lunes, 4 de octubre de 2010

Por muchas razones.

Te quiero por lo que eres, por lo que hemos compartido, por las veces que retaste a la madrugada, por las noches que te aliaste a la vida y tentaste al sueño. Te quiero porque le diste la espalda al olvido durante muchos minutos de muchas noches, estirado sobre tu asiento, viendo mi boca moverse, mis manos moverse, mi pelo moverse. Te quiero porque durante muchos días seguidos me creí ser algo tuyo, algo importante, muy importante. Te quiero porque tu estómago también dio pequeños toques de atención a las cinco de la madrugada, antes de todo lo que después sucedió. Te quiero porque me hiciste reír de verdad y como nadie, como nunca. Te quiero porque te gustó el juego de escribirnos mensajes en la tripa y en la espalda mientras jugamos a vivir. Te quiero porque a cada una de tus miradas, le seguía cada uno de mis besos. Te quiero porque contigo las noches eran siempre estrelladas y los días estaban llenos y llenos de rayos de sol. Te quiero porque a tu lado hacía más calor, y al mismo tiempo, sentía escalofríos con la yema de tus dedos entre mi oreja y mi cuello. Te quiero porque me hiciste feliz con muy poco. Te quiero porque te creí bueno, inocente, casi perfecto. Te quiero porque te pusiste celoso uno de los días que no pude quedar contigo. Te quiero porque temías que pudiera preferir a otra persona antes que a ti. Te quiero por esa actitud infantil y entrañable a la par. Te quiero porque te he querido durante muchos años y porque sin salir de la gasolinera, ya hiciste despertar todos esos sentimientos. Te quiero porque te dejabas mirar, y sobre todo, te dejaste querer. Te quiero porque la primera vez que fuimos al cine no podías estarte callado y yo me reía en bajito pensando que era eso precisamente lo que quería repetir cien veces y otras cien más: tocarte el brazo, sentir que estaría siempre cerca tuyo, quererte en cada respiración suave y latente, y sentir tu inspiración. Te quiero porque no puedo remediarlo, y porque acostumbro a dar sin pedir nada a cambio. Te quiero porque mi corazón siempre traza su propio camino, y escribe sus propios decretos, esos que yo no puedo modificar aunque me hagan mucho mucho daño. Como tú. Por no saber hacerlo mejor.

3 comentarios:

  1. A esto le llamo yo una declaración de amor en toda regla.

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  2. Si es que hay muchas razones por las que querer, aunque no pensemos en ellas cuando nos enamoramos.
    Y nunca sabemos que nos hará tanto daño, o al menos intentamos convencernos que no es cierto.
    Deberíamos de valorarlo todo antes de ofrecernos en cuerpo y alma, porque un amor que no vale la pena, es un amor escrito para fallar.
    Al menos, que nos queden buenos recuerdos.
    Un beso!

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  3. " Te quiero porque no puedo remediarlo " .
    Eso fue. . .
    ¡ interesante ! . Saludos.

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