lunes, 12 de julio de 2010

Conversación de autocar.

Mientras el recorrido del autobús iba llegando a su fin, porque recordemos que yo no soy chica de aviones ni de ferrys, sino de autocares de toda la vida, el viajero de al lado charlaba pausadamente por teléfono. Me ha parecido un hombre tranquilo y sosegado, y al darme cuenta que estaba hablando de la vida en general, con toque filosófico y palabras varias, me he sumergido en su conversación. No he podido adivinar si era su expareja, o en cambio, una amiga bastante triste y enfadada con el mundo. Aún así, me quedo con las palabras del viajero:
"Igual tienes que pasar por todo esto para que luego tú estés mejor".
¿Y sabéis que pienso? Que este hombre de piel morena y gafas pequeñas, lleva razón. Quizá tengamos que pasar por muy malos momentos para ahorrarnos un mayor sufrimiento después.
Porque pienso, ahora más que nunca, que las tortas y las decepciones que me han ido generando las personas en estos últimos meses me han servido para descubrir cómo y con quién quiero estar cuando pase el tiempo. Y está claro que no existe una llave que abra la puerta de la felicidad, ni siquiera de la serenidad, pero si todo lo malo que pasamos ahora va a beneficiarnos cualquier otro día, bienvenido sea.
Porque más vale tarde que nunca, aunque joder, me di cuenta bastante tarde de lo que era malo para mí, y de entre todo eso, tenías que estar tú.

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