domingo, 21 de junio de 2009

Permíteme

Permíteme que me diga en alto que tú estás bien, igual o mejor que antes de que yo volviera a tu vida en el mes de septiembre, cuando estábamos a punto de estrenar el otoño. Permíteme que piense que a ti no te ha resultado difícil perderme porque durante muchos años viviste sin saber cuáles eran mis manías, qué es lo que me gustaba o no de la vida, o qué tipo de relaciones me hacían sonreír. Permíteme que me mienta a veces para poder seguir sobreviviendo, y permíteme que me permita el lujo de soñarte extraordinariamente sólo para darme cuenta que tú existes, y que aunque ya no me hablas, yo sí lo hago. De alguna manera. Aunque no sepas que yo te escribo, aunque no sepas que en un tiempo no muy lejano te llegué a desear, aunque no sepas que siempre formarás parte de mí, aunque no sepas que cuando leo o escucho tu nombre en la televisión algo de mí se merma y vuelvo a ser la misma chica vulnerable de siempre. No puedo ser demasiado fuerte por momentos porque en algún momento durante todos los días de la semana te me vienes a la cabeza, a mi cabeza.
Algunos días te resistes a marcharte, otros intento espantar tu recuerdo de alguna triste manera, no siempre acabo consiguiéndolo. Algunos días me gustaría saber qué estás haciendo, qué criterio sigues para valorar las cosas que te rodean y en qué medida eres feliz. Algunos días me intento preguntar si a ti te importa que yo sea feliz, que ame o que (te) odie. Pero ahora da igual.
Pero en realidad, y en lugar de decirte todo esto, tendría que pedirte que no me permitieras que te escribiera (tanto) y tantas verdades, sólo así puedo dejar de desnudarme ante ti y cambiar. Eso que tú dices que yo no sé hacer.
En realidad deberías aparecer, y decirme todo lo que nunca dijiste. Pero te conozco, y te conoces. Y no lo harás. No aparecerás. No me permitirás, y seguirás sin saber que te escribo y aunque lo sepas (si lo sabes, un día), tampoco (y tan poco) importará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario