida la confiana, y acto seguido, la delicadeza; no puedo mentirte y decirte que aún me quedan palabras suaves en mi diccionario para ti. Porque no. Porque te lo llevaste todo, y al mismo tiempo, no te llevaste nada.

lunes, 17 de mayo de 2010

La peor manera de decirse adiós.

A decir verdad, nunca pensé que el final, nuestro final, llegara a ser tan seco, tan soso, tan insípido... A decir verdad, esperaba palabras del tipo: "Pues ¿sabes una cosa? Me va a dar mucha pena que esto acabe del todo, para siempre...¿me entiendes? Me produce mucha lástima que tú y yo no podamos volver a mirarnos a la cara, a decirnos con sonrisas lo que con palabras ya no pueden decirse dos amigos, a intentar redescubrirte de nuevo, con otra piel y un corazón distinto."
Quizá esperaba palabras de ese tipo en tu boca porque yo una vez quise hacer poesía. O porque lo nuestro me pareció más importante de lo que tú creías, o porque a veces resumir tantos años de amistad y amor en "Vale, lo respeto, te respeto. Adiós", me parece algo anormal, o ilógico, o simple. Demasiado simple. Pero a estas alturas de nada me valdría decirte que fue una despedida de las que nadie querría vivir, ni presenciar, ni recordar.
Podríamos haber tenido otro estilo, otras sílabas que transmitirnos. Pero no era el momento, ya había demasiado daño, o rencor, o decepción...no sé Dímelo tú. Todo te daba igual, antes de enero y después, entonces tampoco podía pedirte nada. Ni ahora podría pedirte que dieras una sola vuelta a tu cabeza y decidieras por una sola vez qué es lo que crees que sería más correcto decirme, por última vez.
Lo penoso (o no) de todo esto es que se acabaron los minutos para nosotros, se rompieron los relojes, se gastaron los calendarios y el sol decidió salir para tí, y para mí, pero no para ambos. Ni siquiera en esta ciudad que aún compartimos.
A decir verdad, despedirse de una manera tan fría solamente puede ser sinónimo de que nada resultó ser tan bonito como parecía. ¿no?
Ni tú eres el chico pasional que un día creí conocer, ni yo soy la chica dura que he querido aparentar todo este año. Y me duele, hasta cierto punto, que te faltara poesía y sobrara dulzura. Pero eso ya no me va a afectar más. Por eso miro la parte positiva de la pila, y me quedo con mis versos, con mis lágrimas, con mis sonrisas. Porque creo que si de rasgar la piel de mi corazón se trata, prefiero ser yo misma, mi cabezonería o mi ignorancia sobre el amor, lo que se encargue de romperlo. De estrujarlo o reestablecerlo de nuevo.
Pero no tú. Ya no.

domingo, 16 de mayo de 2010

Lo que me cura.

Después de tres días con un gran dolor de oídos y garganta, sólo podía pedirme a mí misma sonreír. Un poco. Para parecer un ser menos triste en la ciudad. Porque también me tocaba, supongo. Porque no es bueno dejar porciones de pena allá a donde vas. Porque yo era alguien muy alegre, y quiero que esa parte de mí vuelva. Lo necesito, y además, creo que también lo necesitan ciertas personas que me rodean.
Porque este sábado volvió a decirme que no estaba bien, porque la gente se acostumbra a que sonría varias veces por minuto, porque me dijo que alzara la cabeza, y que buscara razones por las que sonreír, puesto que razones para llorar siempre tenemos. Y lo sabe, y lo sé.
Pero es difícil llevar a la práctica consejos así. Es difícil, pero no imposible.
La cosa cambió. Puede que fuera el sol, o los dulces del café, o el paseo en bicicleta, o el paseo por las calles del pueblo, o la tarde en la playa, dejándome inundar por el azul del Mediterráneo. Sí, creo que a parte de los antibióticos, estas cosas son las que me están curando.
Esperemos que la semana no estropee lo poquito que he conseguido. Y espero, que Laura, la de las carcajadas limpias y delicadas, no tarde en regresar.

viernes, 14 de mayo de 2010

Proceso de aprendizaje.

La vida en este último año me ha enseñado a:

1. Dar en cantidades iguales de lo que recibo (eso me ha ahorrado y sigue ahorrándome muchos dolores de cabeza y mucho mucho tiempo).
2. No cerrar los ojos más de la cuenta (me ha convertido en alguien mucho más consciente de las verdades que duelen, pero que al fin y al cabo, están ahí para afrontarlas, y no para huir de ellas).
3. No lamentarme porque la gente piensa en sí misma y punto (es algo que ya sabía pero que no quería decirme en voz alta para no hacerme más daño).
4. Soñar más y vivir más lento (quizá por eso siempre tenga sueño y me apetezca saborear el momento).
5. No confiar en palabras muertas y proverbios sinsentido (entrenándote, es fácil distinguir quién dice la verdad de quién no).
6. No alimentar ilusiones estúpidas (pensar que ciertas personas siguen siendo lo que fueron, es una pérdida de tiempo, lo que no concuerda con el punto 1.)
7. Ser menos idiota en esto del querer (cerrar la cremallera al corazón durante ciertas etapas siempre está bien, sobre todo cuando te lo maltratan de la manera más fea de todas).
8. Ponerme guapa en días difíciles y salir a comerme el sol (a veces no vale con que tu madre te diga lo bonita y lo dulce que eres y lo que importa es intentar valorarte tú misma desde el minuto 0).
9. Creer menos y leer más (es una decisión mucha más inteligente)
10. Volver mi vida algo más bonita (esto es simple: te despides de la gente que sólo sabe hacerte daño y te quedas con las personas de verdad, las que están sin que lo pidas, y las que permanecen. Sobre todo las que permanecen).

miércoles, 12 de mayo de 2010

Engaños.

Estuvimos mucho tiempo juntos, pero si ahora alguien te preguntara: ¿Cuál es el sabor de helado favorito de Laura? ¿Y su flor favorita? ¿Y su escritor preferido?...
Pues simplemente, que no las podrías contestar, pero ni ahora, ni antes. Puede que nos conociéramos mucho, pero ni sabes ni sabrás todas estas cosas. Tampoco te interesan, lo sé. Pero a veces me pregunto: ¿puede que llegue el día en que abra los ojos y pueda volver a necesitar de mí? Aún así, y aunque dudo que esto sucediera, el verbo poder no me valdría. A mí me vale el verbo QUERER.
Es como quien apoya a alguien porque debe, o como el que está ahí porque sabe que es lo que tiene que hacerse, por diplomacia, por cualquier otra cosa que se aleja un poco bastante del dictamen del corazón más puro. Eso es una puta mierda.
Pero qué te voy a contar a ti, si en estos últimos tiempos tu corazón ha latido por cualquier cosa, y hacia cualquier corazón. Y no es que te hayas engañado a ti solo, es que posiblemente te hayas dejado engañar por la vida. Y tal vez estés engañado ahora o en un futuro.
Me gustaría que cuando cumplieras 30 años hicieras un recuento de los momentos felices de tu vida, muy seriamente. Puede que me aparezca en forma de un recuerdo desgastado, o en forma de una sonrisa casi transparente... pero si por casualidad aparezco como aquello que sabías que era bueno para ti, y llega a dolerte...eso significará que volvió el verdadero chico que creí conocer.
Bueno...en realidad, puede que lo único que llegue a dolerte es que no sabrás cómo y quién seré cuando también tenga 30 años. O no. A saber...
A veces creo que tiré años a la basura, otras veces creo que lo que mejor
se nos ha dado ha sido estropearnos un pasado juntos,
y otras veces, las más optimistas, pienso que aunque muy poco,
y casi imperceptiblemente, me querrás toda la vida.
O me echarás de menos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Comida china.

Hoy te vi. No se me aceleró el corazón al verte tras el cristal. Tampoco al verte acompañado. Es algo que tenía que ocurrir(me) ¿no? Será que hoy vi salir el sol muy pronto y eso provoca que me sienta mejor antes de tiempo.
Hoy te vi y me he acordado de nuestra última cena juntos. Y dudo escribir esa palabra porque ni siquiera te sentía ahí. Solamente te veía, pero no te sentía. No podía hacerlo. Tú ya habías tenido lo que habías estado buscando. Y lo único que te importó fue si yo estaba de acuerdo en pedir comida china por teléfono. ¡Qué pena! pensé, y pienso. Qué pena que fueras tan frío, qué pena que estuvieras tan vacío en ese preciso momento y en todos los que vinieron después.
También he pensado que si te he echado de mi vida no es solamente porque ya no te reconozco, sino porque te resultaba fácil hacerme daño, haya o no sentimientos de por medio. Lo conseguías fácilmente. Y por eso abandoné nuestra amistad, porque a pesar de ser bastante confusa, a ti ya no te importaba ni te afectaba hacerme daño, ni hacerme llorar. Y si eso no te importaba, tampoco podía importarte yo. Y por ahí no pasaba. Lo siento, pero no.
No soy como tú. Ni tú eres como yo. Y tampoco teníamos que ser siameses para que esto funcionara, pero sí tenías que conservar esa parte de bondad y de magia que antes tú tenías, pero no. Ya no te queda nada que a mí me guste. Ya no me vale tu interior, ni tu mente, ni nada que te forme. Es una pena, es triste.
Y, tratando de buscar alguna canción que definiera este final que nos ha tocado vivir, la he encontrado, creo que he acertado.
Si tuvieras buena memoria te acordarías de ella. Y que la escuchamos juntos en el cine hace mucho, mucho tiempo. Y que nos encantó a los dos. Pero ni siquiera ya quiero, ni me apetece que te acuerdes.
Todo ha sido triste. Así me lo parece. En esa palabra resumo toda nuestra vida juntos. Pero ya ha pasado, y al final, y lo mejor de todo, es que yo ya no tendré que preguntarme el resto de mi vida qué hubiera pasado si. (..)

sábado, 8 de mayo de 2010

Napolitana (de chocolate).

Dice que me exijo mucho a sí misma, y tal vez por eso explote en llanto en momentos inoportunos. Puede que tal vez, y también por eso, sea sensible hasta la médula y no sepa repararlo. Dice que lo que menos me conviene ahora es que el resto me cree preocupaciones y me genere agobios innecesarios. Y tiene razón. Pero no es fácil. Siempre hay alguien que requiere de ti, y tratas de buscar tu propio espacio, pequeñito, pero tuyo, al fin y al cabo. También está el factor INCOMPRENSIÓN. Porque, como dice ella, quien no pasa por este tipo de experiencia, no puede tampoco comprender qué sientes, la cantidad de trabajo que tienes, y la cantidad de tiempo que no puedes dedicar a la gente que quieres, ni siquiera a ti misma.
¿Hace cuánto que no me escapo a ver romper las olas? ¿Hace cuánto que no descanso bien y no duermo mejor? ¿Hace cuánto que me río sin pensar que mañana estaré llorando por cualquier tontería?
Ese sube y baja, esa noria en la que estoy inmersa y sabiendo que ahora no puedo apearme de ella, hace que la ansiedad ocupe mucha parte de mi mundo, pero sobre todo, casi por encima de todo, quien decide que algunos de mis días sean una mierda, es mi estado anímico. Puedo fingir que estoy bien, puedo sonreír más de la cuenta para que nadie pueda identificar una pena enorme detrás de mis labios, puedo hacer esto y más, pero tampoco me beneficia.
Y al final, me viene a la cabeza una idea que se aleja de todo esto: si soy exigente conmigo mismo, si siempre me he exigido hacer las cosas bien, si siempre he intentado y conseguido querer como nunca, amar al máximo...¿puede que haya exigido lo mismo al resto? Puede que sí, o puede que no. Pero sí espero que esa sea una de las cosas que no dictamine la desilusión y la pena en mi futuro.
Habrá que desligarse un poco de todo. Habrá que seguir siendo un poco niña para olvidarme de que mis 21 años van cargados de responsabilidades, de obligaciones, de muchas cosas que y por hacer. Habrá que salir a ver el sol, y seguir su consejo: saborear una deliciosa napolitana de chocolate.
Porque supongo que siempre preferí al chocolate para ahogar las penas, que al alcohol. Porque supongo que esto es sólo una asquerosa racha de esas que parecen nunca acabar. Porque supongo que a partir de ahora tocará dar menos, y quedarme con algo para mí, de reserva. Para encontrar algo en la despensa de los sentimientos, cuando ya no quede casi nada.

viernes, 7 de mayo de 2010

Conclusión.

No tenía siquiera 5 años y ya me había aprendido "La chica ye-ye" y un baile acorde a la melodía para danzar por la casa. No tenía siquiera 6 años y ya pensaba a lo que quería dedicarme cuando fuera mayor. No tenía siquiera 7 años y ya me apetecía ser tan feliz como lo es Julia Roberts en el final de Pretty Woman. No tenía siquiera 8 años y me dedicaba a ser la madre de 10 muñecas, poniéndoles el mejor vestido y los zapatos más bonitos. No tenía siquiera 9 años cuando invertía mis tardes en la playa interpretando obras de teatro imaginarias ante dos únicos espectadores. No tenía siquiera 10 años que me inventaba programas de radio en la habitación de mi hermano. No tenía siquiera 11 años, y ya me había dado cuenta de lo loca que me volvían tus ojos marrones. No tenía siquiera 12 años, que era lo suficientemente inteligente como para pasar el mayor tiempo posible a tu lado entre esas cuatro paredes, llenas de dibujos, mapas y muebles amarillos. No tenía siquiera 13 años, y ya te había perdido.
¿Qué conclusión podemos extraer de esto?
Porque yo no lo sé.