sábado, 12 de noviembre de 2011

Será esto la vida.

Le da rabia no saber el por qué de las cosas, también aquellas que tienen que ver con él. No sabe por qué sin quererlo espera e imagina palabras que muy probablemente él le diría al final, pero eso acaba por no ocurrir y lo único que le queda en el buzón es el desencanto. Sabe que tiene parte de culpa, porque no es sano imaginar que él le dirá "Tenías razón, me has hecho sonreír" o... "Algún día me encargaré yo de sorprenderte, o de ponerte nerviosa" o quizá algo un poco más cariñoso y cercano "Eres pequeña, pero por dentro eres tan grande. Necesitaba decírtelo".

Ella, aún después de no recibir lo que a ella sí le sacaría una sonrisa, sabe que seguirá siendo igual, que seguirá haciendo las cosas porque quiere y con quien quiere, pero también seguirá pensando en el final de ese capítulo, que inevitablemente ella no puede escribir.

A veces piensa que lo que le ha echado en falta era su afecto traducido en palabras, esas conversaciones que a veces duraban horas, y le hacían sentir mejor al final del día. Esas conversaciones en las que él le contaba sus planes, se definía, hablaba de lugares, de reflexiones ajenas y eso a ella le bastaba, pero ha vuelto ante sus ojos y piensa que ya no es la misma persona, o al menos no con ella. Y lo que más teme es que suele acertar siempre con sus sensaciones. Y se lamenta, porque ya no hay inspiración, porque él ya no le habla como antes, porque ya no hay arte, porque todo se fue por la puerta de atrás.

Ahora ella escucha canciones que él nunca tendría en su reproductor y piensa en el café que se tomará esta tarde con alguien que no es él.

Será esto la vida, dice.

1 comentario:

  1. Será... y a veces, aunque no lo parezca, la vida es bella. O debería serlo.

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