jueves, 22 de septiembre de 2011

Reciclando.

Ayer por fin rompí todas esas cartas que guardé con tanto en mimo en mis cajas de colores. Ayer me deshice de recuerdos que ya nada tienen que ver con mi vida actual, con las personas que forman parte de ella y se merecen seguir estando ahí, porque, ¿no es tan difícil portarse bien con alguien, no?
He roto, después de siete años, todas las cartas del primer chico del que me enamoré. En realidad, nada de esto hubiera sucedido si él hubiera sido el chico que yo conocí, y nos hubiéramos reencontrado como Dios manda, con palabras suaves y delicadas, sin rencores de por medio. También hubiera estado bien que no me la hubiera jugado tantas veces seguidas, volviendo cuando le daba la gana aparecer... También hubiera estado bien que yo no hubiera cedido de ninguna de las maneras y que hubiera seguido reticente al mero hecho de vernos. Si un día decidí que no debía estar ya en mi vida fue por un gran conjunto de motivos de peso, potentes. Y esos motivos nunca se los llevó el viento, ni siquiera las palabras. Yo desconozco si se ha vuelto orgulloso, o si tenía ganas de estropearlo todo (aún) más. Yo creo que era mucho más sencillo acercarnos como se acercan dos viejos amigos de instituto que se dan dos besos en las mejillas y se cuentan hechos puntuales de su vida. Pero no sabe portarse bien, no conmigo. Y ha hecho falta 7 años para reciclar todas las cartas que han sido el testigo físico de una historia que creí que soportaría vendavales huracanados. Pero me equivoqué. Aún así, sólo espero no arrepentirme de haberlo hecho, él quería que así fuese, de lo contrario, me hubiera emitido alguna señal, algo que me hubiera servido para captar que quería que esas cartas siguieran existiendo.
Hubo un día que rompí con esa parte del pasado en que estaba él, pero al mismo tiempo, trato de guardar retazos de instantes que viví de manera feliz con personas que en su día fueron especiales. De todas maneras, esto es lo que debía pasar. Y aunque nunca lo ha admitido, aunque alguna vez (me) lo ha negado, no puedo importarle, no después de sus últimas palabras, no después de tanta decepción concentrada y provocada por dos estúpidos sms. Jamás debí abrirle las puertas por tercera y cuarta vez, jamás debí regalarle (más) sonrisas.

En efecto, esto es lo que debía pasar.

Ahora me siento aliviada, y el balance resulta positivo: tengo tres cajas vacías para llenarlas de libros que son igualmente capaces de hablarme y de provocarme sentimientos reales, intensos e inalterables.

3 comentarios:

  1. Romper con el pasado es difícil pero en ocasiones es la única salida. Animo.

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  2. Bien hecho . Todo lo que te resulte aliviante , hazlo . Todo lo que te perturbe / moleste / fastidie , ¡ desèchalo ! . Es una ecuaciòn tan simple , y sin embargo nos cuesta entender y aplicar . Saludos.

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  3. Qué alegría leerte. Yo lo rompo todo. Me quedo más agusto y puedo volver a comenzar sientiéndome más libre. No quiero nada del pasado. Si permanece, no es pasado.

    Besos

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