lunes, 26 de octubre de 2009

La única manera

Imagínate, sólo trata de dar rienda suelta a tu imaginación, por un momento, durante cinco minutos, sé capaz de pensar en lo más trágico, en lo más duro que pudiera a mí sucederme. En lo más injusto. Y céntrate. Piensa, por un instante, en algún estúpido accidente que pudiera arrebatarme la conciencia, el sentido, (todos mis sentidos). Y que tardara en volver a abrir los ojos, en volver a abrir la boca, abrir las manos y estirar los pies y mi cuerpo por completo. Imagíname en alguna habitación blanca, abrigada con sábanas blancas, rodeada de paredes blancas y puertas blancas, con asistentes de bata blanca y zapatillas blancas. Imagíname al borde de la muerte, al borde de desaparecer para siempre. Imagina esto y di si, de tan solo trasladarlo a tu campo imaginativo, te da pena. Si así es, imagínalo una segunda vez. Y después, ínmediatamente después, piensa: ¿Vale la pena que te hayas querido comportar así? ¿Vale la pena que no hayas querido quererme como lo hace un buen amigo?

Yo, lo pienso, y se me entristecen los ojos. Y pienso que en absoluto vale la pena. Y creo que tu pensarías lo mismo si leyeras este drama, si pudieras crearlo en tu cabeza. Recreate en esa imagen, en esta situación. Con mis párpados y mis labios sellados. Con mis pestañas secas y mi pelo intacto. Imaginame con un 4% de vida y con las manos vacías de esperanza. Imagínalo y di en voz alta que la vida es demasiado corta como para haberme querido perder de este modo y ni siquiera intentar ser más consciente, más sensato contigo y conmigo al mismo tiempo.

Es de la única manera, creo yo, que volverías a mi vida. Creo que sólo volverías a buscarme, a encontrarme, a verme, a hablarme, a escucharme y a abrazarme si algo malo me sucediera. Y eso si que me da pena. Mucha más pena que cualquier otra recreación que pudiera venírseme a la cabeza en este momento.

La única manera con la que tratarías de intentar quererme de nuevo. Y me pedirías perdón, seguro. O al menos eso sí forma parte de mi propia secuenciación de hechos.

De todas formas, para qué tratar de sensibilizar tu piel, tus ojos o tu mente, si yo nunca he tenido tus llaves, y nunca me has mostrado el camino para llegar más allá. Hay personas, como yo, que dejan de tener miedo, que tratan cualquier asunto del corazón, y hay personas como tú, que se cierran en banda a la mínima señal de cariño. Pues bien, personas como tú y como yo no se deberían encontrar nunca en la encrucijada de los caminos. Porque las personas como yo sufren por personas como tú, y eso también es penoso.

Yo, a partir de ahora, trataré de quitarle la pena de no contar contigo a mi vida. Seguro que algún día deja de ser pena, y pasa a ser tranquilidad.

2 comentarios:

  1. Seguro que sí...
    Ya verás...

    Un beso

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  2. Ténlo por seguro,se convertirá en tranquilidad,dejará de ser pena y vendán alegrias y otras penas y otras alegrias.....
    Asique hay que ir dejando sitio.
    un beso

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