domingo, 28 de marzo de 2010

El 27.

Debe ser que el número 27 lo inventaron para que marcara un antes y un después en mi vida. Debe ser que así debía ser.
El 27 de julio las cosas acabaron definitivamente entre R. y yo. No veía otra salida. No podía dejarle más ventaja, ni más oportunidad a que me calara hasta el último milímetro de piel del corazón que ya había tocado, y casi hundido. Las cosas no podían salir mejor, ni peor. Y armarse de valor para decir "Hasta siempre" es algo que además de suceder en las películas, también ocurre en la vida real. Pero el dolor es más intenso, más explícito. Y el día se vuelve histórico. Histórico por lo pequeña que te sientes, a pesar de haber mutilado una cobardía que en realidad era una característica de la personalidad de ese individuo del que en realidad nunca te habrías querido desquitar. Pero es que, a decir verdad, nunca estuve junto a él, pero hacía daño pensar que le tenía, pensar que estaba en mi vida. Me hacía daño, de una manera tan sencilla, que asustaba. Y de una manera sencilla, también, su orgullo se encargó de hacer el resto. Creo que fui lo más madura posible. Creo que le di varias oportunidades para arreglar la situación, y en parte, algún trozo de mi corazón. Pienso que le regalé más tiempo del suficiente para que evitara aquel triste final, en aquel 27.
Y como otro 27 cualquiera, la historia entre el noi ros de mi vida y yo finaliza. Por completo. O eso quiero pensar. Actúo de acuerdo a mis sentimientos, y también, a mis necesidades. Sobre todo de acuerdo a mis necesidades. No busco ya comprensión ni una mano en mi hombro, pero sí espero que algún día despierte y de verdad crea que si hice esto, fue porque sólo de esta manera puedo volver a mirar hacia adelante el 90% de mi tiempo, destinando ese 10% restante al pasado, pero de manera que no haga daño, de manera que mi corazón no vaya desperdiciando amor que muy posiblemente sería válido para cualquier otro hombre, hallado en mi futuro.
De todas formas, creo que no le bastarán mis explicaciones, y seré culpable de quererme ver feliz un poco más. Sólo un poco más. Pero si ni siquiera soy capaz ni valiente para intentar alegrarme la vida aunque sólo sea un poco, ¿él habría tenido el valor de haberlo hecho por mí?
Creo que sabe cuidarse, y creo que no me necesita. Yo también sé cuidarme, pero hasta ahora no he puesto en práctica nada, absolutamente nada para arrancarme las lágrimas que me han sobrado, y que llevaban su nombre y apellidos como titular.
Otro 27, y otro final. Es así como se cierran los capítulos ¿no?
He intentado ser lo más inteligente posible para hacer y hacerme el menos daño posible, para intentar tapar heridas, porque si es cuestión de curarse, ya las curará el tiempo, y personas que sepan tratarme como creo que me merezco.
De todas formas, a ti, si alguna vez de algun año de nuestras vidas, te encuentras con esto: GRACIAS. Los dos mantuvimos en cierto momento el deseo de recuperarnos, de tenernos, en cierta manera. Pero los dos nos equivocamos. Y creo que el origen de todo esto está en que hubo tanto amor como dolor.
Volcamos de amor nuestros días, nuestras mañanas...lo esparcimos todo. Y tal vez nos quedamos sin nada. Y se quedó fuera de nuestras particulares esferas.
Además, también hubo mucho dolor, que conscientemente o no, causamos. Pero este es el final, y espero que algún día tú también estés seguro de que esta era la mejor opción.

La única.

1 comentario:

  1. Me suena todo muy triste...
    Hay que seguir adelante, entiendo que te acuerdes de fechas,
    pero intenta no darle tantas vueltas...

    Un beso grande

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