jueves, 8 de enero de 2009

No quiero mentirte y a ti no te importa

Te diría que me hace falta pensar en el día en que te vi después de 6 años para comenzar a escribir sobre ti, pero no estaría diciendo la verdad. Te diría que sólo me salen palabras si recurro a los recuerdos de aquellas dos horas, de aquella tarde en la que nos reconocimos más mayores, más cambiados y más felices (tal vez); pero te estaría mintiendo.
Sin embargo, ahora, hace unos segundos...estaba acordándome de esa tarde. Se me aceleró el pulso dos minutos antes de llegar donde tú estabas. Sentí mi corazón latir más deprisa de lo normal, pero supongo que aquella reacción fue más que corriente, si recordamos que han sido seis años los que han pasado, y hemos ido viendo nuestra evolución y conociendo aspectos de nuestra vida a través de fotografías digitales y una pantalla de ordenador.
Mis pasos no eran firmes. Quería llegar pronto y al mismo tiempo quería pararme. Supongo que los nervios se apoderaron de mí y yo no supe controlar mis movimientos. No sé cuál fue la primera palabra que me dijiste, pero sí recuerdo que me miraste y me dijiste "¡Pero si estás temblando!". Tuvimos que dar un pequeño paseo para que mis manos y mis piernas dejaran de temblar. Después me subí en tu coche y conocí parte del que siempre ha sido tu barrio. Más tarde me invitaste a una coca-cola y malgastamos cerca de veinte minutos en decidir quién, definitivamente, pagaba mi bebida. Y digo "malgastamos" porque incluso en esos veinte minutos lo pasé bien. Las escasas fotos de esa tarde me hacen sonreír y ver más claramente cómo ha pasado el tiempo, y cómo hemos cambiado.
Me acompañaste a la estación y de camino, te enseñé cuál había sido mi casa durante tantos años. Estuvimos otros veinte minutos intentando despedirnos. No sé si nos dimos tres, cuatro, cinco abrazos... y al final te convencí para que subieras las escaleras y aún así, te quedaste inmóvil para ver cómo yo también me alejaba. No sé por qué recuerdo tanto aquello, aquellas dos horas que para cualquier persona, (y sobre todo para ti), serían totalmente normales. No sé tampoco por qué quisiste tener tantos detalles aquel día ni por qué me sonreíste y miraste tanto. Sólo sé que recuerdo perfectamente cómo nos reíamos juntos y en realidad yo tampoco quería marcharme.
Es muy probable que la gente que pasara o estuviera cerca nuestro, fuera con prisas, con el tiempo justo o con ganas de llegar a casa lo antes posible, y a la vez, pensaran en alguna razón estúpida que se supone que tenían aquellos dos jóvenes para quedarse tanto tiempo ahí parados.
Sigo escribiéndote palabras que quizá, y sólo quizá, algún día leas, y sé que ni siquiera lograrían ser especiales para ti. Incluso yo dudo de que puedan significar algo. Pero hay días que te echo de menos, y no quiero mentirte, y a ti no te importa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario