lunes, 27 de septiembre de 2010

La tarde en que no le visitaron las musas.

Todos hemos hablado alguna vez de “querer y no poder”, pero casi siempre pasamos por alto lo de “Poder y no querer”. Eso es lo que a mí me ha pasado con él. Un encuentro esperado en el que le regalo más de diez sonrisas con la esperanza de que me contestes facialmente con alguna de las suyas. Pero no lo consigo. Y si ni tan solo me regala una sonrisa... ¿como iba a regalarme un beso? Por eso os menciono que las situaciones del poder y no querer acaban arañando el corazón, las pupilas y otro cumulo de partes de nuestro cuerpo en los que sentimos demasiado dolor. Yo, sobre todo, sentí desilusión, por un gran listado de cosas que percibí, pero creo que enumerarla me haría mucho más daño. Sólo sé que a veces esperas que alguien te roce la espalda con la palma de sus manos, o que nazca de él enviarte un mensaje telefónico que suene sincero. Esta vez él no ha querido estar cerca, no le han visitado las musas y a mí me ha creado un pequeño vacío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario