lunes, 12 de octubre de 2009

Mis domingos

Si te pudiera contar y tú pudieras escucharme. Si tuvieras curiosidad y me preguntaras, yo te diría que destino mis domingos a leer un amplio conjunto de dominicales. Siempre lo mismo: la búsqueda de los escritores que más me gustan. En este caso, una temática de amor. De miedo, tristeza y despedidas. Si te pudiera decir, te diría que los domingos de sol enternecen la piel y el alma. Se vuelven menos grandes las sombras (a pesar de lo que a ti tanto te gustan, que lo sé). Aún así, también te diría que después de comer suelo tener frío y que me gusta tomar un vaso de zumo de naranja cuando llego por las noches, bastante tarde, después de estar horas y horas bailando. Entre semana mantengo una luche firme y constante con la alarma de mi teléfono. No nos llevamos bien, por eso quizá yo lo tenga olvidado el 80% del tiempo de todos mis meses, de todos mis años. También sonrío a cada niño y a cada niña que se cruza con mis pasos y mantengo la sonrisa intacta si el día me parece bonito. Me paro ante los escaparates de tiendas de fulares y de librerías y papelerías. Son mi perdición, supongo.
Pero hoy pensaba en escribirte que sí me gustaría buscar, para ti, o para los dos, quien sabe, un restaurante pequeño y acogedor en esta ciudad. Caminaría contigo por las calles empedradas, pequeñas, que forman esta especie de pueblo en la que no puedes perderte físicamente, pero quizá sí mentalmente. Muy posiblemente nos encontraríamos levitando si todo dependiera de mi mente y mi ilusión. Muy posiblemente en aquella, mi mente, nos estaríamos dando la mano y te preguntaría qué tipo de dulce te gusta a ti. Buscaría con la mirada alguna pastelería abierta y sino, te preguntaría qué es lo que realmente te apetece.
Pero ahora me mantengo en la firme y propia sentencia de no hablarte, o no hablarte demasiado, sólo para mirarte con distancia, y pensarte menos. Puede que no entiendas nada, pero tampoco hay mucho que explicar.
Si tuviera que resumirte todas estas palabras, es que sería probable que si pudiera, te reservaría más de algún domingo de mi vida. Y si fueran domingos de invierno, mejor.
Mucho mejor.

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