viernes, 2 de octubre de 2009

DIScordantes

Anoche, mientras pasaba por el cruce que me lleva hasta mi portal, pensaba que ya no pienso si tú piensas en las veces que me has visto, en las palabras que te he dicho o en las miradas que te he lanzado. Durante un buen tiempo me he ido preguntando si has valorado mis detalles, si has echado de menos que estuviera más cerca o si me has necesitado en otros momentos. Durante un buen tiempo me he preguntado si en algún momento has extrañado que yo, (o alguien diferente a mí) apareciera para decirte Señor Martín a través del ordenador, o te escribiera "Un petó al nas", y que, por consiguiente, tú lo tradujeras y sonrieras desde tu pantalla. Tampoco sé si has sonreido alguna vez leyendo mis palabras electrónicas. Y tampoco sé si has adivinado cada uno de mis besos en mis pupilas cuando han acertado a buscarse en ti. La verdad, ni lo sé, ni quiero saberlo, a estas alturas. De nada me serviría. Hemos llegado demasiado tarde. Tú ni siquiera lo has hecho. Tú ni siquiera has llegado. Y yo he llegado tarde a darme cuenta que nunca debí pensar en si echabas de menos todas estas cosas, porque no, porque dudo mucho que así fuera. Y una vez admitido, tendré que reservar los besos en la nariz a cualquier otra persona que desee con todas sus fuerzas tratarme bien, o, mínimo, como yo necesito. Y creo que no soy demasiado exigente, creo que no pido mucho y creo que nunca concordamos. Tú eres un nombre masculino y yo un adjetivo femenino. Y, joder, así no hay manera de encajar. ¿Cómo no pudimos verlo? Y hasta en las amistades hay que saber hacer bien las concordancias. Y, bueno, me culpo por no saberlo ver. Pero, al menos, lo intenté. Te aseguro que lo intenté.

No hay comentarios:

Publicar un comentario