sábado, 17 de enero de 2009

Hacia lados diferentes

Odio, en esta etapa de mi vida, tener tiempo libre para pensar en otras cosas que se alejen de las del trabajo o de la carrera. Odio escuchar canciones lentas que consiguen que me venga abajo en cuestión de treinta segundos. Odio saber que no me echas de menos. Y odio saber que es mejor que no sepas los sentimientos que me invaden a que de verdad los conozcas porque de nuevo volvería a sufrir. No solucionaría nada. Ni siquiera sé lo que quiero. Bueno, sí. Sé que el simple hecho de verte y hablar contigo es mi medicina. Haces que recuerde que yo era muy feliz con doce años y que sienta más de cerca esa etapa en la que todavía tenía lo que me hacía sentir bien.
Soporto no saber cuánto tiempo pasará hasta que volvamos a hablar y hasta que volvamos a vernos. Lo soporto pero me molesta. Me molesta, en parte, el deseo que tengo de verte o de que decidas a venir a verme, y no porque yo te lo pida o porque me haga sentir bien, sino porque nace de ti y de verdad quieres verme. Pero no voy a forzar nada, ni siquiera voy a decírtelo. No volveré a decirte que vengas aquí, porque a ti la distancia no te afecta y porque aunque no lo seas, pareces de piedra. Y eso es algo que admiro, de verdad. Ojalá tuviera esa parte tuya de sentirlo todo más de lejos y de ser más fuerte. De poder ver siempre el vaso medio lleno y de tener las ideas tan claras. Al menos durante una temporada, sería suficiente para aprender y cambiar. Aunque siempre me has dicho que no soy yo quien debe cambiar. Tampoco confías en que sepa hacerlo y así, pueda dejar de pensar en los demás. Y probablemente, tengas razón, aunque te aseguro que la vida me ha ido dando motivos para ser distinta a quien soy. Aún así, creo que en los últimos meses he cambiado, o, mejor dicho, me han hecho cambiar, y es algo que tenía que pasar.
Lo que no esperaba es que tú y yo volviéramos a hablar del modo en que empezamos a hablar en septiembre. No esperaba que yo te fuera a contar tanto de mí, ni esperaba que yo tuviera ganas de que tú me hablaras de ti. Tampoco esperaba que nos volviéramos a ver después de tantos años, ni que me llamarías una tarde, ni que yo te regalaría una caja dulce con nuestras fotos. Pero son cosas que pasan, y que van cambiándolo todo.
Pero miramos hacia lados diferentes. Tú ahora estarás disfrutando de la vida, y posiblemente me pienses una vez al mes, durante cinco segundos y sólo porque te dejo palabras que forman un par de frases en tu móvil. Yo también la disfruto, pero sé que podría disfrutar más si te escondiera un poco en mi cabeza. Pero soy realista. Sueño y ya no persigo (ni tal vez quiera) que esos sueños se hagan realidad. Miro el móvil (de vez en cuando) y no espero que llames. Te escribo, pero ya no espero poder leerte. Miramos hacia lados diferentes, y aún así, me gustaría saber qué estás viendo ahora.

2 comentarios:

  1. Digamos que para mi, esto ha sido lo mas dificil. Despues de una relacion a distancia, el hecho de verse o de hablar se reduce a nada y molesta como bien dices. Como te entiendo querida Laura... Cuidate

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  2. Me parece que estoy empezando a ver la siguiente etapa, básica para dejar todo atrás y empezar de nuevo.

    Ánimo. Besos.

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