lunes, 17 de mayo de 2010

La peor manera de decirse adiós.

A decir verdad, nunca pensé que el final, nuestro final, llegara a ser tan seco, tan soso, tan insípido... A decir verdad, esperaba palabras del tipo: "Pues ¿sabes una cosa? Me va a dar mucha pena que esto acabe del todo, para siempre...¿me entiendes? Me produce mucha lástima que tú y yo no podamos volver a mirarnos a la cara, a decirnos con sonrisas lo que con palabras ya no pueden decirse dos amigos, a intentar redescubrirte de nuevo, con otra piel y un corazón distinto."
Quizá esperaba palabras de ese tipo en tu boca porque yo una vez quise hacer poesía. O porque lo nuestro me pareció más importante de lo que tú creías, o porque a veces resumir tantos años de amistad y amor en "Vale, lo respeto, te respeto. Adiós", me parece algo anormal, o ilógico, o simple. Demasiado simple. Pero a estas alturas de nada me valdría decirte que fue una despedida de las que nadie querría vivir, ni presenciar, ni recordar.
Podríamos haber tenido otro estilo, otras sílabas que transmitirnos. Pero no era el momento, ya había demasiado daño, o rencor, o decepción...no sé Dímelo tú. Todo te daba igual, antes de enero y después, entonces tampoco podía pedirte nada. Ni ahora podría pedirte que dieras una sola vuelta a tu cabeza y decidieras por una sola vez qué es lo que crees que sería más correcto decirme, por última vez.
Lo penoso (o no) de todo esto es que se acabaron los minutos para nosotros, se rompieron los relojes, se gastaron los calendarios y el sol decidió salir para tí, y para mí, pero no para ambos. Ni siquiera en esta ciudad que aún compartimos.
A decir verdad, despedirse de una manera tan fría solamente puede ser sinónimo de que nada resultó ser tan bonito como parecía. ¿no?
Ni tú eres el chico pasional que un día creí conocer, ni yo soy la chica dura que he querido aparentar todo este año. Y me duele, hasta cierto punto, que te faltara poesía y sobrara dulzura. Pero eso ya no me va a afectar más. Por eso miro la parte positiva de la pila, y me quedo con mis versos, con mis lágrimas, con mis sonrisas. Porque creo que si de rasgar la piel de mi corazón se trata, prefiero ser yo misma, mi cabezonería o mi ignorancia sobre el amor, lo que se encargue de romperlo. De estrujarlo o reestablecerlo de nuevo.
Pero no tú. Ya no.

2 comentarios:

  1. I love it.

    De hecho, cuando más se estruja el corazón, cuando más roto se tiene, ahí es cuando sale la poesía.

    A veces hay despedidas sin palabras, ni malas, ni buenas.
    Créeme, esas son las que más duelen.

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  2. Hay despedidas de todas clases, yo las que más odio de las que he tenido son las prepotentes: " No podrás vivir sin mí" Sólo eso, merece ya la despedida para siempre.

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