domingo, 25 de abril de 2010

Segundas partes.

Se supone que la quería, que la adoraba, que era mucho y a cada paso, la mitad de su vida. Se supone que cada tarde ansiaba encontrarla a mitad del camino, en el museo contemporáneo de la ciudad. Se supone que si la echaba de menos, verla en la pantalla de su teléfono le llenaba de alegría. Se sentía acompañado. Se supone que no paraba de soñarla, que no paraba de amarla ni un solo momento, ni siquiera en los enfados más sonados, en los días distantes o en las noches grises. Se supone que su sonrisa iluminaba sus mañanas y sus ratos más amargos. Se supone que eran sus manos, las de ella, las más adecuadas para secarle las lágrimas, sus ojos, su rostro. Se supone que sus manos eran las perfectas para anudarse a ellas en días de feria, de luces, de buenos tiempos. Se supone que no se cansaba de ella ni cuando ella estaba triste y no podía robarle una sonrisa al día. Se supone que nunca se agotaba si ella se enfadaba o se quedaba lejos de sus brazos. Se supone que ningún día sobraba de sus calendarios si ambos seguían juntos. Se supone que lo suyo era de ella, y viceversa. Se supone que compartir sus sentimientos era lo más hermoso que había en su vida. Se supone que cuidarla era su mejor pasatiempo, y adivinar la emoción que se escondían sus labios, el jeroglífico más entretenido. Se supone que era valiente y quería conservarla. Se supone que su pelo era el más sedoso, y sus ojos, los más bellos. Se supone que no quería dejar de besarle nunca. Se supone que fueron años buenos, felices, bonitos, azules. Pero todo se supone, porque ahora ella no puede creerlo. Ella ya no tiene miedo, pero sí desilusión. Ella creía que habían sido años de amor inmenso, de confianza mutua; hasta que, después de dos años después de todo aquello, él le confesó que lo más valioso,lo único perfecto, fueron los diez primeros meses.
¿10 meses? Ella querría reirse, pero solamente llora. Se enfrenta a una verdad, a un pensamiento que le duele. Ojalá me lo hubiera dicho antes, ojalá hubiera tenido el valor de decirme que el resto de días no fueron tan felices como aparentaban.

Sin embargo, ella sigue pensando que aquellos veranos, que aquellas tardes de arena y agua, de apuntes compartidos, de meriendas creadas a base de risas y miradas furtivas, era todo lo que necesitaban, lo que les bastaba para ser todo lo felices que nunca habían imaginado llegar a ser.

Pero todo fue mentira.

Y se supone que él le habría querido para siempre, que nunca le haría daño por nada del mundo, que le socorrería siempre, que le dolería su dolor, que le guardaría un sitio en su corazón, aunque pequeño, pero cierto. Se supone que ella seguiría siendo algo, para él. Pero todo se supone, porque todo dejó de ser todo para ser nada.
Se supone que encajaban, se supone que se iban a querer siempre de alguna u otra manera.
Pero en el último momento, él la jodió,la jodió como nunca. Y se supone que las personas se merecen segundas oportunidades.Ella se la dio. Él no quiso aprovecharla. Todo se desmoronó.
Y al final, ella sólo puede gritar al viento que Las segundas partes, nunca fueron buenas.

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