miércoles, 21 de abril de 2010

No me gustan los lunes.

Hay ciertos días que sientes que tu día no va a ser aburrido, ni pesado, ni agobiante, ni siquiera estúpido. Pero hay otros días que nada más dar un paso sobre el suelo de tu cuarto, intuyes que tu día va a ser realmente horrible.
Pues bien, este lunes fue así para mí. Hacía tiempo que no estaba tan desanimada ante esas horas de lunes que todavía me quedaban por vivir y se me antojaban extremadamente largas. Y como en la mayoría de las ocasiones en que me acompaña mi intuición con una idea fija e inamovible, fue así. Un día negro, roto, triste. El único lunes desde que acabó el verano que decido salir antes de casa para comprarme un café para llevar al trabajo en esa cafetería que tanto me gusta y que no llegué a ir nunca contigo; y para algo diferente que decido hacer, solamente consigo fastidiarme el lunes todavía más.
Te veo en esa esquina, doblándola con tu coche y con la que ahora es tu pareja. Y entonces me tiemblan las piernas, y no hago más que repetirme "Ojalá no me haya visto" "Ojalá no me haya visto"... Por si asi se cumple. Aunque así fue.
El lunes siguió siendo bastante feo. Me anclo a la silla de la oficina con mucho desánimo, mi jefe me pregunta qué me ocurre, y en vistas de que soy capaz de contarle que ya no confío tanto en la vida desde que me hiciste daño; prefiero decir que estoy cansada.
Sin embargo, el martes fue un día alentador, dichoso y realmente feliz y sorprendente. Si compartiéramos aunque sólo fuera algo en nuestras vidas, te hubiera llamado, te lo hubiera contado, te habría transmitido mi alegría y contagiado toda mi felicidad condensada en apenas unos minutos. Pero ya no es así, y en cierto modo, necesito que sea así.
No quiero que sepas qué es lo que me hace feliz, y si alguien es capaz de sorprenderme. Y quien. Sobre todo quien.
Con todo esto sólo quería decirte, que a veces me molesta a mí misma tener que experimentar lo que es pasar de 0 a 100 en simples horas, o incluso minutos.
Pero gracias a él, he pasado toda esta semana sin acordarme tanto del lunes, para pensar únicamente en hoy, y ahora.
Su sorpresa lo ocupa todo, lo llena todo. Y tú, tú puedes quedarte todos los lunes que quieras. A mí no me hacen falta ya.

1 comentario: