sábado, 14 de febrero de 2009

Puede que mañana te vea y no sepa qué decirte

Un sábado cualquiera. Un sábado más entre las luces tenues de este cuarto y con tu nombre en mi cabeza. Todas las horas que paso hablando contigo me parecen cortas y siempre deseo escuchar el eco de tu voz, para que no me abandone, para no sentirme sola. Para estar bien, en definitiva. Al final no has venido, no hemos podido encontrarnos. No sé si es que son demasiados kilómetros o es que a veces las cosas estan predestinadas a salir mal: los viajes, los reencuentros, los deseos, los sueños... son palabras demasiado bonitas ¿verdad? ...Dime que sí... pero dime también que mañana sí vendrás. Que nos encontraremos en ese lugar.
Tú deberás recorrer más camino, yo solamente tendré que intentar aplacar mis nervios durante cincuenta minutos, esperando verte fuera de la estación. Tampoco estoy segura de que mañana por fin podamos vernos (perdona esta incredulidad).
Y si empiezo a decirte qué es lo que siento cuando pienso en mañana, en ti, en mí... debería decirte que tengo miedo (lógico e irremediablemente inevitable en mí). Pero sí, es cierto. Siento miedo. Y no el típico miedo de quedarme en blanco y no saber qué decirte, o el miedo de no tener la oportunidad de decirte que te echaba de menos y que en el momento en el que te gires para atrás o mires hacia otro lado o en el instante en que pestañees, y tus ojos no se encuentren con los míos, ya te estaré echando de menos. Bueno, tal vez también sienta una milésima parte de estos miedos. Pero el miedo que más me ocupa es el de decirnos adiós, y que a partir de ahí, el tiempo o tú, o ambos, os encarguéis de borrarme, de anularme, de dejarme fuera, o detrás de la línea. De no dejarme aparecer de nuevo. Siento ese miedo angustioso de "perdernos" físicamente...para acabar perdiéndonos del todo. Y que todo te parezca un espectáculo demasiado bonito pero difícil, y que abandones todas tus fuerzas, o que...simplemente, el motor de tu corazón decida latir de otro modo, y ya no por mí.
Y en cambio, yo, por mi parte, no hay nada que desee más que mi corazón lata por ti, hacia ti, mirando a tus ojos y viendo los que ellos ven, (también). Ojalá mañana sí podamos vernos. Y ojalá mis pupilas sepan decirte qué quiero que sepas. Y ojalá los minutos se vuelvan más lentos, se transformen en algo todavía más grande y me dejen tenerte más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario