viernes, 13 de noviembre de 2009

Petons al nas


No mereces que sueñe contigo, no aún. Debieron acabarse los sueños con tu rostro, con tu cuerpo. Debieron acabarse para mí. En este último aparecías, incomprensiblemente, en el portal de la que fue mi casa durante catorce años, en compañía de un gran grupo de amigos. Yo, imbécil de mí, aún sonreía desde fuera, y te llamaba. Tú simplemente me mirabas, sin mostrar emoción alguna (como casi siempre, como ha sido asi siempre que tus ojos se han encontrado con mis ojos), y después aparecía la que es tu pareja en estos momentos.

Supongo que es demasiado incomprensible soñarte de este modo, y que no podamos controlarlos es lo que más me saca de quicio algunas mañanas. O que mi memoria no trabaje a esas horas tan tempranas ni que tu nombre salga más en la voz del señor de la radio o que se me olvide pronunciar las letras que forman tu nombre. Que no me duela decirlo cuando tengo que abrir cada mañana a dos niños del colegio. Que no vea tus fechas de nacimiento en papeles que tengo que traspasar a la memoria de un ordenador, en el trabajo. Que no suenen canciones que intuyo que a estas alturas tú ya habrás escuchado.

No, no quiero eso. Quiero todo lo contrario. Quiero que te conozcas a muchas Lauras en tu vida y pienses si guardo algo en común con ellas, y que, entonces, eches de menos algo de mí en ellas. Quiero que identifiques mis ojos en otros ojos, y mi sonrisa en otra sonrisa de cualquier otra chica de la ciudad. Quiero que sueñes conmigo de tarde en tarde y te acuerdes tan perfectamente como me acuerdo yo al amanecer. Quiero que escuches un par de canciones de las que te regalé, y te duelan. Quiero que te prometas no olvidarme nunca. Quiero que quieras extrañarme el resto de tu vida, y, por consiguiente, preguntarte cada martes ¿por qué narices llegué hasta hacerla tanto daño? Quiero que te culpes por no haber sabido ni querido reaccionar, sobre todo por eso, por no haber querido. Quiero que luches el dia de mañana por otras personas que ya no serán yo. Quiero que te propongas hacer feliz a las personas que necesiten de tu calor y compañia, como yo, en su dia. Quiero que te acuerdes de la foto que te di con catorce años y te pedí tantos años despues. Quiero que alguna vez seas capaz de querer o admirar a alguien como yo contigo. Quiero que un día seas valiente como para abrir los ojos al cien por cien. Quiero que no juegues con los sentimientos latentes del resto del mundo. Quiero que no seas tan indiferente hacia la sensibilidad de las mujeres que formarán parte de tu vida, pues yo, ya no. Quiero que recuerdes la manera en que solia enviarte los besos, darte las buenas noches y llamarte algunas madrugadas para contentar tus oidos con melodías alegres.

Quiero todo eso, y sé que es imposible. Porque se que si no me has valorado hasta este momento, no lo podrías hacer nunca más, por mucho tiempo de ventaja que pudiera darte. Nunca nos encontraríamos en el mismo punto y yo, al final, me cansaría de esperarte, de darte/nos, una segunda oportunidad, de seguir dejándome la piel y las lágrimas por algo que después, no merece tanto la pena.

Se acabaron las palabras de tarde, se acabaron las noches y letras compartidas, y se acabaron els petons als nas.

Asi de triste (para mi), pero asi de real.

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