domingo, 20 de septiembre de 2009

Je te rêve après un mois

¿Y qué me dices de esto? ¿Por qué narices tengo que soñar contigo después de tanto tiempo (un mes)? Resulta que casi un mes sin soñarte no me ha hecho daño, pero sí me lo hace pasar el hecho de vivir durante una noche que estás aquí, y que sientes. Que sientes dolor por todo el que yo he sentido a consecuencia de tus actitudes, de tus palabras y de la ausencia de otras que podrían haberme curado a tiempo. Sin embargo, el sueño no podía ser perfecto. Apareces una noche para verme, pero con tus amigos detrás, como si entre los dos fueran a saltar chispas, o como si fueras el ser más cobarde de toda la tierra. Estás, en mi sueño, habitando a doscientos metros de mí, pero la segunda noche, el segundo día, ya no apareces, quizá, porque no quieras aparecer. Y ni siquiera en los sueños logro entenderte. No puedo comprender tu actitud ni en las noches en que alguien lo confabula todo para que aparezcas tú ahí, en mis playas, con la más bella de tus sonrisas. Joder, si es que quien diría que tu sonrisa en un estúpido sueño me haría daño, y me haría recordarte más de lo que debería. Pero ya no es igual. Estos sueños ya no me van quitando porciones de vida que necesito, porque yo sé que tú eres feliz, y eso debe servirme, a mí, y ahora, para que yo también pueda serlo aunque sin ti, y sin esas cosas que a mí me gustaba tener entre tú y yo, aunque fueran inútiles, imperceptibles, o sin significado alguno. Para tí, más que para mí. Y si sirviera de algo pedirle a cualquier Dios que no soñara contigo, lo haría. Si funcionara cualquier hechizo para que no volvieras en noches como ésta, aprendería. Y pondría en alquiler algunas de mis noches para soñarte menos, y más de tarde en tarde.
Y que sigo pensando lo mismo, y es que prefiero que no vuelvas, (si es que lo hiciste alguna vez), y que te vaya todo lo bonito que tú desees. Todo lo que siempre deseaste una vez.

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