sábado, 24 de abril de 2010

Cuestión de pecar sin darme cuenta, o ser como he sido siempre.

Que peca de autoestima baja, le dicen. Que tiene que sonreír más, esta vez.
Que la vida no es tan sencilla ni tan fácil piensa ella. Que por una vez esconde las sonrisas demás para que nadie se las robe y así, a ella no se olvide cómo es eso de sonreir cuando el corazón lo exige. Que se le atranca la voz. Que se le atropellan las miradas en imágenes sinsentido. Que no puede volver a depositar por entero sus latidos y su aliento en cada escena, en cada beso. Que le gustaría apropiarse del resto de positividad que le sobra a la gente que conoce. Que daría la mitad de lo que tiene por confiar en sí misma el doble de lo que, hoy por hoy, confía. Que dejaría de esconderse bajo un cuadro de Van Gogh si le aseguraran que todo marcharía bien a partir de ahora. Que todo sería diferente si hubiera acertado a la hora de querer, de ilusionarse, de caminar. Pero tal vez peque también de mala jugadora en la vida. Pero tampoco se lo repite cada día para no martirizarse. Prefiere arroparse, sentir el viento correr, cerrar los ojos, y pensar que un día, no sabe cómo ni cuándo, todo le parecerá más sencillo, y su corazón se habrá rejuvenecido.

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