domingo, 30 de mayo de 2010

Tarde.

- ¿Crees que nos equivocamos?
- Creo que no fuimos inteligentes y que no supimos cambiar las cosas.
- ¿Y qué harías ahora?
- ¿Ahora?
- Sí, ahora.
- Nada. Creo que no haría nada, y creo que de no hacerlo, tampoco me arrepentiría el resto de mi vida. Tú ya no me querías y yo perdí mi confianza en ti. Sin eso, nada podría haberse arreglado.
- Supongo que llevas razón.
- Y supongo que esta conversación no tiene ningún sentido.
- Tal vez, pero quería despedirme de ti. No quiero que pasen diez años y entonces pueda torturarme porque ni siquiera lo hice.
- ¿El qué?
- Pues despedirme, decirte adiós.
- Hubiera estado mejor que no te despidieras. Yo ya te había olvidado lo suficiente como para no necesitar esto.
- Pero es que yo sí lo necesitaba. Aún así, tampoco estaré en paz el resto de mi vida sabiendo que esto era de verdad, que esta pérdida era de verdad.
- Llegaste tarde para darte cuenta de todo. Demasiado tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario