lunes, 5 de enero de 2009

Y puede que todavía no lo sepa

No estás vacía, ni siquiera quedan restos de telarañas entre el saquito de recuerdos y el de canciones aprendidas en tu corazón. No estás vacía, pero todavía no lo sabes. Te inundas de una pena que a veces logras contener, por temor a que aparezca esa persona y vea que de verdad estás triste. No quieres desnudarte tanto. Tampoco la gente quiere que lo hagas, porque transmites fragilidad. No eres una niña, ni siquiera queda en ti la sonrisa de niña que tan bonita te hacía cuando pasabas por el parque, y las pequeñas hojas que bajaban sobre el tobogán rojo, corrían tras de ti para quedarse sobre tu pelo, a modo de horquillas de color.
No eres una niña, pero todavía no lo sabes. Piensas que no puedes ser más feliz de lo que has sido, pero sencillamente, es que no ha aparecido la persona adecuada. La persona que debe hacerte pensar que estás totalmente equivocada, y que puedes ser muchísimo más feliz de todo lo que has llegado a ser en tu vida. Tienes la oportunidad de volver a enamorar con tu sonrisa. También puedes llenarte de cosas bonitas si recuerdas el modo de hacerlo. Puedes ser la dueña de tus pasos, y no abandonar tus huellas a la primera de cambio. No desprenderte del día de ayer, que aunque hizo daño, sigue formando parte de tu historia. Y no repetirte cada tres segundos que has cometido el mayor error de tu vida, porque eso no es analizarse a uno mismo, o aprender a base de sincerarse; eso es machacarse. Y eres demasiado joven, demasiado preciosa y fuerte (aunque no recuerdes ahora que lo eres), para hundirte tan pronto y tocar fondo.
Corres el riesgo de ahogarte tu misma, de cavar ese hoyo en la arena, y de meterte dentro para no salir más. Pero puedes salir. Lo que pasa es que todavía lo ignoras, y nadie te ha empujado a salir. Todavía no te has mirado a los ojos, todavía no has dejado que te miren, y te desnuden al mirarte. Todavía no has permitido a nadie que te diga que tienes la oportunidad y el deber de ser feliz. Tanto como tú quieres. Porque lo deseas. Pero no lo dices, y si lo haces, es en bajito y entre tus cosas. Prohibes que entre alguien en lo que es tu mundo y esconde tus debilidades, pero también tus sueños. Y no es mala idea empezar por ahí, por acogerte a uno de tus sueños, y salir por la puerta. Y hacerte notar, porque, cuando pase un poco de tiempo, mirarás atrás, y verás que no fue tan difícil, y que sólo era cuestión de andar. No estás cansada, pero todavía no lo sabes. No es tarde, pero aún no te has dado cuenta. No es tiempo para querer rendirse, y eso, eso sí lo sabes.

2 comentarios:

  1. Lo que necesitaba leer justo antes de dormir. Laura, sencillamente precioso. Las palabras exactas, me he imaginado una voz leyendomelas y me ha encantado. Espero andar, que por lo visto no estoy cansada...

    Sigue asi, enserio :) Un beso

    ResponderEliminar
  2. Qué tierno! Me ha recordado a una preciosa canción de Herman Düne.

    Te la dejo aquí. Besos. Y enhorabuena por el nuevo blog.
    http://es.youtube.com/watch?v=pluKoNL1bj0

    (soy Spender, solo que ahora para comentar hay que entrar en mi cuenta de wordpress, cosas de blogspot :p)

    ResponderEliminar