sábado, 24 de octubre de 2009

Echar, o no echar de menos

No puedo echarte de menos sin quererte, pero lo que no puedo es permitirme tanto daño por la mera incapacidad que tuve y aún tengo de no dejarte en la calle del olvido. No he sabido, ni sé. Pero sabré. De eso estoy segura. Aunque no dure mucho tiempo, aunque podamos volver a encontrarnos dentro de seis años más, aunque el día de mañana el hombre de mi vida tenga un hermano que se llame como tu o aunque...mil cosas más.
Tampoco puedo echarte de menos sin pensar en todo lo que he pasado por ti. Seria mentirnos a los dos. Igual que no olvido la vida de tus ojos y el tacto de tus manos, no olvido tus palabras más frías y tu indiferencia a mi voz. Es algo que no podría explicar mejor que con una de mis miradas. Las típicas de decepción, de la pérdida del sabor que te produce saber que dispones de una amistad que vale mucho y te hace ser más feliz que de costumbre. Así me pasó contigo. Nos perdimos, y aunque no supiste verlo (ni lo verás nunca, lo sé) tú también pusiste mucha de tu parte en conseguirlo.
No puedo no echarte en falta sin pensar que tal vez me crucé en tu camino de la peor de las maneras, de MANERA EQUIVOCADA que es como se fastidian las cosas. Sí, he oído mil veces eso de que de los errores se aprenden, y algunas veces hasta es verdad y el darnos una buena bofetada contra cualquier obstáculo que no preveíamos, nos sienta bien. Pero que esa misma bofetada, además de pegártela la vida, te la pegue el chico que te gustaba a los trece años, es más que cualquier golpe físico en la piel. Es un golpe maestro. Es un arañazo en las carnes más vivas y las pieles más suaves. Es un desgarro en las cuerdas de nuestros cuerpos y una desazón con pena en cada nudo de nuestros huesos, que a veces nos impiden andar hacia el pasado por el simple hecho de no querer recordarlo (aún) más.
No puedo dejar que te eche de menos cuando por sí solo, el dolor se quiere posicionar con el intercambio de alegrías y afecto en una balanza oxidada. Yo nunca quise medir tu cariño, o tus buenas acciones, o tus palabras, y mucho menos, (muchísimo menos), el daño recibido por ti. Pero no he sabido hacerlo de otra manera, no he sabido espantar ni mis miedos, ni mis pensamientos más realistas, ni esta triste desnudez puesta exclusivamente ante tus ojos.
No puedo echarte de menos de momento, pero tampoco puedo arrepentirme de querer conseguirlo. Porque sé que me daría vida hacerlo.
Y no lo siento. Porque ya, serían demasiadas cosas por sentir.

6 comentarios:

  1. Imagino por tus textos que estás en plen duelo por una ruptuta, no sé mucho de tí, pero si me permites, me gustaría decirte que se te pasará.
    El dolor cede, de verdad, como un dolor de cabeza persistente, parece que no va a acabarse nunca, pero lo hace. Tómate un ibuprofeno, o sal a la calle a pasear, o redoate de buenos amigos/as y ya verás, conocerás una parte de tí estupenda.
    un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Lograr ese equilibrio que nos permita recordar sin dolor cuesta mucho, pero llegará.

    Un abrazo de ánimo, y muchos besos.

    ResponderEliminar
  3. Mariquilla Arremete25 de octubre de 2009, 4:04

    Todo pasa te lo digo yo, que llevo tres divorcios a mis espaldas y dos con el mismo hombre. Hace un mes que me enteré que estaba con otra mujer. Para mí fué como si me clavaran una estaca en el corazón.Hoy después de un mes me he dado cuenta, que la estaca se la clavó él mismo al estar lleno de inseguridades.Hoy me alegro de que todo esto haya pasado, llevaba mucho tiempo, llorando, sin ser yo, viviendo sólo para él, esperando una caricia que nunca llegaba, y sufriendo muchos desprecios.

    Todo pasa y todo llega.No merece la pena dejar de vivir y ser feliz, por alguien que no merece ese amor tan inmenso.
    Recuerda que el amor se integra , no se entrega.

    Animo y disfruta de la vida ¡es tan bonita!

    ResponderEliminar
  4. Lo has hecho lo mejor que has sabido, y lo sabes, lo sé y lo sabe.

    ResponderEliminar
  5. Como dice Mariquilla, todo pasa. Mi ex me dejo sin darme oportunidad y salió al mes con otro. Y soy su "amigo". Ahora disfruto cada momento dentro de lo que puedo.

    Muy acertado el texto, con mucho sentimiento. Me gusta.
    Otro beso desde el Levante! :)

    P.D: Te agrego.

    ResponderEliminar
  6. El problema, creo yo, es que hay veces que tarda mucho en que se pase.Y por otra parte, es díficil renunciar a ese sentimiento cuando ha sido muy profundo.Queremos olvidar, pero en realidad no.En realidad queremos transformarlo en algo bello y este deseo se choca con la insensibilidad .Y eso duele.
    Es dificil renunciar al sentimiento más profundo que hemos sido capaces de tener.En el fondo tememos no volver a sentir nunca con la misma intensidad.Ese es el riego.
    Un beso

    ResponderEliminar