miércoles, 18 de marzo de 2009

Desconcertante/Impredicible

Volvimos a enfadarnos, a decirme que no se podía hablar conmigo de esos temas y yo pasé a decirte que era contigo con quien no se podía hablar... Decidí que era mejor que dejáramos de hablar, de vernos... tú, sin embargo, no opinabas lo mismo, pero no importó...perdimos el contacto durante unos días... y, después de saber que volvía a estar en esa ciudad...apareciste en mi teléfono. Es difícil ignorar a las personas como tú, tienes algo, algo...que no sé explicar muy bien el qué es, ni por qué me influye tanto.
Decidí descolgar, escuchar tu voz... y dejar que nos viéramos. No sé si fue buena idea, pero, en realidad...para qué negar algo que siempre has sabido: siempre he querido verte. Quedamos en tu barrio, yo llegué antes, y no paraba de moverme, de dar pequeños pasos, buscando tu cuerpo y tu cara a lo lejos, en dirección contraria por la que terminaste viniendo. Viniste y nos fundimos en un abrazo. No sé cuánto cariño puede caber en un abrazo, ni cuántas porciones de complicidad o de "te echo de menos" o de "me hacía falta verte"...en un pequeño abrazo.
Hablamos mirándonos a la cara...y, como siempre, yo te pedía que dejaras de hacerlo porque me ponías nerviosa. Sabes cómo mirarme para que yo esté así de nerviosa, sabes que no apartas la mirada y que después dices que tu mirada apunta hacia otro sitio para quitarle hierro al asunto...pero el caso es que nos seguimos mirando y después paso yo a ser quien te mira directamente y casi sin pestañear. Y quien te pone nervioso. Quizá por eso, y porque era de noche, y porque hacía meses que no nos veíamos... quisiste besarme. Besos inocentes que muy probablemente no signifiquen nada.
Como te dije y como escuchaste..."tú eres desconcertante y yo soy impredicible"... Algo que no se puede cambiar a estas alturas. Tú miras y yo escucho. Tú consigues y yo prefiero. Te mentiría si dijera que ojalá no me hubieras besado, porque, al fin y al cabo, es algo que he estado esperando durante 6, 7,...años. Pero también te aseguro que desde hace mucho tiempo dejé de esperar algo así, por tu parte. Supongo que hay cosas a las que nos limitamos a observar desde lejos, y las consideramos inalcanzables aún subidos al más alto de los peldaños de cualquier escalera que llegue hasta tu nariz.
Me gustaría poder decirte que después de esos pequeños, inocentes y dulces besos...dejé de pensar en ti. Pero, como acostumbras a hacer, vas descolocando mis pequeñas ideas que habitan en mi cabeza, y te instalas en ella, y te vas paseando libre y pacientemente. Sin prisa. Después vuelves a descolocarme porque dices que fue una confusión, y a continuación, vuelves a descolocarme (más y mejor) porque "hay cosas que si no se qieren hacer, pues no se hacen, pero hay otras cosas que si se hacen, es porque en el fondo se quieren hacer"...
... Supongo que dejé de saber cómo interpretar tus palabras (también tus gestos). No sé qué quieres decir con cada una de tus frases, que cada una es contradictoria respecto a la anterior. Y no sé qué pensar...y eso me pone nerviosa. Como tus ojos fijos a las diez de la noche. Como mi sonrisa, grabada en tu mente, haciéndome entenderlo mientras señalas tu frente con tu índice. Supongo que es lo que más te gusta de mí, bueno, debo rectificar...es lo único que te gusta de mí, y tampoco lo suficiente como para haberte planteado alguna vez que me hubieras podido mirar desde otra perspectiva, como si yo sí pudiera ser algo más...
Pero hay cosas que nunca cambian. Y sabes que siempre estaremos así... pero durante estos días se me ha pasado la imagen de tus labios en mis labios, de mi posterior cara de asombro, y de las ganas inmensas de recibir otro intenso y largo abrazo. Y mirarte desde abajo, y ponerme de puntillas. Y pensar que no quería que te marcharas. Y gastar las últimas gotas del tiempo que me quedaba. Y caer, y recaer... Así funciona todo.
Y que vuelves (más) a mi vida cuando sabes que estoy aprendiendo a ser feliz (de nuevo), con alguien... y pensar que no es justo, pero que yo te dejo la puerta más abierta que entreabierta, y entonces, mea culpa est... Y soy consciente que en esos instantes dejo de aprender...
Y si nos volveremos a ver...no lo sé, y si volverás a besarme, estoy segura que no... Supongo que ese momento de intimidad como tú definiste, no volverá a repetirse. Y será lo mejor...(pues esas son nuestras palabras): grandes, inmutables...como si fueran siempre a respetarnos. Como si fuéramos siempre a tratarnos bien.
Te dejo una pequeña caja de chicles de fresa cerca del cambio de marchas, te miro sin que te des cuenta mientras vas girando el volante levemente, me miras mientras contemplo el rojo del semáforo de mi derecha y me terminas robando tres, cuatro besos que me llegan al alma y, a la vez, te regalo los besos que, de algún modo, siempre he querido darte.
Te dejo un gran puñado de cariño en tus mejillas, y en tus brazos, y en tu espalda. Y que a veces no comprendes nada, y otras me resulta difícil entender cosas como aquellas. Y que tengo que dejar de esperar que algún día estés dispuesto a explicármelas como lo harías con cualquier otra persona. Pero no sé si es que no tengo tanta paciencia, o que, simplemente, me sacas de quicio por momentos... Y preguntarme si puedo echarte de menos y querer ser capaz de ello.
(¿) Puedo empezar. (?)

2 comentarios:

  1. Sí que eres impredecible sí...¿me he perdido algún capítulo?

    ResponderEliminar
  2. Te entiendo perfectamente...
    Nuestras historias no son tan diferentes...


    Un beso

    ResponderEliminar