viernes, 26 de junio de 2009
El verano
jueves, 25 de junio de 2009
Otra de tantas promesas
domingo, 21 de junio de 2009
Idiota
Hoy me doy cuenta que como tú dijiste cierto día, después de saber lo que es verte, a mí me hace falta hacerlo. Es decir...viajar, quedar contigo, verte un rato y hablarte. Que me invites a una coca-cola, que te cuente mis cosas, que nos miremos unas cuarenta veces por minuto y gires la cabeza y yo te pida que no lo hagas. Que me acompañes a comprar cualquier tontería como en diciembre y como en marzo, y que de camino te rías, o sonrías. Viene a ser lo mismo. Se adelgazan tus labios y todo parece estar en calma. Parece que hasta nos llevamos bien, y entonces en ese mismo instante sé que añoraré ese momento. Y que formará parte de mí.
Quizá escriba sobre todo esto para no olvidarlo. Sé, después de tantos años, que si no escribo sobre lo que vivo o lo que me hacen vivir, lo olvido. Y no hay nada más triste que el olvido de las cosas buenas, de las cosas bonitas. Y tú has hecho cosas buenas y bonitas por mí, aunque no hayas sido consciente de ello, o aunque lo hayas hecho sin querer.
Recordemos que un simple beso en la mejilla o el brillo de unos ojos alegres pueden curar viejos rencores, miedos, o ganas de exclamar verdades que no duelen.
Hoy comienza el verano y sé que tú vas a ser muy feliz. Yo seguiré con mi vida, como hasta ahora. Algunas cosas cambiarán los días siguientes... Quizá deje a la persona que me quiere porque yo no siento ni la misma ilusión ni el mismo amor, quizá me entere que he aprobado todos los exámenes y soy maestra de primaria, quizá disfrute del mar y de las olas como hace una década, y quizá vuelva a enamorarme. Pero sólo quizá. Y tú no serás testigo de todo esto, porque no llamarás, porque no te interesarás, porque no querrás saber, porque no querrás oír... y yo extrañaré tu risa por teléfono, tus despedidas por escrito y tus frases que cortan la respiración una vez cada tres semanas. Y me acordaré de tus palabras y las arrastraré conmigo.
Y quizá sienta la necesidad de escribir más sobre ti, pero entonces me enfadaré conmigo y pararé. Dejaré de teclear, me ataré las manos, y trataré de olvidarte. Pero a continuación de todo esto, intentaré engañarme, y no lo conseguiré.
Y volveré a decirme muy despacio lo idiota que puedo resultar si trato de olvidar tus ojos, tu pelo y tus manos. Y lo idiota que soy, al mismo tiempo, de recordar todas esas cosas cuando hasta hoy, ya, todo, ha dejado de merecer la pena.
Permíteme
Algunos días te resistes a marcharte, otros intento espantar tu recuerdo de alguna triste manera, no siempre acabo consiguiéndolo. Algunos días me gustaría saber qué estás haciendo, qué criterio sigues para valorar las cosas que te rodean y en qué medida eres feliz. Algunos días me intento preguntar si a ti te importa que yo sea feliz, que ame o que (te) odie. Pero ahora da igual.
Pero en realidad, y en lugar de decirte todo esto, tendría que pedirte que no me permitieras que te escribiera (tanto) y tantas verdades, sólo así puedo dejar de desnudarme ante ti y cambiar. Eso que tú dices que yo no sé hacer.
En realidad deberías aparecer, y decirme todo lo que nunca dijiste. Pero te conozco, y te conoces. Y no lo harás. No aparecerás. No me permitirás, y seguirás sin saber que te escribo y aunque lo sepas (si lo sabes, un día), tampoco (y tan poco) importará.
Sueños (II)
Y yo, mientras, aquí, sin saber qué siento, sin saber por qué narices tengo que soñar contigo, con esos dobles “te quiero” que no son verdad, con una visita múltiple (pues venías con tus amigos y con la chica que te gusta). Comprende entonces que este sueño sea algo raro para mí, intentando entender que venías a verme pero también con la chica de la que estás (y estarás) enamorado. Y el sueño ha sido largo, pero aún así, no nos hemos visto. Me hubiera gustado saber cómo habría sido el final del sueño, supongo que nos hubiéramos encontrado y hubiéramos hablado de cosas parecidas de las que siempre hemos hablado las veces anteriores en que nos hemos visto en Madrid. Y quizá yo hubiera tenido unas ganas irrefrenables de besarte, pero es aquí y ahora que siento que me estoy delatando demasiado, aunque también sé que nunca podría estar contigo porque por extraño que parezca, yo sé que a ti no te basta con que una persona te quiera mucho y para siempre, tú quieres una chica difícil, alguien que se te resista, alguien que te venda sus sonrisas...y yo soy todo lo contrario a eso, pero tú ya lo sabes. Yo, en el terreno del querer, me entrego, y doy todo lo que tengo sin pensar en las consecuencias, y regalo las sonrisas con el deseo de que queden suspendidas en el aire, y para ti, si hace falta. Yo no te lo pongo difícil, nunca lo he hecho. Sólo, si acaso, me ha gustado jugar..¿te acuerdas del juego de los minipuntos? ¿Te acuerdas que yo te decía el modo que preferías para canjearlos? A mí siempre me gustó ese juego. Y sólo he jugado así contigo, supongo que debe significar algo, o no.
También es cierto que con ningún amigo he hecho ese tipo de juegos, que ningún amigo me ha puesto tan nerviosa con tan poco. Tú tienes ese don, si podemos decirlo así. Podrías desprenderte de él, o al menos cuando estés conmigo. Pero bueno...vuelvo a desatar el saco de las tonterías de siempre, tú no vas a volver a coincidir conmigo, ni yo contigo, aunque es una de las cosas que me gustaría que sucedieran, aunque sólo fuera por una última vez, para decirnos qué es lo que nos gusta y nos disgusta de cada uno de nosotros.
Muy seguramente tú me dirías que siempre te han sacado de quicio mis frases, ésas que hacían referencia a que acabaríamos dejando de ser amigos en algún momento, y que no podíamos hacer nada contra eso. Y muy seguramente yo te diría que tienes genio, que no aguantas mis bromas y que no luchas lo suficiente por las personas que te importan y a las que le importas. Y siguiendo en esta línea de realidad...es cierto que no podemos hacer nada. Me hubiera gustado que tus formas hubieran sido otras, que no me hubieras escrito (la y por última vez) con tanta frialdad, con tanta seguridad en ti mismo... y, sobre y ante todo, que no te resultara tan fácil hacerme daño.
Pues me acuerdo el día en que me escribiste que a ti no te gustaba hacerme daño, pero es una de las cosas que no puedes evitar, y una de las cosas que yo tampoco puedo evitar. Por eso me culpo, te culpo.
Bien, el sueño ha finalizado. Me he despertado y he vuelto a dormirme, con la voluntad de querer seguir con ese sueño, pero no ha sido así. Y nuestra situación sigue igual. Y ya no sé qué pensar...
Misterio
Antes me gustaban los fines de semana porque tú o yo marcábamos nuestros respectivos números. No hablábamos más de quince minutos, pero eso me bastaba para estar feliz el resto de la noche (y no entiendo el por qué). Al principio, durante las primeras llamadas, estaba nerviosa, después, fue como una rutina, como algo que “estipulamos” los dos...llamarnos los viernes o los sábados pasada la una de la noche. Aunque siempre he sido yo quien más te ha llamado. También hubo sábados en los que me llamabas por las tardes, y la verdad que era genial. Había mucha confianza depositada y pensé que de verdad era especial, cuando destinabas casi todo el gasto de tu contrato en llamarme. Otras veces me sorprendías con mensajes a las doce de la mañana o a las doce de la noche. Y supongo que yo también lo haría cuando lo hacía algunas madrugadas, y poniendo el móvil en algún altavoz de algún pub en el que sonaba alguna canción que me recordaba a ti. Lo hice dos o tres veces, ¿verdad?
Después me decías que había sido un bonito detalle, y yo me decía que por qué me estaba ocurriendo eso contigo, que por qué en lugar de llamar a otra persona para escuchar alguna canción lo hacía contigo. Pero esto es un misterio, algo que ya no puedo explicarme.
También he pensado durante todos estos meses que tal vez fuera mentira aquello que dijiste de que ya que te habías acostumbrado a verme (una vez, octubre; después de 6 años) y sabías lo que era verme, no podrías esperar mucho para volver a hacerlo, y además también pienso que las demás veces en que me viste no serían tan especiales porque ya sabías lo que era verme, no había pasado demasiado tiempo y no te hacía demasiada ilusión, pero a mí me la hacía, y supongo que eso bastaba. Lo cierto es que llevamos 3 meses sin vernos, y te parecerá un tiempo normal, un tiempo tranquilo, un tiempo sin mí porque no te pregunto sobre los asuntos del corazón, sobre tus exámenes o sobre tus fiestas. Porque no te llamo ni molesto en tu vida, y lo siento si alguna vez lo hice.
Supongo que siempre nos movemos más por las personas que más apreciamos, dudo que yo sólo te tuviera aprecio, y dudo si hubiera algo más.
A veces también siento unas ganas inmensas de volver a verte, sólo para gritarte, para decirte en verso todo el daño que me has hecho, lo tonto que has sido por no arreglar esto, y sobre todo, por no querer hacerlo. Posiblemente después lloraría y tendrías el deseo de irte, de gritarme también o de secarme las lágrimas. Después te abrazaría y volvería a ser todo como al principio Pero sería una rueda, que giraría hasta encontrarnos en esta situación. ¿Tú lo crees?
Y es que tu falta de voluntad, tu bienestar sin mí...me repatea. Y aunque debiera admitirlo (Pronto lo haré), no hace que me sienta más pequeña de lo que me he sentido. Todo se ha ido a la basura, ¿todo? Has querido borrarme ¿para siempre? No son más que preguntas retóricas que nunca me contestarás.Tú no eres de los que escriben emails, ni mucho menos cartas. No eres de los que envían muchos mensajes con besos al final, eres el chico del “chao”, de las frases sorprendentes a veces y de las frases cortantes, otras tantas. Y parto de ahí cuando digo que nunca supe demasiado bien cómo tratarte. También siento que cuando estamos a solas eres diferente, eres más sensible, o más vulnerable, o más cercano, pongamos que sí. O quizá me equivoque. Tampoco te retraes demasiado cuando está el resto del mundo delante, aunque menos yo. Peor creo que es demasiado estúpido seguir escribiéndole a un ordenador sobre alguien que nunca me reconocerá.
Aunque no en tu vida
Me gusta la horchata, pero no sola, sino con café. Me gusta tener sueños despierta, pero sobre todo, dormida. Sólo así parecen de verdad, sólo así parecen cumplirse.
Me gusta que a veces mi madre venga a taparme como si no hubieran pasado los años. Me gusta recibir por sorpresa, alguna carta, aunque a veces sea del banco. Me gusta despertarme y creer que será un día bonito.
Me gusta escuchar la risa de mis amigos y provocarla en la persona que me gusta. Me gusta la fotografía y los viajes. Aunque no pueda hacerlos, me gusta imaginármelos, o recrearme en otros que ya hice, como si parecieran eternos y tuviera la capacidad de volver a sentir de cerca algo que sentí hace años.
Me gusta la arena húmeda y oscura de la playa a las nueve de la noche. Me gusta ver cómo se escapa el verano entre los dedos de mis pies y las yemas de mis dedos. Entre mi lengua, el agua, el sol, la sal... Me gusta verme cumplir años y a las personas más importantes alrededor de la tarta. Me gusta la voz de mi hermano por teléfono, aunque mucho más poder tenerlo cerca.
Me gustan las reconciliaciones pero prefiero no tener que vivirlas. Me gustan las letras, los libros, las poesías y las postales llenas de frases.
Me gustan las canciones lentas y suaves que te hacen desear tanto. Me gusta quedarme despierta treinta minutos cuando me meto en la cama, y pensar en todo, incluyéndote a ti, a veces.
Me gusta idearme cosas que a pesar de saber que no las viviré, podrían haber sucedido si el tiempo, las voluntades y el destino se hubieran puesto de acuerdo y hubieran firmado un pacto conmigo y contigo y con el resto del mundo.
Me gustan mis ojos cuando ríen y mi sonrisa cuando habla sin decir nada. Me gusta mi corazón cuando palpita por algo que se base en el amor, en el deseo, en la pasión y en el sexo.
Me gusta los huesos de mi cadera y mis pómulos. Me gusta que me miren de reojo y pronuncien mi nombre. Me gusta ver las montañas y soltar adrenalina bailando.
Me gusta el calor reconfortante de las mañanas dentro de mi cama y el frío que me despeja a las siete. Me gustan las calles mojadas que pisan mis pies y las pieles suaves que tocan mis manos.
Me gusta mirarte cuando estás cerca de mí y pensar que es uno de los mejores momentos que puedo vivir. Me gusta querer besarte pero no tanto no poder hacerlo, o retraerme porque no soy yo a quien quieres. Me gusta sentir cosas aunque no tanto no saber por qué son así, de incomprensibles, tal vez. Me gusta escuchar música en tu coche, aunque sólo haya sido un par de veces. Me gusta sonreírte porque sólo así llego a imaginar que podrás quedarte un recuerdo mío más firme, más sostenible...y que habrás elegido una sonrisa para quedártela. Me gusta que me abraces sin que yo te lo pida o porque tú lo necesites. Me gusta sentir tu espalda con mis brazos y mirarte intermitentemente a los ojos aunque me hagan pensar en muchas cosas más.
Me gusta escribir sobre mi vida, pero luego me doy cuenta que apareces tú y dudo si es así porque tú me inspiras o porque hay algo más, sólo en mí.
Sueños (I)
Ha sido, por una parte, gracioso... Me encontraba en una playa exótica, y dentro de la habitación de mi hotel, encontraba muchísimos regalos... aunque sólo me acuerdo de unos zuecos de madera rojos. Yo no sabía el destinatario de esos regalos. Después, aparecía un argentino algo mayor ante mí. Era rubio y no paraba de sonreír. Me decía que deseaba conocerme, y que pasara su último día en aquellas playas con él, pero yo, decidí desaparecer, decidí no verle, me sentía algo molesta por aquellos regalos, que, no tenían sentido cuando ni siquiera nos habíamos presentado. Supongo que él se habría fijado anteriormente, en el comedor del hotel, o en los pasillos...
Sin embargo, salgo del hotel y me dirijo a la playa con una amiga, y esa playa se parece muchísimo a la playa a la que acudo todos los veranos, aquí, en el Levante. Y el sueño resulta todavía más extraño...
Porque apareces tú. Estás con un grupo de amigos, de entre los cuales algunos sí son de verdad, supongo que tras haberlos vistos en tus fotografías es algo normal que aparezcan.. Y tú estás con tus gafas oscuras, de RayBan, las mismas que vi en la fotografía que me enseñaste, la misma de la cual opiné, y en la que descubrí tu portátil.
De todas formas, yo te miraba y tú me mirabas en varias ocasiones, de lejos y con la sonrisa ausente. Sin embargo, parecías ser feliz. Muy feliz, sobre la arena, cerca de las olas y disfrutando de días de sol. Yo, me encontraba a unos metros de ti y no eras capaz de venir a saludarme, por lo que me sentí dolida y me cambié de playa. Despejé la zona en la que ya había acomodado mi toalla, bolso y zapatillas, y me marché a más metros de ti. Entonces empezaba a mirarte, intentando disimular, dirigiendo los ojos a otras personas, pero viéndote a ti. Y tú me mirabas de vez en cuando, serio, después algo más sonriente, como si con una sonrisa todos nuestros roces pudieran desaparecer.
Yo he deseado en el sueño que caminaras unos metros hasta mí y me dijeras que querías hablar, dar un pequeño paseo y pedirnos perdón por lo idiotas que hemos sido. Pero no ha sucedido así. Tu indiferencia y decisión de observarme sólo por momentos, me ha provocado el sentimiento de que ya no queda nada entre los dos. Ni confianza ni aprecio. Dos de las cosas que quizá costó construir durante meses y ahora sigo echando de menos. Y no sé qué puedo hacer.
Yo sé que piensas que no te merece la pena hablar con alguien como yo, que le ve siempre la parte negativa a todo, y que siempre te saca de quicio, aunque involuntariamente. No podemos volver a hablar porque yo siempre acabo hablándote de sentimientos y preguntándote por ellos. Y ésas son las típicas preguntas que no te gusta escuchar, ni contestar. Entonces nos volvemos reacios el uno hacia el otro, y se establece esa placa de hielo de la que un día te hablé.
Y ahora no me queda más que seguir hacia delante, sin tus palabras, sin tus palabras de despedida, sin tu voz en mi teléfono dos sábados al mes... sin esas cosas que me hacían pensar que todo podía marchar bien. Que éramos amigos, que nos gustaba esa sensación.
Pero no, no puedo hacer más que intentar dejar pasar más tiempo, evitar este sentimiento de pena que me produce el habernos perdido. Y a la vez, rabia, porque tú no sientes nada, nada de lástima por haber zanjado todo esto. Prescindes de una amistad que igual no significaba demasiado para ti, y entonces yo quiero dejar de soñar contigo, con tus ojos, con tus piernas, tus gafas y tu mirada. Que siempre ha llegado demasiado lejos. Más de lo que yo hubiera querido permitir.
Me canso de muchas cosas, e intento no volver a aparecer. Lo voy consiguiendo. Aunque, probablemente, tenga que volver a hacerlo, aunque por una sola vez sea, si decido al final entregarte todas estas palabras, por escrito, o mediante mi voz. Aunque también presiento que a pesar de todos los párrafos y todas las hojas que he ocupado escribiéndote...terminen por no decirte nada. Y entonces mi paciencia se la habrá tragado la tierra, y tú te sentirás más que orgulloso porque yo no me olvidé de ti, y tu empezaste a vivir sin recordar que yo te llamaba el chico de la cocacola...y muchas otras cosas más.
martes, 16 de junio de 2009
jueves, 11 de junio de 2009
De memoria
Como tú. Como a ti.
El tiempo corre a favor mío. No me da tiempo (ahora, en este momento) a echarte de menos. Tampoco a pensarte como antes solía hacerlo, pero sigo pensando...
Hace apenas mes y medio que quería regalarte para tu cumpleaños otra caja, con otro tipo de regalos que no fueran dulces esta vez. Esta nueva caja iba a contener una pequeña cinta que tuviera minutos llenos, y mi voz. Después, un libro cuyo argumento me gustó, y cuyos personajes tienen nuestros nombres. R y L.
Me pareció idóneo el día que lo tuve en sus manos comprarlo y regalártelo, pero me detuve, sabía que, muy posiblemente, acabaría quedándomelo yo puesto que, a ti no te gusta leer, pero, sobre todo y lo más importante, porque siempre hemos vivido en un tira y afloja. Una de cal y otra de arena. Y al final, resulta, que ya he decidido no felicitarte. Nada de cajas, ni de cintas ni de libros.
Nada de nada.
Como las limitaciones, como los capítulos de nuestras series favoritas o como el diálogo de la película que más nos ha hecho llorar...nos lo sabemos de memoria. También me sé de memoria tu número de teléfono, tus apellidos, el lunar que tienes al lado de la boca, en el lado derecho...y muchas otras cosas más. Cosas que no vienen al caso y que tendría que dejar de recordar, u olvidar...que viene a ser (casi) lo mismo.
Pero ahora mismo estoy bien. Tengo demasiadas cosas que hacer como para echarme la culpa de que no te felicitaré.
Y no se trata de orgullo, tampoco de “venganza” si pudiéramos denominarlo así. Simplemente, que el cansancio que me agota a raíz de tu actitud pasada, me hace plantearme y decidirme, al fin, que muchas cosas dejan de valer la pena.
Y tú has decidido que tú, nosotros...no la valgamos.
Lazos que no se cortan por el viento, sino por unas tijeras viejas, algo oxidadas...con voluntad propia, sin pensar. Sin impulsos racionales. Sin nada.
Metáforas que nunca entenderás.
No te preocupes por mí, que yo estaré bien.
(15-V-2009).
Tu recuerdo
martes, 9 de junio de 2009
Estupideces
Que las cosas nunca estuvieron tan feas.
domingo, 7 de junio de 2009
Tú eres diferente, y no sé por qué

Feliz cumpleaños
Si no lo hago es porque creo que hace tiempo dejé de existir para tí, y que, al igual que yo, un mensaje de mi parte sería un estorbo, o, como mucho, un mensaje equiparable al típico mensaje de Movistar o Vodafone que envían todas las semanas, presentando ofertas y promociones de diversos tipos. Y yo no quiero que leas mi mensaje sin ganas y que lo borres al microsegundo de haberlo leído por completo. No quiero eso. Y tampoco quiero felicitarte por otra razón: tú decidiste no querer saber de mí, y sería contraproducente y a la vez ridículo que volviera a aparecer cuando ya no te merezco la pena. O simplemente no te merezco.
Últimamente le doy demasiadas vueltas a la cabeza. Y el hecho de no felicitarte ya lo había pensado, analizado y comprendido. Y eso no está mal para personas como yo, a las que les cuesta decidirse. Aún así... hoy cumples 21 años. Me invento la historia de tu vida. Y supongo que anoche celebraste esa nueva cifra junto con las personas que más te quieren. Y supongo que en resto de tiempo de este domingo recibirás mensajes de la otra parte de personas que no han podido estar contigo y te recuerdan, y te felicitan. Y supongo, también, que no mirarás el móvil, en ninguna ocasión, con la intención de ver mi nombre, o mi número, y mi mensaje de felicitación. Pero, si te digo la verdad y te digo lo que quiero que pasara... sería todo lo contrario. Que en tu día te acordaras de mí, que desearas recibir mi mensaje, y que lo echaras mucho de menos si no lo recibieras, a consecuencia de haber ido recibiendo uno cada 7 de junio durante los últimos 6 años. Yo siempre me acordé de ti. Hoy no iba a ser menos, por ser un año diferente o porque nos hayamos perdido. Eso no implica nada.
He decidido no felicitarte, pero te dejo esta canción a modo de regalo. Sé que te gustaría. Y supongo (sigo en mi línea de suposiciones) que aunque es lo que yo podría decirte, también me gustaría, en cierto modo, que fueran cosas que tú también quisieras decirme.
Feliz cumpleaños.
La mitad de las cosas que no dijiste
sábado, 6 de junio de 2009
El paralelismo de tus lunares

viernes, 5 de junio de 2009
6 años, 14 días y 3 horas

Ojalá hubiera aprendido a ser menos cariñosa. O contigo. Porque sólo así me sentiría menos correspondida con un cariño que no puedo evitar sentir por alguien que de alguna u otra manera siempre formó parte de mí.
Desquicio
Yo me acuerdo de (casi) todo, y de ti, claro. Me cuesta mirar atrás, y adelante. Pero mucho más equilibrarme en este presente que me ofrece muchas posibilidades y me quedo sentada, porque así lo prefiero, dejandolas pasar. Sólo porque soy demasiado cabezona como para prescindir de alguien que nunca me ha valorado, o si lo has hecho, fue en silencio y durante 4 minutos y medio. Cuatro minutos y medio más que podrías haber destinado a explicarme qué narices soy para ti. Puede que para cualquier otra persona no signifique nada, pero para mí siempre fue importante tu opinión. Pero hay días que pienso que todo eso forma parte de la pelicula más tonta y americana de todas las que podía llegar a montarme.