lunes, 6 de septiembre de 2010

En resumen.

Seguramente no puedas ponerte en mi situación. Muy seguramente jamás podrás acercarte a esto que siento por ti. No sabes lo que es quemarte por dentro cuando estás en el trabajo y al pedirle los datos a alguien a quien no conoces, me pronuncie tu nombre dos veces seguidas por si no lo he oído bien. Tampoco sabes lo que es salir a las ocho de la tarde mientras tus padres te esperan en una terraza para tomar algo y de vuelta a casa saludan a alguien y te dicen su nombre. Joder, ¿también tenia que ser el tuyo? ¿Es necesario escribir, escuchar y leer tu nombre casi por triplicado en menos de 8 horas? Esto no debería ser así. No.Yo debería tener un radar en el corazón, una cremallera funcional con la que poder ponerme a salvo.Yo debería haber resuelto ya la ecuación exacta, debería haber puesto en práctica desde el primer día la teoría que me salvaría del ahogo, de la pena más profunda. Debería haberte querido un poco menos. Y debería, como mínimo, haberte prohibido besarme más de la cuenta, para no llevarme tu olor, tus ojos en mis retinas, tu risa en mi cabeza, tu manera de mover las manos, tu manera de toser, tu manera de estornudar, tu manera de caminar, tu manera de bromear conmigo, tu manera de fingir que tu coche ya no está donde lo dejaste, tu manera de devorarme la boca a las dos de la madrugada. Pero, como siempre, no aprendo. Porque llegados a este punto, no necesito a alguien que me enseñe como hacerlo, solo necesito a alguien que me frene a la hora de querer para no dejarme encima del asfalto el cariño sobrante que al resto no les hace falta. Como a ti, que quizá todo te pareció demasiado.
Pero ya no me resigno pensando que llegué en el momento equivocado, en un instante de tu vida erróneo, en el capítulo impreciso. No. Lo he dejado todo en tus manos y lo único que puedo pensar es que los dos estuvimos equivocados. Pero no vas a aparecer, no vas a convencerme de lo contrario. Ni siquiera vas a gastar de tu tiempo en escribir un resumen como hacíamos de pequeños sobre todo esto. Ni siquiera te molestarías en poner un título a la redacción cuyos protagonistas fuéramos nosotros. Ni tan solo te esforzarías por escribir un final cualquiera para los dos.

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