jueves, 17 de septiembre de 2009

Ni al mejor postor

Te mezclaría con mis ganas, con los pliegues de nuestras sábanas, con aceites de jazmín, con el frío del aluminio de cada ventana y con el amor de mis entrañas. Te inundaría de besos tiernos y te ahogaría en envidiables sueños. Después te los contaría, y adivinaría en tus pupilas si tú también quieres tenerlos.
Te viviría desde el minuto cero. Te pediría cariño a mansalva en mis días más tristes y guerra en los días más locos. Te extrañaría incluso teniéndote a un centímetro de mi piel en el más cálido de los sofás. Te contemplaría el rabillo de mi ojo y él te preferiría a ti, antes que a Pitt, a Banderas o Kutcher.
Te gastaría al mirarte y después te renovaría. Apodaría cada uno de los lunares de tu espalda y firmaría un contrato con tu voz para que fuera ama del resto de tus lunares. Compraría tus escalofríos y no los vendería nunca, (ni al mejor postor). Grabaría tus latidos, para escucharlos siempre. Tocaría cada noche tu pecho, esperando dormirme con tu compás, tranquilo y sereno.
Te desayunaría en la mañana: croissants, tostadas, tus brazos en mi cintura y mis labios en tu cara. Lamería cada lágrima enterrada en tus poros y sanaría cualquier herida de guerra, aún superficial, en la tierra de tu cuerpo. Gastaría mis fuerzas, mi tiempo; por vivirte ahora, de nuevo. Comienzo.

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