viernes, 29 de mayo de 2009

Tiempo muerto

Sigo perdiendo demasiado tiempo con tu recuerdo, que, podría, perfectamente, invertir en estudiar los últimos exámenes de mi carrera. Pasar menos sueño e imaginar, también, menos. Menos cosas que ya no llegarán.
A veces siento que yo te ofrecí unas tijeras nuevas, y que tú las estrenaste para romper el lazo estrecho que nos unía. Y digo estrecho porque a pesar de tanto tiempo sin saber el uno del otro, el encuentro fue bonito. Con esto me refiero a aquellas conversaciones de tarde mientras el verano se acababa, y también, a las conversaciones posteriores, a las risas por teléfono, a los sábado por la tarde cuando sonaba mi móvil o el tuyo. O algunos domingos. O los mensajes espontáneos que me enviabas cuando a Madrid le daba por nevar, cuando tus profesores no acudían a clase o cuando acababas tus exámenes y querías irte de fiesta. Probablemente, antes, tenías la necesidad de decirme esas cosas, o simplemente, de llegar al tope que te pone el contrato de la empresa telefónica a la que perteneces. Pero...otras veces, he llegado a pensar (y últimamente), ¿ya no le hará falta llamarme? ¿ya no querrá saber absolutamente nada de mí? ¿no le importa que sea o no feliz? ¿habrá sopesado la idea de volver a verme? ¿sería capaz de venir,o , por el contrario, de querer arreglar las cosas?
Pero yo sé que el orgullo pesa mucho. No por experiencia propia, sino porque lo he identificado en muchas otras personas. Y tú lo tienes. Si a eso, le añadimos que siempre quieres quedar por encima...pues imáginate. Menudo puzzle... Somos incapaces de encajar. Tú no vuelves y yo me niego a aparecer.
Me muerdo (menos) las uñas, gasto más tiempo en pensar cosas que no valen nada, mareo a mi cabeza de tanto hacerle recordar momentos cortos aunque intensos que viví a tu lado. Vivo de la mejor manera que sé (no la única). Y debería cambiar de mentalidad, cambiar, como tú dijiste cierto día que no era capaz. Y posiblemente llevabas razón. Y puede que todavía la lleves, pero creo que muy poco a poco, puedo conseguir borrarte, dejarte a un lado. Vivir como quiero, con quien quiero, haciendo lo que más deseo.
A ti nunca se te dio bien eso de aclarar las cosas (menos los sentimientos)... y a mí nunca se me dio bien resignarme. Somos más que incompatibles. Y yo contra eso no puedo hacer nada. No tengo fuerzas, energías... y si comienzo una lucha y recibo una derrota, me lo tomaré como algo personal. Entonces dudo que pueda salir a flote como he hecho tantas otras veces porque para entonces se tratará de ti, y nunca había pasado esto. Nunca nos habíamos perdido tanto. Negado tanto. Ignorado tanto. Puede parecerte una tontería, y mucho más, que yo te escriba tantas frases que quizás nunca lleguen a parar a tus oídos, y a tus ojos. Pero yo no puedo evitar que sienta más que nostalgia cuando veo tu nombre en un anuncio, una de tus camisetas en el cuerpo de otro chico y las fotografías que trato de mirar sólo una vez al mes para no dañarme tanto. Es difícil explicarlo, pero sé que también es difícil entenderlo, al menos a ti te costaría comprender por qué razón estoy así.
Y si me preguntaran...no sé si estoy dolida, rendida, decepcionada... Supongo que siempre esperé tu vuelta. Y cada día que pasa, es una cuenta atrás más sobresaliente que acabará en el día de tu cumpleaños, y mantengo la firme decisión de no hacerlo, de no felicitarte, de no escribirte la canción. Y puede que me visite la tentación de llamarte, y de preguntarte qué tal... pero vuelvo a negármelo. Solamente conseguiría rebajarme a una actitud que tú nunca tomaste conmigo pero yo sí... y sería bajar demasiados escalones de golpe que ya me han costado lo suficiente, durante todas estas semanas.
Si no has aparecido hoy, ayer...antes... no aparecerás más tarde. O quizá sólo cuando sufras. O cuando lo veas todo negro. O cuando no tengas nada que hacer. O cuando te aburras. O cuando, por casualidad e involuntariamente, te acuerdes de mí.
Y sin embargo, también puede ocurrir que nunca hagas nada de esto. Ni llamadas, ni cartas, ni señales de vida. Ni perdones a destiempo. Ni excusas. Ni sentimientos de culpa o arrepentimientos. Puede que nada de esto. Puede que ya esté reciclado mi número, y con él, mi dirección. Puede que ya forme parte (pequeña) de tu pasado, y ya no quede nada.
Para mí, de hecho, tampoco debería quedar nada. Pero alguien muy importante en mi vida me ha dicho que sólo puedo vivir de alguien que me ofrece e ilusiona mucho...y tú con poco, con muy poco, lo has hecho. Y sin darte cuenta. No sé... es duro (pero a la vez bonito) afrontar que la única presencia de una sola persona, puede hacerte extremadamente feliz.
No voy a pedirte que lo entiendas. Ni yo lo entiendo demasiado. Pero sigue pasando el tiempo y yo lo gasto en intentar reunir pensamientos que no lleven tu nombre. Puede que lo consiga, y puede que no. Sólo sé que no hay vuelta atrás, ni oportunidades, ni tiempo muerto.

2 comentarios:

  1. Ay niña, yo también pierdo demasiado tiempo en pensar en él...
    Pero no dejo pasar nada...
    Ya no, porque aunque me duele, aunque me jode no saber nada de él, siento que no puedo esperarle más...

    Un beso grande

    ResponderEliminar
  2. ¿no le importa que sea o no feliz?

    Me quedo con esto y tu deberias quedarte lo mismo! ni un que tal para ver si eres feliz o no, lo dice todo...

    ResponderEliminar