domingo, 21 de junio de 2009

Misterio

Antes no entendía que me gustaras de todos modos. Y ahora mi concepción sobre ti ha cambiado, en parte. No me gusta que siempre quieras quedar sobre mí, que no le des demasiado valor a mis detalles, que nunca me expliques las cosas, que te enfades por tonterías, que le hagas caso antes a tu orgullo que a la amistad que nos unía, que me veas sólo en el momento que tu quieras, que juegues (sólo conmigo), que me des siempre una de cal y otra de arena, que no luches por cosas que para ti solían ser especiales, como yo. Pero he llegado a la conclusión de que tú estás bien, y yo no puedo volver para estropearte tu vida. Aunque pienso que no lo haría el 90% de las veces, pues yo sólo puedo aportarte risas, bromas y porciones de cariño y odio a la vez. Pero tú eso ya lo sabes, ya lo has vivido y posiblemente ya no te haga falta. Hoy hace oficialmente dos meses que no hablamos, y aunque no me gusta contar demasiado los días o las semanas sobre las cosas, (recordemos que no soy de cálculos, sino de letras), lo hago, porque me parece increíble y a la vez estúpido que nos esté ocurriendo esto. No voy a inmiscuirme en todo esto, tampoco me puedo permitir llamarte en cualquier momento de debilidad, de inmensa nostalgia o recuerdo.
Antes me gustaban los fines de semana porque tú o yo marcábamos nuestros respectivos números. No hablábamos más de quince minutos, pero eso me bastaba para estar feliz el resto de la noche (y no entiendo el por qué). Al principio, durante las primeras llamadas, estaba nerviosa, después, fue como una rutina, como algo que “estipulamos” los dos...llamarnos los viernes o los sábados pasada la una de la noche. Aunque siempre he sido yo quien más te ha llamado. También hubo sábados en los que me llamabas por las tardes, y la verdad que era genial. Había mucha confianza depositada y pensé que de verdad era especial, cuando destinabas casi todo el gasto de tu contrato en llamarme. Otras veces me sorprendías con mensajes a las doce de la mañana o a las doce de la noche. Y supongo que yo también lo haría cuando lo hacía algunas madrugadas, y poniendo el móvil en algún altavoz de algún pub en el que sonaba alguna canción que me recordaba a ti. Lo hice dos o tres veces, ¿verdad?
Después me decías que había sido un bonito detalle, y yo me decía que por qué me estaba ocurriendo eso contigo, que por qué en lugar de llamar a otra persona para escuchar alguna canción lo hacía contigo. Pero esto es un misterio, algo que ya no puedo explicarme.
También he pensado durante todos estos meses que tal vez fuera mentira aquello que dijiste de que ya que te habías acostumbrado a verme (una vez, octubre; después de 6 años) y sabías lo que era verme, no podrías esperar mucho para volver a hacerlo, y además también pienso que las demás veces en que me viste no serían tan especiales porque ya sabías lo que era verme, no había pasado demasiado tiempo y no te hacía demasiada ilusión, pero a mí me la hacía, y supongo que eso bastaba. Lo cierto es que llevamos 3 meses sin vernos, y te parecerá un tiempo normal, un tiempo tranquilo, un tiempo sin mí porque no te pregunto sobre los asuntos del corazón, sobre tus exámenes o sobre tus fiestas. Porque no te llamo ni molesto en tu vida, y lo siento si alguna vez lo hice.
Supongo que siempre nos movemos más por las personas que más apreciamos, dudo que yo sólo te tuviera aprecio, y dudo si hubiera algo más.
A veces también siento unas ganas inmensas de volver a verte, sólo para gritarte, para decirte en verso todo el daño que me has hecho, lo tonto que has sido por no arreglar esto, y sobre todo, por no querer hacerlo. Posiblemente después lloraría y tendrías el deseo de irte, de gritarme también o de secarme las lágrimas. Después te abrazaría y volvería a ser todo como al principio Pero sería una rueda, que giraría hasta encontrarnos en esta situación. ¿Tú lo crees?

Y es que tu falta de voluntad, tu bienestar sin mí...me repatea. Y aunque debiera admitirlo (Pronto lo haré), no hace que me sienta más pequeña de lo que me he sentido. Todo se ha ido a la basura, ¿todo? Has querido borrarme ¿para siempre? No son más que preguntas retóricas que nunca me contestarás.Tú no eres de los que escriben emails, ni mucho menos cartas. No eres de los que envían muchos mensajes con besos al final, eres el chico del “chao”, de las frases sorprendentes a veces y de las frases cortantes, otras tantas. Y parto de ahí cuando digo que nunca supe demasiado bien cómo tratarte. También siento que cuando estamos a solas eres diferente, eres más sensible, o más vulnerable, o más cercano, pongamos que sí. O quizá me equivoque. Tampoco te retraes demasiado cuando está el resto del mundo delante, aunque menos yo. Peor creo que es demasiado estúpido seguir escribiéndole a un ordenador sobre alguien que nunca me reconocerá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario