miércoles, 17 de marzo de 2010

Azúcar

Dice que tiene sueño por las mañanas, a la misma hora, y que es debido a que sueña demasiado y despierta cada vez que terminan. Le cuesta conciliar el sueño y es de las primeras en ver los primeros rayos del sol desde una gran avenida. Siente frío en sus brazos y en sus piernas, y por eso desea fervientemente que la primavera entre ya por la ventana. Acostumbra a ducharse por las noches, mientras escucha alguna canción de un cantante desconocido. Utiliza gel de manzana y su pelo huele a melocotón. Desayuna todas las semanas con su madre un café con leche muy caliente y un croissant en las cafeterías de la ciudad, mientras observa que en esos momentos no podría pedir nada más, y si pudiera, sería lo más básico. Es consciente, realista, y va dejando porciones de ilusión e ingenuidad por el camino porque sabe que pasada cierta cifra de edad, hay cosas de las que hay que despedirse, aunque duelan, pero el destino así lo decide. Aún así, ella es más de un "hasta luego" que de un "adiós", y más de cartas de puño y letra que de e-mails, pero también sabe que no todo el mundo es así, y que tiene que aprender a vivir con ello, y sin tirar tanto del saco de recuerdos que el resto de la gente no requiere para vivir su día a día. Y ella no puede ser menos, o al menos no debería. Para no sufrir.
Y para no sufrir rocía de azúcar sus días, y los de la gente que le rodea, para que así las cosas que hagan daño no escuezan, y para que las cosas que incomoden no arranquen lágrimas de más.

1 comentario: