lunes, 14 de septiembre de 2009

Quién dijo miedo

Cuando voy caminando por la calle, me guío por mi oído el 50% de las veces, para decidirme a cruzarla o no, es decir, sé que puedo cruzar si no oigo ningún motor lejano, ningún freno desgastado tras de mí o algún claxon pitando tras mi espalda. También me gusta cruzar en rojo, pero eso es algo que viene de lejos. Quienes me conocen, lo saben. Y no tengo miedo. No tengo miedo de que un coche acelre más de la cuenta, porque mis peirnas correrían, entonces, y yo estaría a salvo. No tengo miedo de no esperar a que ese muñeco verde se ilumine para poder cruzar. No me gusta llegar tarde a ningún sitio y aún así, a veces ando sumida en las prisas, por eso tal vez incumpla ciertas normas... No tengo miedo de muchas cosas de las que sí debería tener, pero el tiempo me ha ido acomodando en diferentes situaciones en las que, repetidamente, o no, me he visto involucrada y es por eso que quizá creo estar a salvo de "todo". Pero hoy, mientras regresaba del trabajo y cruzaba caminando una diagonal (aunque a mi madre siga sin gustarle esa manía mía de cruzar las avenidas en diagonal) he pensado que en lugar de tener miedo a ese tipo de cosas, tengo miedo de que me olvides., Aunque quiero asumirlo. De hecho es uno de los planes que tengo que llevar a cabo, y si no es ahora, lo dejaremos para la lista de cosas que nos proponemos hacer para año nuevo. Pero si para entonces, tú sigues paseándote por mis recuerdos, el propósito será algo inútil. Y es que no puedo olvidarme de olvidarte. No te puedo conceder el lujo de pensarte una media de tres días a la semana sólo porque no dejo de sufrir, porque esta amistad ya no tiene nombre. Porque las letras se fueron perdiendo y tú las tiraste a cualquier mar. Y yo preferiría que fuese de repente, que se congelaran los instantes en los que tú has estado y ahora pasan a ser habitables en mi memoria (con su pase VIP inclúido, ocupando una de las primeras filas). Tampoco querría que volvieras para cuando yo ya fuera capaz de no contar contigo. Porque lo de ni contigo ni sin ti, a mi ya no me vale. Es algo que ha desgastado mis fuerzas, y eso es de lo que más necesito a día de hoy. Esas etiquetas no son sanas, y me cansé de ser el gato y tú el ratón, o viceversa, o como narices quieras llamarlo.
No he podido continuar con tu no saber estar, con tus palabras que dolieron (a veces, y mucho), y con esa no-necesidad de no contar conmigo. Entonces, me pregunto ¿si tú has sido (y lo más triste, eres) capaz de extirparme de tu vida, por qué yo no?
Como ves...gasto incluso fuerzas en intentar escribir cualquier respuesta a todo esto, en lugar de escribir sobre el día tan bonito que ha hecho hoy, sobre las cosquillas que me regaló mi madre después de la siesta o del abrazo tan grande y lleno de amor que le di a mi hermano después de tanot tiempo.
Y es, precisamente, después de tanto tiempo, que me aburre todo esto. Me aburre seguir teniendo palabras para ti, y que, a veces, son las mismas, y que todo esto es porque yo siempre conté contigo, y tú no pduiste ser cortés conmigo, o directo, o más sensato, tal vez, con alguien que sólo cometió el error de valorarte hasta el fin de los fines, sin cansancio, en aquel tiempo.

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