viernes, 29 de abril de 2011

A veces, la vida.



A veces me cansa la vida, se me hacen pesados los días grises y en ocasiones, me dan ganas de enfadarme por no llorar. Y asustan tantas cosas, que es bastante sencillo sentirme perdida, o seguir siendo la que eras, destinando el 99% de tu tiempo en hacer feliz al resto, olvidando así que tú tenías varios sueños, pero recordando que algunos siempre serán inalcanzables.


Quizá el truco esté en buscar un poco de alegría en los días tristes, o en sonreír al camarero de esa cafetería en la que te trata siempre tan bien, o en llorar todo lo que se te antoje en esa sala del cine donde te quedas desnuda emocionalmente por culpa de diálogos que te aprietan el alma. Y al fin y al cabo, eso es la vida. Cansarse, coger energía y ponerse en pie.

martes, 26 de abril de 2011

Tenías que "volver".

Me gustaría mucho más decir que anoche el camión de la basura me despertó soñando contigo, pero no, me encontró pensando en ti.

miércoles, 13 de abril de 2011

Tú no.

Creo que precisamente tú no puedes joderme esta primavera. Creo que me has decepcionado más de la cuenta, ahora lo veo (por fin), y sobre todo, lo he sentido. Te di las oportunidades que no te merecías, te regalé tiempo que perdiste en vano y sobre todo, te quise de verdad.

Tu tono y tus palabras han sido como una bofetada inesperada que hace daño en un rostro débil. Eso es algo que no voy a olvidar, que precisamente tú te hayas especializado en hacer daño a la persona que muy probablemente te habría querido sin pedirte nada a cambio, sin reprocharte todo lo que faltó, o todo lo que sobró.

Pero eres tú quien no abre (ni abrirá) los ojos. No tuviste narices suficientes para aceptar que me habías hecho daño, tú preferías otras palabras tipo "me porté mal". Pero en mi idioma viene a significar lo mismo, no podrías haberte portado mal conmigo sin haberme hecho daño. Una cosa no excluye la otra, y a estas alturas, es triste que tú no sepas darle el significado real a todo eso, o creer en lo que he sentido siempre. Es penosa esta actitud que he tenido aunque tú no la vieras: esperando cualquier señal que me aliviara un poco el corazón. Pero ahora ya no me hacen falta tiritas, ni caricias de tus manos, ni otra clase de palabras. Lo que quiero es no cruzarme con personas que me recuerden a cómo olía tu cuello, o no reconocer cualquier cosa tuya en otras gentes. Eso es lo que quiero, y hacerme más fuerte para no cometer el gran error de volver a confiar en ti.

Pero como he escrito al principio, tú no vas a estropearme esta primavera mía. ¿Lo has oído? Voy a ponerme guapa y voy a irme a trabajar con una sonrisa pintada en mis labios, agradeciendo este sol, este miércoles alegre.