jueves, 31 de diciembre de 2009

En alguna otra vida

Y no se, yo no se cuando te volvere a ver, pero cuando lo haga, no vas a poder escapar de mi abrazo, y entonces te daras cuenta que siempre te has comportado como un tonto conmigo, y que en alguna otra vida me vas a querer mucho y no me sacaras de quicio y nos llevaremos bien.

A base de susurros

Y a ti no te importará haberme perdido. No porque tu corazón ya está ocupado. No porque en realidad nunca te importé lo suficiente como para volver con tu voz tranquila y tu risa entrecortada. No porque en realidad fue un alivio que yo me despidiera, que me marchara y te dejara tranquilo, con tu vida, con todas tus cosas importantes. En definitiva.
Y creo que a mi me dejará de importar, pero de momento, no por ahora. No me lamento tanto como antes porque de nada me sirve, y lo sé. Y he perdido demasiado tiempo en mi vida haciendo cosas de las que después, supe que no habían valido tanto la pena. Y quererte no vale la pena, y por múltiples razones, pero la más triste es que no sentiste dolor cuando desaparecí. Y muy posiblemente yo ya esté en el saco de las cosas olvidadas de tu vida. Y no me guardarás rencor por haber impuesto distancia eterna, pero tampoco me guardarás añoranza.
Y puede que nunca sepas que he dedicado uno de los veranos más tristes y raros de mi vida en escribir sobre tu vida en la mía, sobre tus ojos y sobre mis sueños contigo. Puede que nunca sepas (y espero que asi sea), que partes de tu cuerpo reclamaran parte de mi vida a base de susurros. Pero estaras lo suficientemente ocupado y sordo como para no escucharlo.
Y hoy se acaba el año, y ya nos hemos perdido. Esperemos que me dejes vivir el año que viene, y no haya más alegrías, pero tampoco más dolor ni decepción.

Que te vaya bonita la vida, incluido el 2010.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Pause

Porque como ayer hablamos uno de mis pequeños grandes tesoros y yo, sabemos perfectamente cuando una relacion ha acabado del todo, o no. Y sigo sintiendo, como ella, que entre tú y yo nada se acabó, no del todo. Y me da miedo escribirlo, pero más miedo me da imaginar que tú piensas que sí, y que ya no queda nada.
Y que, tanto ella como yo, queremos un presente, un presente con las personas que mejor nos han tratado. Y en este caso, para mí, tú. Y lo sabes, y lo sé. Y me da rabia, pero es así.
Y que esto no es una canción más, que no podemos darle el pause, y decir "Nos volveremos a ver", "Nos volveremos a encontrar" ("¿Nos volveremos a besar?"). Porque ni tú estás en disposición de darle al play, y yo no puedo seguir mandándote mensajes como cuando tenía dieciseis años, e ilusionarme con una de tus caricias, y confundirlas, como dice el cantautor, "por camelo si me miras".
Porque algo de mí siempre me ha dicho que algo de ti siempre estaría queriendome como aprendiste a quererme en el instituto. Pero para ti ya no queda nada. El instituto se esfumó, hasta los años de universidad. Y parece que fue ayer cuando en aquel gimnasio corrías hacia mí, y me invitaste a entrar en tu mundo.
Y lamentablemente, es hoy.

lunes, 28 de diciembre de 2009

preferiste dejarme dormir; y yo sólo quería darte un beso.

¿Y tú qué crees que nos faltó?

Nos faltó hacer el viaje a París del que tanto hablamos.
Nos faltaron fotos y besos en un fotomatón.
Nos faltaron momentos; y a pesar de todo, volvería a quererte hasta dolerme.

Memorizala

Caliéntame todas las partes de mi cuerpo con tus palmas.

Lléname de amor cada segundo.

Decora cada esquina de mis músculos.

Con tus besos, con tu voz pausada.

Dedícame tu tiempo y tu mirada.

Leeme la frase de tu vida.

Quédate conmigo una sola hora.

Déjate querer. Déjate llevar.

Y soñemos con que volví, a pesar de hacerlo tarde.

Haz con mi cariño lo que quieras:

guárdalo,

sálvalo,

tíralo,

recíclalo,

rocíalo,

déjalo morir.



Creemos nuevos recuerdos por los que vivir.

Y seguir viviendo.

Construye una sonrisa para mí

y yo la perseguiré cada tarde.

Y por último,

memorízate mi risa para cuando no esté

recordarme como la chica más alegre de tu vida.

Falta de entendimiento

Hasta tú lo sabes. Has cambiado y yo te sigo queriendo igual. Pero no lo entiendes y no te parece algo lógico o normal. Tampoco a mí me lo parece, pero te quiero. Y me siento estúpida al hacer cosas como cuando era adolescente. Te envío mensajes con palabras que no deben cuadrar en tu diccionario, en el de las palabras bonitas que ya no usas tanto, con tanta frecuencia, o al menos conmigo. Porque lo sé. Me quieres, a tu modo, eso sí, y también, además, te costará demostrar(me)lo. Pero yo tampoco puedo presionarte, ni ponerte pilas a la espalda para que lo hagas. Además, si asi fuera, muy probablemente confundiria ese cariño con el amor que hace tiempo que no sentia por alguien. Entonces, mejor que las cosas se queden como están.

Poco a poco tus caricias en mi nuca ya no me transmitirán tanto, y dejaré de traducir equívocamente esas miradas y el cruce de nuestras manos en noches de lluvia. Y entonces no hará falta hacerme la dormida, ni volver la cara para mirar hacia mi ventanilla. Entonces no me sentiré más si sólo me das dos besos al dejarme en mi portal, y no se me hará un nudo en la garganta mientras intento abrir la puerta. Entonces no me sentiré igual, y puede que entonces llore, y recuerde la noche en que se me acabaron las lágrimas.

Te invito a que me sigas queriendo, a tu manera y a tu velocidad. Yo prometo estar aquí, como aquella que siempre fui. Con mis debilidades, con mi pesimismo, pero al fin y al cabo, con el corazón grande, para que entres y te quedes, si quieres.

La mitad de lo que tengo

Daría la mitad de lo que tengo porque tú te hubieras enamorado de mí otra vez. Pero también sé que daría la otra mitad de lo que tengo porque yo no te quisiera como te quiero. Y te sientes mal por mí. Por mis sentimientos. Por éstos que han nacido sin más pretensión que la de tenerte más cerca. Y yo creo que al final, lo que más me duele, no es quererte de este modo, sino que lo único que hayas sabido decirme es: "Lo siento, me sabe mal, me jode que estés asi..."
Quizá esperaba: "Me hace sentir bien" "Me gusta que me quieras", "Eres buena y bonita..." No sé, mil cosas. Ya sabes. De imaginación a veces no ando escasa, y así me pasa.
Pero, también te digo, lo soportaré. He soportado cosas y sentimientos peores. Sólo hace falta cambiar de perspectiva. Recordar, tal vez, momentos peores, e instantes en los que no supimos comprendernos para concienciarme que no encajamos. Que no podríamos hacerlo. Pero puede que tú también tuvieras razón...y me duele saber que sí, que podríamos ser tan felices.

Tanto.

Tanto.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Un corazón nuevo



Porque no sé si en algún momento llegamos a partirnos el corazón (del todo). No sé si de él hicimos añicos, o si, por el contrario, supimos cuidarlo, conservarlo, mimarlo.
Porque no sé muchas cosas, pero si sé, que ninguna otra te ha llegado a querer como te he querido yo. Sé que nadie más te ha mirado como yo te he mirado, ni te ha besado depositando deseo y ganas en tu pelo. Y si no lo sabes, aqui estoy para decirtelo, y para formar un corazón nuevo (si quieres).
Porque también, y si quieres, te dejaré una de mis pestañas en la yema de tu dedo corazón, y mi última caricia en tus hombros y en tu espalda. Y después vendrás tú, a contemplar mis pechos de reojo, comiéndote con los ojos el principio de mi escote, diciéndome que en él te perderías. Y yo te perdería aún más. Y te dibujaría una isla en el centro de mi tripa, reservándote el mejor asiento (en mi ombligo) para poder divisar mi sonrisa desde abajo, y el ir y venir de los dedos de mis pies, bailando al son de cosquillas que también te producirían mis dedos en tus costillas.
Y que de una de ellas me colgaría, y volvería a gritarte y a susurrarte, que te quiero. Pero que hemos llegado tarde.
Tú por precoz, yo por impuntual.
Y que el tiempo de encajar se pasó.

Y, que, para despedirnos, te dejo en tus manos un papel lleno de palabras que ahora no te dicen nada, y hasta eso me duele.
Porque me veo como aquella niña que empezó a enamorarte a base de cartas y palabras ciertas. Y me olvido que ya no soy esa niña, y que ese a quien yo quise tampoco está. Que ya no sonríes si te digo que te quiero o ya no se revuelven tus tripas si me doy la vuelta y te miro con una sonrisa en mis pupilas. Porque ya no te pierdes en ellas o no quieres perderte.
Porque voy a prometerte una cosa: intentaré no quererte más de lo que te quise, y cuando me aprenda la lección, conseguiré reducir este cariño.
Para estas a la altura de las circunstancias, y para no sufrir, sobre todo.
Siento haber estado de vuelta con este amor para darte. Lo siento.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Enfriamiento

Y yo que pensaba que con uno de mis besos, (de nuevo y después de tanto tiempo), podrías volverte loco otra vez.
Y yo que pensaba que extrañarías mis dedos en tu cuello y mis ojos en tus ojos.
Y yo que pensaba que te pondrías rojo y que dentro de ese corazón (el tuyo) algo se movería, se inquietaría, y todo comenzaría a latir más deprisa.
Y yo que pensaba que todo podía ser diferente y que algo de ti me llegaría a querer mucho, mucho, mucho. Otra vez.
Pero a veces no hay más salidas que la de borrarse sonrisas a sí misma, tensar la mirada, volverla fría, (y volver frío, de paso, el corazón), y ausentarse.
Porque te digo que uno de mis propósitos para el nuevo año será ser más fría, y a ti no te parece algo anormal. Y no me pides que sea distinta, que no pierda el calor ni el cariño hacia la vida. Y me despides en tu coche, dejandome con el sueño en los ojos y con las lagrimas en el fondo del vaso.
Porque al final, ya no me quedan lágrimas. Se las llevó el tiempo, y la tela suave de mi almohada.
Porque me encantaría sonreirte y decirte: "Somos aquellos, y vamos a ser más felices que nunca".

Pero tú no eres el mismo, y a mí me falta cambiar.

¿Amigos?

Quedamos en ser amigos, nos falta el papel, el contrato y las firmas, pero está claro: vamos y queremos ser amigos. Pero siempre hay ciertas cláusulas que uno, o incluso las dos partes contratantes, no cumplen. Yo admito que me gustas, que hay algo dentro de mí que tira hacia tu espalda, para poder conseguirte, de algún modo.

Después, tú. Tu actitud, tus miradas, tu mano en mis muslos y en mi ingle, tus dedos dejando caer cosquillas sobre mi cuello y mi nuca. ¿Como quieres que asi mis sentimientos se esfumen para siempre? ¿Como quieres que no sienta?

Luego, tú. Más tú. Más de ti. Quieres de mí pero solo por momentos, porque tambien hay algo de mi que te tira a darme un beso, pero sin sentimientos detrás, sin cariño del que deja huella y tiene un significado importante. Y no tengo mas opcion que resignarme, o ponerme esposas en las dos de mis muñecas para no tocarte, o dos parches en los ojos para no mirarte, o nudos en mis dedos para no escribirte.

Dime qué quieres que haga para poder no quererte, y lo haré. Por los dos.

Después, procederé a entenderte, y quizá, podamos, en ese preciso instante, mirarnos de la manera más inocente posible, sin tensiones sexuales, sin pensamientos que rozan y traspasan el límite de la amistad; y, por último, querernos de la manera más explícita y amistosa posible.

Pero también sé, y comparto contigo esa idea de que tenemos "eso" que no hemos tenido jamás con nadie. Y me dices guapa pero también sé que si lo hubieras dicho un tiempo atrás, tu sonrisa hubiera sido más grande, y no me hubieras mirado únicamente con deseo, sino con deseo y gramos de amor condensados en todo el tiempo que sí pasamos juntos.

Es cuestión de esperar, pero, mientras tanto, soy capaz de morirme con tal de saber si seremos capaces de conseguirlo.

Grados de alcohol

Dicen que los borrachos y los niños suelen decir la verdad, pero ojala aquellas copas te hubieran provocado decir verdades en lugar de mentiras que no sonaban a mentiras."Podrias enamorarte otra vez de mi" te dije, "lo sé" me contestaste. "Claro que lo sé, ¿crees que no lo sé" proseguiste."Sino, ¿por que despues de estar contigo no he vuelto a sentir lo mismo con ninguna otra?"y al final, ¿para que? para que tantas palabras bonitas si todo se reduce a lo mismo: grados de alcohol que solo llevan a reproducir palabras que quedan bien, ablandan el corazon del otro y pueden acarrear lagrimas ajenas, para, despues, reconfortarte en tu propia paz.
Porque ni siquiera lograste recordar lo que me dijiste pocos minutos más tarde, y yo se que esas fueron las palabras que me hicieron mirarte un poco mas, desearte un poco mas, creerte un poco mas.Pero no. Supongo que no aprendere nunca, o que, como minimo, no aprendere mas, no en este terreno de amor y promesas, porque, aunque no quiera escribirlo, puede que entre tu y yo se haya acabado el amor y las promesas, y a veces, nada da tanta pena como eso. Como haber perdido algo que da (o daba) tanta vida.
Y lo peor de todo es que si ahora mismo te dijera esto en directo o si alguna vez caen estas frases ante tus ojos, tus únicas palabras serán: "Lo siento".
Y entonces te diré: A mi me falta aprender, y a ti te falta saber que es mejor callarte un Lo siento que no puede ni arreglar ni curar nada. Pero si quieres, te lo enseño. Y aprenderás a memorizar tus silencios y yo aprenderé a interpretar los sonidos inciertos.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Navidad

Esta es una de las navidades menos esperadas por mi parte. Tengo lejos a algunas de las personas que más quiero, a las que les contaría qué es lo que está pasando por mi mente y mi corazón. Porque eso de que "sabes que están ahí", vale para un momento, o dos, o tres, como mucho. Pero cuando te encuentras vacía, incomprendida o cuando no sabes cómo escapar, y necesitas una voz en directo y unos ojos atravesando los tuyos, capaces de saber qué hay dentro de ti, y no los tienes, entonces el invierno se vuelve mucho más frío, más lleno de hielo, de lluvia, de tristeza.


Esta es una de las navidades que más rápido han llegado y ni siquiera puedo sonreír por ello. Sólo trato de pensar que en breve me dan las vacaciones y que tendré dos horas más para estar en la cama a primera hora de la mañana, que no pasaré tanto frío porque estaré todo el día al lado de mi radiador favorito.

Porque las navidades se vuelven extrañas cuando intentas hacer crecer en ti la ilusión y el cariño quiere salir por tus poros, y luego hay personas que ni siquiera son capaces de valorarlo, o incluso de recibirlo.

Porque, al fin y al cabo, y por mucho que queramos engañarnos y engañar a los demás, las navidades no son tan mágicas. Es una parte más del invierno que se ha de pasar, pero nada se vuelve mucho más bonito. Por mucha pena que de sentirlo, y pensarlo.

La chica más triste de la ciudad

Ocurre que me descolocas, con esa actitud que no había visto nunca en ti, la de vivir el momento sin llegar a sentir, sin llegar a pensar(me) después de besarme, sin llegar a querer entrar en mi corazón como yo si quisiera entrar en el tuyo. Ocurre que sólo me quieres como amiga pero al mismo tiempo, existe esa atracción que te hace llevarme al planetario a las dos y media de la madrugada para arrebatarme los besos que no he dado hasta ahora, para quitarme la palabra y dejarme tu saliva y tu calor en mis labios. Besos que para ti significan minutos de calor y para mí tienen sabor a cariño. Y entonces sucede que sentimos desde puntos diferentes. Y para ti la noche es una más, y para mí es otra en la que sin tenerte, te tengo.
Y no me pidas que te explica por qué siento esto. Al final me despojo de mis secretos y te digo que me gustas. De nuevo. Aunque no como antes, o casi. Si fuera(s) como antes, todo sería diferente y tú te habrías ido a la cama con una sonrisa al ver mi mensaje. Y no me habrías dicho lo siento sólo porque te digo que me importas y que me gustas. Y no me habrías aclarado que estos besos no van a sucederse cada viernes o cada sabado, que surgiran cuando a ti o cuando a mi nos apetezca, y que si a una de las dos mitades no le apetece, que mi cabeza no se llene de pensamientos negativos.
Y te lo dije, y lo sigo diciendo. Decirlo es fácil, sentirlo no.
Además, tú eras así, tú eras como yo. Siempre atento a escuchar la teoría pero no sabiéndola aplicar a la práctica con máxima perfección.
Porque éramos, sin querer, perfectos imperfectos. Y congeniábamos, porque a mi me gustaba recibir tus palabras después de una noche de fiesta y a tí también. Y eras feliz con eso.
Y te salían las palabras bonitas del alma. Pero ahora ya no.
Me lo confiesas y algo de dentro de mí, se muere poco a poco. Se vuelve ceniza y entonces yo ya no puedo remediarlo: ese chico que fue parte de mi vida ya no está y me sume en parte de tristeza que aunque te la definiera, no podrías verla nunca.
Es como si yo de repente dejara de ser cariñosa, cálida o tierna ante tus ojos. Y puede que durante unos meses no llegara a serlo, pero ahora me ves, y sabes que soy yo. Que me reconoces perfectamente. Que sigo intentando sonreir de la misma manera, y que si no lo consigo, me mato hasta hacerlo. Y también quiero con el alma, con el corazón, con la piel, con mis rodillas flexionadas sobre el asiento de copiloto de tu coche y con mis ojos, que te miran cuando te das o no cuenta.
Me choca que mis besos no te den aliento. Que mis besos no te parezcan besos especiales. Que sean besos, sin más. Ocurre que la última noche de sábado del otoño te confieso lo que ahora siento por ti, y las cosas ni deben ni pueden cambiar. Por eso creo que me perdí algún capítulo de cualquier libro que puediera servirme para enseñarme a quererme un poco más. Por eso, además, te confieso que este año ha sido el peor de todos los que llevo viviendo aquí. Y que sí, que lo borraría. Y tú no sabes bien por qué, pero sí conoces algunas de las razones por las que he sido la chica más triste de la ciudad.
Y si no lo sabías, ahora lo sabes.
Sólo un abrazo de verdad, una mano caliente abrigando mis mejillas, servirían (un poco) para aplacar mi dolor, y volverlo algo transparente. Sólo tus dedos secando mis lágrimas delante de mi portal hubieran adelantado este proceso, y te habría querido un poco más. Y tal vez deba darte las gracias por no haberlo hecho.

domingo, 20 de diciembre de 2009

De puntillas

¿Recuerdas que nos quisimos de la manera más sencilla, que no simple? Nos entregamos, dedicamos y regalamos tiempos enteros llenos de amor con apenas 16 primaveras.
¿Recuerdas que yo solía ponerme de puntillas, cuando te conocí, para poder besarte?
Tú tenías el pelo largo y yo lo tenía rubio. Llevábamos una sonrisa instalada en nuestras bocas que iba a juego con las tardes de invierno, donde recorríamos calles que yo te decía que no conocía. Y después nos sentábamos en bancos de madera donde aprendimos a depositar amor en nuestros puntos más dulces. Y también gastábamos minutos alrededor de dos coca-colas hablando de la vida en general, y de la nuestra, de la de los dos, en particular. Tú me decías que no sé qué harías si a mí me pasaba algo, y yo te decía lo mismo. Concebíamos el amor de una manera inmensa, porque así lo vivíamos. Y yo no podía sentirme mejor. Quería vivir lo mismo una u otra vez, y que los días se sucedieran, y que fueran iguales. No era necesario, para mí, que fueran mejores.
Te quería en cada hora, en cada descanso, en cada tarde y también en cada noche. En cada sueño que yo tenía o en cada pensamiento en el que no estabas a mi lado sentado.
Tuve la gran suerte de estar dos años a tu derecha, pudiendo observar de reojo tus sonrisas, tus pómulos ruborizados si te decía lo guapo que estabas, que eras, que me parecías.
Tuve la oportunidad de cruzarme contigo, y de vivir el momento. De sentirme plena, completa.
De sentir que la vida seguía.
Y eso fue bastante.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Enredos


¿Sabes que es lo que me gustaría? Que por tu propia voluntad enredaras mi pelo con tus dedos, que besaras cada uno de los lunares que fueron parte de ti, que rebautizaras mi ombligo, mis dedos anulares y mi boca. Que te acordaras de las cosas que hacíamos sobre tus sábanas escuchando las canciones que siempre nos hacían sentir. Que recuerdes que después, siempre después, había chocolate para dos. Que nos comíamos el mundo con pocos minutos y mucha, mucha vida. Que pasábamos frío, calor, tiritábamos de emoción y volvíamos a la vida. Que eras el guardián de mis noches y quien velaba por mi seguridad. Que subías al cielo en mi ascensor con besos de despedida. Que me dabas las buenas noches más de una vez y yo sonreía, y mis pómulos se pintaban de rojo, y veía, notaba, sentía, que nada podía ir mejor entre nosotros. Que debíamos querernos mucho para seguir adelante en todo momento y no cansarnos nunca. Que repasar parte del pasado es algo que me debo y que, ojalá, te debas a ti mismo en algún momento de tu futuro.


Que nos pertenecimos.

Que fuimos felices.

Que siempre pensaré en esto (a pesar de todo, a pesar de mí).

jueves, 17 de diciembre de 2009

Con derecho a no poder soltarme nunca

Anoche me quedé leyendo cartas que hacía tiempo que no veían la luz ni respiraban el mismo aire que respiramos tú y yo entre estas paredes que hasta parecían nuestras, de los dos. Anoche leía cada frase y no me parecía tan lejano, o quizá sí. Tal vez quería creerme que tú sigues teniendo algo de aquel chico que era la mitad de mi vida, o que yo siempre estaré clavada en alguna parte de tu cuerpo, con derecho a no poder soltarme nunca. Igual sólo pensé en quedarme fija en una milésima parte de tu retina, para que tu cerebro me dibuje perfectamente y así, no darte a ti, entonces, el derecho para borrarme/olvidarme y hacerme marchar.
Anoche escribí palabras para ti, o quizá para los dos, o tal vez sólo por mí. Esta mañana quise buscarlas, y no sé dónde están. Puede que las dejara en algún rincón de la habitación. Mis ojos ya estaban medio cerrados y la luz estaba apagada. La luz de la luna no iluminaba apenas el interior de mi cuarto y creo que si las he perdido, he perdido parte de las verdades que quería dejarte a modo de escaparate navideño.
De todas formas, voy a seguir teniendo palabras para ti.
No sé por qué me formé la estúpida idea de que por mucho daño que se puedan hacer dos personas, cuando ha sido el primero, cuando ha estado en tu vida al pie del cañón durante tantos años (y el punto de partida comenzó antes de aquel octubre para mí), es más que imposible borrarle para siempre, y al final, acabas necesitando algo de él. Lo que sea, un recuerdo, unas palabras, una hoja algo amarilla o una fotografía, un segundo o un instante que parezca fijo, eterno, y memorable para los dos. Pero ya nunca lo sabré.
Nunca sabré qué ocurre dentro de tu ser cuando nos ves a los dos, bien felices, en esas fotografías modernas, llenas de color, con nuestras ropas vaqueras y nuestras sonrisas a juego. Combinábamos bien.
Todo el mundo lo sabía ý tú y yo nos sentíamos perfectamente con lo que teníamos, con lo que nos dábamos, con todo el amor que fuimos capaces de hacer nacer.
Y creo que gracias a ti nació otra Laura. Una Laura que dejó de escribir sobre tristeza en las poesías para escribir sobre el amor, la ilusión, la esperanza y el futuro.
Porque tú eras mi presente, y también mi futuro.
Porque hubo un tiempo, bastante amplio, he de decirlo; que creí que serías mi futuro durante gran parte del resto de mis días. Y a pesar de las edades, de la inocencia y la juventud temblando ante noches llenas de besos y viento, yo te quería con todo. Con absolutamente todo.
Y tú también.
Asumíamos nuestros errores. Tú los tuyos y los míos. Yo, igual. Y no hay mejor manera de amarse que ésa. La de comprender sin necesidad de forzar un entendimiento a base de palabras que acaban gastándose de lo mucho que se respiten. Que acaban despojándose del significado puro.
Y es que tú y yo significábamos mucho.
Eso decía mi corazón y los ojos de la gente que nos contempló amándonos.
Lo sé, lo supe. Y (creo), lo sabré siempre.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La última oportunidad

Si quieres te doy todo el tiempo del mundo, todo el tiempo del mundo para olvidarme (más y del todo).

Es eso lo que siento a veces, que quieres tiempo para separarte de mí, o para agarrarme y soltarme por momentos. Pero yo nunca funcioné así. De siempre he sido emocionalmente dependiente de las personas que depositaban cariño sincero, gratuito, especial en los rincones de mi corazón.

Es lo que siento cuando te miro y veo que antes me ahogaba con tanto amor en tus pupilas y ahora ya no hay nada que decirse, o casi nada. Y siento que eso solamente me apena a mí.

No sé, no encuentro sentido a estas palabras, no ahora que despues de un año de soledad, incompresion y distancia... volvemos a intentarlo. A ser amigos. A ser quiénes éramos. O algo parecido.

Puede que no lo sepas pero ésta va a ser una de las cosas que más me cueste conseguir, porque sé que nos hemos ido volviendo incompatibles. Que así lo hemos forzado. Que tus sonrisas ya no encuadran en las mías ni mis manos encajarían con las tuyas, en las tuyas. Puede que nos hayamos distanciado tanto tanto...que cuando volvemos a tenernos cerca, todo sea demasiado extraño como para que tú logres entenderme, o mucho peor, quieras molestarte en entenderme.

Y sé que estas palabras volverán, intuyo que vendrá algo, alguien, o tus pensamientos o los míos y lo estropearán todo y entonces tendremos todo el tiempo del mundo para tratar de olvidarnos de la manera más compleja. Porque es así como son los olvidos: difíciles, complejos. Y a mí me desquician.

A pesar de todo lo ocurrido hasta día de hoy, siempre me costó no pensar en ti, no trazar tu nombre con las letras de mi mente y no pensar que quizá estabas siendo mucho más feliz que cuando compartiste tu vida conmigo.

Puede que junto a esos pensamientos, vengan otros inútiles a aliarse conjuntamente y esta última oportunidad entre nosotros, pierda todo su valor, y nosotros, nos perdamos para siempre. Pero, dime una cosa, dime que ocurra lo que ocurra, que terminen como terminen las cosas, habremos puesto toda de nuestra parte para que salga bien, para que nos mantengamos fieles y pacientes hasta el final. Dime que intentaremos soportarnos y volver a cargar de cariño parte de nuestra piel y nuestros brazos. Dime que serás sincero, que tendrás tiempo, que serás objetivo y que a pesar de que acabemos separándonos para siempre por no haberlo conseguido; seguiré teniendo un pequeño puesto alquilado en el agujero más recóndito de tu memoria, y que en él, no me guardarás rencor. Y que sabrás portarte bien con mi recuerdo. Que no lo despreciarás, que estará(é) ahí.

Porque si alguna vez termino por desaparecer, de aquí/para tí; espero que cualquier recuerdo de años atrás sirva como mi presencia infinita, y así, todo estará en calma. Y no habrá más dolor, ni más sueños rotos, ni más manos vacías.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Préterito perfecto simple

Nunca me gustó el pretérito perfecto simple. Y prefiero "eres especial para mí" o incluso "serás siempre especial para mí", a "has sido muy especial para mí". Como comprenderás, y como amante de las palabras, analizo qué significa para ti y para mi algo como eso. Intento explicarme hasta qué día signifiqué algo para ti, en qué momento dejaste de quererme y por qué no has vuelto a proponerte verme como algo más. Probablemente todo esto no tenga sentido y simplemente haya llegado el momento de apenarme que todo lo que teníamos lo destruimos, lo tiramos a cualquier río y se fue escapando, muy rápidamente. Y de la manera más fría, que es como suele ser el agua de los ríos. Fría, casi helada. Tú lo sabes bien
Y asi nos helamos. No hicieron falta inviernos. Si te das cuenta, han sido los veranos y los otoños las estaciones que nos han ido separando más y más. Nos han distanciado... y en realidad, tú y yo pusimos mucha de nuestra parte para conseguirlo. Quizá fuera la mejor estrategia de todas, aquella de no vernos, no hablarnos y no tenernos, para no hacernos mucho más daño. Quizá fuera la mejor solución y no supimos verlo, y aprendí a vivir con ello (sin ti), y costó, pero lo logré. Y tú también lo has hecho. Tal vez esperé que no fuera así, que siempre me verías como la chica de la que te enamoraste a los dieciseis años, que mis letras o mis labios te harían siempre desearme, pero esas cosas no ocurren. Los amores reales, por mucho que calen, cuando ya no están, cuando ya no producen chispas, no van más allá. No pueden influirte. O al menos eso te ha sucedido a ti conmigo.
Me ves, me abrazas, me tocas, me arropas, me aportas calor, me besas, me oyes hablar en voz baja... pero no me intuyes llorar ni me escuchas sollozar porque ya trato de disimular el ruido, y hacer como que tirito de frío, que también.
Pero me has descolocado. Pensé: "Si me trae el batido de chocolate a la cama, significa que soy algo para él" (ya ves en qué tonterías nos basamos las mujeres), pero al final no significó nada. Te callé la boca con las manos, con mis pequeños,finos y rápidos dedos, te la callé también con mi boca, con mi lengua, con mi saliba, con el hambre de las siete de la mañana, pero nada sirvió. Igual que de nada sirven estas palabras (ni servirán). Puede que me desetienda de ellas dentro de veinte días, cuando todo lo vea de manera distinta. Quizá solamente quería que supieras que algo de mí me ha incitado a quererte, a querer conseguirte de otro modo, a que tú lo vieras de manera distinta, también. A que intentaras recuperar la parte de mí que te quiso con toda su alma. Pero estas cosas tampoco ocurren en la vida real, y si ocurre, no aquí y ahora, no con nosotros. Sino en otros lugares bastante lejos, en otras capitales, con otros individuos, con otros corazones. El tuyo y el mío quedaron demasiado tocados como para que vuelvan a hablarse, a confesarse secretos, a escucharse.

Porque sé que aunque tú estás ahí, no estás preparado para escucharme, ni para secarme las lágrimas que seguramente caerían si estuviera delante tuya y te contara lo que ha ido sucediéndome durante este último año. Porque sé que no eres el mismo chico que ocupó mi vida durante tantos años. Porque no puedo contemplarte como el chico rubio de mi vida si tú y yo ya no somos los de antes, y hasta tú ahora lo ves difícil.

He perdido cualquier arma de fuerza, cualquier sueño mantenido, cualquier deseo escondido pero latente.

He perdido las ganas de que luchemos contra lo (im)posible. Se han acabado las oportunidades, eso es lo mejor. Y puede que me lo agradezcas.

Fue bonito encontrarnos, tenernos, amarnos, en definitiva.

El primer paso o la equivocación más clara

Hace tiempo me propuse que jamás hablaría de ti, o de mí contigo, o de nosotros en este blog. Me prometí que nuestra historia había acabado por y para siempre. Que no te merecías más palabras, más recuerdos, y que yo tampoco me merecía recordar algo que fue, y quizá, no volverá a ser más. Pero las cosas o los pensamientos cambian, y sé que seguirá siendo así, y puede ser que dentro de un tiempo tenga la imperiosa necesidad de borrar todo esto sin que ni siquiera tus ojos lo vean ni tu boca lo llegue a leer. Pero necesito escribirte. No me ha costado retener mis palabras porque sé que tú tampoco tienes demasiadas palabras para mí, que, como te he dicho, estoy muy por detrás de la gente que ahora forma parte de tu vida. Porque los dos nos alejamos, porque te noto distinto, porque pensé que estabas más cerca, quizá podamos recuperarnos, no como antes, pues es difícil. Y llevas razón. Pero a veces cambio, siento, y prefiero llevarme bien con la mayor parte del mundo, enterrar cualquier signo de dolor que pueda sumergirse en algún mar sin nombre, e intentar salir afuera a respirar, para poder verte como siempre quise verte. Para reconocerte, identificarte, y aún así sé que hasta esto será difícil porque tú no eres el mismo, y en su día desée que no cambiaras nunca.
No sé, ahora, resumir en palabras lo que eres, o lo que fuiste, o lo que podrás llegar a ser cuando pase el tiempo. También sé que reharás tu vida cientoveinte veces más, y yo ya no estaré ahí. Que no tendré ningún puesto de honor en tus días, y eso no es lo que más me duele. Lo que me duele es el tiempo perdido, las palabras que faltaron, y las que sobraron. Tantas magulladoras que pasaron desapercibidas ante tus ojos, en mi piel. Tanto lamento y tanta soledad no compartida. No sé, ahora, si lo más correcto es incluirte en este blog, pero también en este blog hay escritos sobre personas que no se merecen mis palabras y personas que me hicieron mucho daño. Al fin y al cabo, creo que sólo puedo hablar de las personas que me influyeron. Y tú lo has hecho hasta este momento.
Esperaremos a ver qué ocurre a partir de ahora. Si somos fuertes, si me hablas, si te escucho. Si podemos conseguir algo, lo que sea. Pero los dos, ambos, y no por separado. No tú y yo.

martes, 8 de diciembre de 2009

Maneras y maneras (de hacer las cosas)


Hay maneras y maneras de sentirse libre, de sentir que puedes escapar y dejar aparcada la mente en casa durante unos días, hasta volver y recuperarla, poco a poco, eso sí. Hay maneras y maneras de ponerse nervioso, dentro de un coche, dentro de una cama... Hay maneras y maneras de preparar cubatas y maneras y maneras de pedir cafés en pueblos perdidos de la mano de Dios y en capitales a las que, eso sí, les falta un baño en la estación. Hay maneras y maneras de asustarse y maneras y maneras de reirse ante la vida, de la vida, con la vida. Hay maneras y maneras de bailar, cantar y bajar y subir con canciones a media pastilla. Hay maneras y maneras de sentirse bien y mal, en la cama, con el frio, con la soledad, con el tiritar de los dientes y los pies, y, ya de paso, los brazos y las piernas. Hay maneras y maneras de mirarse a la cara y sentir que hay cosas que sobran, pero otras tantas muchas que faltan, y que no llegan porque o no tienen que llegar, o porque se intenta vivir de manera que, ahora, el dolor se deposite en cuerpos ajenos, y no en el propio.


Hay maneras y maneras de dejarse perder de la mano de alguien que te quiere en cada palabra de una postal moderna de una fundacion de arte abstracto. Hay maneras y maneras de contemplar una obra de arte y de perderse en sus escalres. Hay maneras y maneras de darse cuenta que lo bonito, es el momento, y no lo que se está haciendo. Hay maneras y maneras de despedirse, y maneras y maneras de fotografiarse, y crear recuerdos.

Hay maneras y maneras de volver a casa. Yo prefiero volver con los ojos cerrados, pensando con qué imagen me quedo, con qué palabra, y con qué segundo.


Gracias por estar ahí, por tus escuchas, por las risas compartidas a primera hora de la mañana y por todo, absolutamente todo.



miércoles, 2 de diciembre de 2009

Yo sólo quise sentir eso

Ya basta de derramar lagrimas estupidas por ti, ya basta de pensar que quiza te acuerdes de mi al llegar navidad. Ya basta de esperar, de pensar estupideces, de perder el tiempo en definitiva.
Basta de creer que en su día te importé o que (me) sonreíste de verdad el 1 de noviembre (cumpleaños de tu hermano, por cierto), el 19 de diciembre o el 14 de marzo. Porque no, porque he dejado de creer en aquella alegria aparente que emanaba de tus labios.

Atrás han quedado las risas, los pequeños paseos compartidos y las canciones de fondo en tu coche negro.

Y como ultimo recuerdo tuyo, sólo tengo un mensaje: “Que aunque ahora estemos distanciados sabes que eres muy importante para mi”.

Pues bien, yo solo puedo llorar si leo ese mensaje, ¿por qué? Te preguntaras, “se lo toma todo a la tremenda” (pensaras). Pero no, lloro porque al leer eso me parece que tú mismo decidiste esa distancia, cuando no fue asi, aunque bien es cierto que pusiste mucho de tu parte (directa e indirectamente), para incitarme a querer olvidarnos, separarnos del todo, distanciarnos para siempre.

Y la verdad, con esas palabras, me hiciste pensar que te daba igual (aunque siempre ha sido asi aunque lo niegues) que estuviéramos de ese modo. Tú te cansaste de mí (o mejor dicho, de mi sensibilidad y de mi propia voluntad de querer y arreglar las cosas). Y yo me equivoqué contigo, por entero, incluyendo por supuesto tu manera de tratarme, tu manera de actuar y de responder, tu manera de sobrevivir a mi ausencia, a la falta de la amistad que creia que para ti era “esencial”.

Además, te equivocaste. Yo no sé (ni he sabido nunca) si he llegado a ser importante para ti (que ya ni especial, como solias decir). No, nunca lo he sabido no porque no me lo dijeras, sino porque nunca me lo demostraste, y eso es algo que si no se demuestra no puede sentirse. Y yo solo quise sentir eso. Nada más. Y no, no lo he sentido jamás como tal.

Sólo he sentido que te ha gustado verme a ratitos, y en “tus momentos”. Leerme en tus días tristes o raros, y encontrar comprensión en mis palabras y llamadas. Tambien supiste a la perfeccion pasar por alto todo lo demás. Pero yo no soy solo palabras, entendimiento humano y una sonrisa bonita. Yo tengo corazon, y lo uso constantemente, y lo pongo al descubierto, lo expongo a los escaparates de todas las miradas, y mira lo que has hecho tú con él.
Rociarlo a un rescoldo de mentiras o de verdades muy malas.

Y no te escribo esto para que lo leas, pues no se que hare con estas palabras cuando pasen los años sin nosotros, la verdad. Quiza lo escriba para pensar que algun dia, tal vez, recuerdes como me llamaba, como eran mis manos, y te pese algo en la conciencia.
PD) Y el problema, el problema no es que tu recuerdo no me deje vivir con entera normalidad, el problema es que sigues apareciendo en mis sueños, desentonando con tu alegría, sin ser capaz (ni siquiera en sueños), de contentarme/apreciarme/sorprenderme, ni quererme sólo un poco.