viernes, 26 de marzo de 2010

Estoy preparada

Yo no sé si ella tiene razón y de verdad cree en eso de que "siempre seré la mujer de tu vida", o es que quería robarle una sonrisa a mi boca para contrarrestarle la tristeza a mis ojos, que últimamente no quieren hacer otra cosa más que llorar.
Y, si (te) soy realista, y además, sincera, admito que por una parte me encantaría que no lo fuera, que no lo fuera nunca, o que no lo haya llegado a ser en ningún momento. Esto significaría que yo tampoco pensaría en que tu "siempre serás el hombre de mi vida".
Supongo que lo único que sé ahora mismo es que no me necesitas, y que yo a ti tampoco. No sé por qué hemos querido maquillarlo, no sé por qué nos empeñamos casi todo el invierno en querer tenernos, cuando los milagros no existen y el corazón no se recicla a base de nuevas palabras. Pero hemos perdido la capacidad de curarnos el alma, y de hacernos más fuertes el uno con el otro, que no contra el otro.
Ojalá yo fuera más fuerte, pero tampoco creo que en este terreno lo sea alguna vez. La debilidad del corazón siempre va a tener un lugar importante, aquí, junto a cada primer latido del día. De mis días. Y tú no estás en ellos ni yo estoy en los tuyos, creo que lo has visto, creo que eres consciente, pero ni siquiera te pronuncias. Y no te pronuncias porque quizá te de miedo asumir lo que quizá pienses que yo no puedo escuchar, pero estoy preparada para todo.
Estoy preparada para perderte, para perderte y no volver a recuperarte. Estoy preparada para que hagas con tu vida todo lo que quieres hacer, estoy preparada para que beses a cien chicas que no son ni serán yo nunca más, (eso quedó claro, me parece), estoy preparada para que tu corazón sufra taquicardias por otros corazones distintos al mío (y ya puestos, ve directo a por corazones fuertes, de esos que no se tropiezan, ni lloran en noches rotas). Estoy preparada para que te alejes, de mí, de esta ciudad, de todo. Estoy preparada para que vayas reciclando recuerdos, o para que los tires directamente al contenedor de enfrente de tu portal. Estoy preparada para que pierdas todo lo que quieras perder, cualquier cosa que lleve mi nombre, o mi rostro. Si es que a estas alturas te queda algo. Estoy preparada para que te marches sin avisar, para que (me) escribas la última frase, para que no nos volvamos a dar dos besos o un abrazo tierno. Estoy preparada para eso porque de todo eso me conciencié durante casi 365 días. Por eso me he hecho inmune a cierta parte del dolor que tú eres capaz de causarme, aunque no del todo. Aún así, estoy preparada porque en realidad creo que mi salvación es que tú y yo no volvamos a compartir tiempo, nada de horas, ni minutos, ni tan sólo segundos. Contemplar tu sonrisa amplia me hace descubrir que el axioma de tu felicidad no reside en mi persona, ni en el color de mis ojos o en lunar vecino de mi boca que dejaste de besar hace ya mucho. Contemplar tu felicidad en primer plano es algo que no me beneficia, y no porque no desee que seas feliz, sino porque prefiero que nuestras felicidades estén distantes, y no se vuelvan a presentar. Es mejor así. Sé que no compartirías esto ni en tus peores sueños. Sé que no me darías la razón aunque llevaras más de dos copas bebidas. Sé que me recriminarías este egoísmo. Pero, ahora, leeme bien: tengo que pensar por primera vez en mí, no lo he hecho hasta hora, y creo que ya es tiempo para preocuparme por mí, ¿o no?
Sólo pido que algún día, cuando seas mucho más mayor, cuando todos los muebles de tu cabeza tengan ese sitio preferente, cuando tu corazón esté rebosante de amor y tu agenda llena de cosas por hacer, y no haya cabida para nada más, (nos) dediques cierto rato de cierta tarde cualquiera a comprender por qué pienso esto, y por qué creo que es mejor así.
Y me siento sola, (otra vez), pero a veces tirar sola de un barco puede convertirse en un reto. Y aunque ahora lo que menos necesitaba eran más retos, debo conseguirlo. Debo conseguirme. Debo estar en paz conmigo misma, y si tú estás a una distancia inferior de cien metros de mi ser, sé que no podré.
Sólo es cuestión de comenzar, y de creerme que soy capaz.

2 comentarios:

  1. ¡Pues parece que hayas empezado!

    ResponderEliminar
  2. Ella se repite y dice "siempre serás la mujer de su vida". Y las grandes verdades tardan mucho tiempo en calar, y cuando termine por calar en su tejado, no habrá pared lo suficientemente dura donde poder golpear su cabeza.

    ResponderEliminar