Odio esos días en los que te sientes algo mejor frente al espejo y comienza a removerse tu estómago porque sabes que vas a verle, y piensas que todo lo que hablasteis, sucederá. Pero no. Es difícil asumir como un dia que empieza genial, acaba volviéndose horrible. ¿Por qué? Quizá porque estaba en su poder sacarme una sonrisa, y evitar mi tristeza, con tan sólo secuestrarme dos horas más en contra de mi voluntad, acariciarme los pómulos o mirarme más a los ojos. Pero nada de eso ocurrió. Al contrario. Supongo que no debí parecerle demasiado importante, supongo que le interesaba mucho más la gente que nos rodeaba, la televisión de fondo que mis labios decodificando palabras con la única pretensión de captar su atención. Pero me sentí tremendamente estúpida, inútil y pequeña. Asi que lo único que puedo decir es que lo que no sabe es que me volví con los ojos frenando agua, que antes de entrar en aquel museo pronunciado, hice una fotografía a una pareja feliz. Y ya dentro, en cada cuadro, en cada paisaje, me habitaba con él,y con la idea de vivirle de otra forma.
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