domingo, 20 de septiembre de 2009

Ganchitos

Puede que tú, sólo tú, pudieras hacerme todo lo feliz que ahora ansío ser, con tres cosas, o a lo sumo cuatro.

Comencemos: la primera sería tu presencia, acompañada de una buena sonrisa (porque lo de bonita es algo obvio que no debería pedirte), unos brazos infinitos y unas manos llenas de calor para darme. Esa presencia iría, también, acompañada de unos ojos abiertos, con ganas de conocer todos mis lunares, mis expresiones momentáneas, mis más escondidas facciones, el girar de mi cuello, las ganas en mis labios, las cosquillas en mis dedos, la suavidad de mi piel y el sentir de mis pechos pequeños. La segunda, sería una manta de cuadros, lo suficientemente grande como para a los dos taparnos. Tú la extenderías, yo te miraría sonriendo diciéndote en susurros lo que se te puede echar de menos. Y ya tapados, vendrían las dos últimas cosas: una película buena y unos ganchitos en boles de colores. Al principio me los comería, después los desbordaría y te tiraría alguno para sacarte de quicio y así perder el tiempo, despistarnos, regalarnos un par de besos, para después volver a la película. Te pediría caricias, después abrazos que me encarcelaran en tu piel, en tus músculos.


Esto, mi vida, con tu ojos, con una manta, con un film y unos ganchitos naranjas, sería la más envidiable de todas.

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