miércoles, 6 de enero de 2010

Y a ti te dará igual

Me iré de aquí para no volver después. Me cambiaré de casa, de teléfono, de dirección. Me cortaré el pelo un poco y me compraré camisas, chalecos de lana fina y unas botas sin tacón pero altas. Hasta las rodillas. Me pintaré bonita la cara y me vestiré con la sonrisa más acorde al día de un sol grande. Me emborracharé la noche de un viernes en compañía de alguien que no sea tú y me harán daño otra vez. Me enamoraré, y me acostaré con otros tantos tíos que no llevarán tu nombre. Me harán gemir de placer y gritar de felicidad. Me acercarán a un cine de verano y a la ola más templada del mediterráneo. Y pisaré esos granos de arena que en su día pisé contigo; cuando tú aún llevabas aparato y mis pechos seguían desarrollándose.

También me invitarán a comer en un italiano y me sentiré afortunada, feliz. Y volveré a sufrir. Y tendré esas taquicardias que tan poco me gustan y me remataré a mi misma con cafés cargados. Y tendré algún pequeño accidente doméstico o me romperé algún hueso sin importancia. Lloraré al ver una película muy triste, o al escuchar una de las canciones más lentas y suaves. Releeré tus cartas por penúltima vez y me mentiré al escribirlo, decir(te)lo. Me inventaré una segunda vida contigo y tú...

Tú estarás bien. Y no te importará que (me) ocurra todo esto aún sin estar tú. Porque te resultará bien indiferente que disfrute de otros, con otros, o que me aleje de ti, o que trate de respirar bien pero lejos de ti. Y olvidarás cómo era mi casa cuando aprendimos latín entre el calor del radiador más viejo. Y tratarás de perder recuerdos que de poco te servirán entonces, cuando tengas tu vida completa, y tú te sientas pleno, y realizado. (supongo). Y romperás alguna que otra foto y alguna que otra carta, y con ello, porciones de amor condensando en letras que forman verdades y componen versos de admiración.

Tú, entonces, habrás olvidado cómo es mencionar las cinco letras de mi nombre, y dejarás de recordar todos los apodos que te inventaste para mí. Y no me imaginarás de ningún modo. Ni rubia, ni morena, ni triste ni feliz. Porque puede que aún cuente en tu vida, pero seguramente ocupe uno de los últimos puestos. Y de alguna u otra forma, habremos perdido tanto en tan poco. Y así es la vida, pensarás. Y no te dolerá.

Pero a mí, a mí me joderá en lo más hondo. Así de claro, y de triste. Así de cierto.

1 comentario:

  1. Es un texto precioso, triste, melancólico...
    Y tristemente realista...
    Que no te importe a ti...

    Besos

    ResponderEliminar