sábado, 24 de enero de 2009

Buscando(me)

Tengo la sensación de que cuando no voy detrás de ti, o mejor dicho, cuando dejo de escribirte, de enviarte mensajes o dejarte diez preguntas diferentes al día a través de esa pequeña ventana como solía hacer hasta hace poco, comienzas a "buscarme", a dar señales de vida y a querer que te cuente qué tal me va todo.
Siéndote sincera, y por un parte, me gusta sentir que eres tú quien te acercas a mi, que das el primer paso, que quieres saber cómo me encuentro. Por otra parte, me gustaría que esta actitud fuera siempre así, es decir, que siempre me trataras de esta forma, que siempre quisieras saber de mí, que desearas saber cómo son mis días, si estoy cansada al final del día y si los niños se portan bien en clase. Si sigo igual de liada que ayer por la tarde y si he descansado lo suficiente.
Y también tengo la sensación de que si opto por la conducta de ser "difícil", si me ausento o no te contesto en algunas ocasiones, voy a provocar que te acuerdes de mí o que decidas tú, como he dicho antes, buscarme, y por consiguiente, encontrarme. Y en realidad, esto me genera un problema que no siempre es fácil de resolver. (Ojalá fuera ese tipo de problemas que aparecen en las páginas de los cuadernitos Rubio que todos hicimos de pequeños...). Y es que si me buscas, (casi) siempre me encuentras, pero entonces imagino que me buscas por algo importante, o, porque a veces necesitas escuchar mi voz. Pero no es así. Simplemente me pongo una venda en los ojos, y ese es otro de los grandes problemas que no logro solucionar cuando alguien me importa demasiado. Pero tampoco te lo digo, porque entonces serías tú quien te ausentarías, y dejarías espacio suficiente para que yo fuera detrás de ti.
No sé por qué no puedo contarte todo esto. Seguramente me dirías que estoy loca, que siempre me haces caso y que siempre te he importado. Pero a veces me hace falta escuchar cosas como "Yo voy a estar aquí siempre"... "Cuando me necesites, llámame"... y a lo mejor es así, pero tampoco lo veo. Y es esa venda que lo tapa, o yo que lo distorsiono todo. O que me equivoco, o que tú adoptas posiciones diferentes. No sé... Cómo ves, ya aparece un tercer problema, y es que no sé quién tiene la culpa de que no podamos encontrarnos en el mismo punto: en el de buscarnos a la vez.

1 comentario:

  1. Es la historia de nunca acabar...
    A mi me pasa siempre, cuando dejo de insistir empieza a insistir él...
    Encontrar el punto de buscarse los dos no lo conozco...
    Si lo encuentro te lo cuento...

    Un beso

    ResponderEliminar