jueves, 8 de octubre de 2009

A partes distintas

No me preguntes por qué, pero soy capaz de gastar al día cerca de diez minutos para intentar buscar a gente que no son tú. Nombres y apellidos que te rodean, porque conviven contigo, porque saben cómo va tu vida, y en qué medida eres feliz con esa chica por la que te volviste loco. No me preguntes por qué, pero he vuelto a ver tu sonrisa, de manera digital, una sonrisa grande, muy amplia, como casi todas las tuyas. Y cuando una se da cuenta que la fuente de esa felicidad no tiene nada que ver con las posibles palabras que ya no dejo en ninguna ventana blanca, con los posibles mensajes que ya no escribo de madrugada, con las posibles llamadas de fin de semana que dejan voz y canciones cuya explicación nunca entendiste o no quisiste entender...cuando eres consciente de todo eso, te quieres morir. Y más cuando sigues soñando con esa persona que tan mal te hace, sin ni siquiera aparecer en tu vida. Y no, ya no apareces, de ninguna de las maneras.
Pero hay una excepción, como en todas las reglas. Y los sueños son esa maldita excepción. Hace dos días que lo hice, que te llamaba en sueños. Hablabamos muchos minutos, y sonreíamos cada uno a cada lado del teléfono. También nos veíamos. Al poco rato, desperté. Sólo el reloj me salva de sueños más largos, más inolvidables, y más dañinos.
Aún asi tambien soy capaz de ponerme un par de medallas cuando lleve un mes sin soñarte. Esa podría ser una buena terapia. Lo único que yo no soy anónima. Aunque ahora sí, para ti, quiero decir. Anonima, invisible, inexistente... Pon tú el sinónimo que más se te adecue. A mi ya todos y ninguno me valen. He incidido en ser así tambien para ti, pero cuando alguien quiere de verdad a alguien cuando todavia tiene ganas y fuerzas, cuando le considera real y especial, entonces no se deja vencer. Insiste, agobia, lo ocupa todo y desquicia. Pero tú no has hecho nada de eso y aunque tampoco era lo que yo esperaba al cien por cien, sí sé que no esperaba esta decepción tan grande. Esta decepción que ha empañado parte de las cosas que yo creía haber visto en ti.
Lo triste es que creo que nunca te he llegado a conocer, después de poner mi reflejo en tu mano. Nunca nos descubrimos en partes iguales.
Nunca nos quisimos, deseamos, aguantamos en partes iguales.
Dios, si es que ni siquiera sé si en algun segundo de tu existencia me has querido.

1 comentario:

  1. Pasados los años descubres que en una pareja ambos no se descubren a partes iguales, ni se quieren a partes iguales, ni se desean a partes iguales, ni se aguantan a partes iguales.

    Y si encuentras algo así, en los que ambos os descubráis a partes iguales, no lo dejes marchar nunca.

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