viernes, 11 de septiembre de 2009

Una noche más

Llévame contigo. Pon cuarta. Visitemos nuevos lugares y enamorémonos de sitios escondidos. Después frena, apaga las luces, la radio, la calefacción. Dirígete a mí. Visita mi cuerpo e invierte tu tiempo, (nuestro tiempo) en conoces mis lunares más pequeños. Quédate en las partes favoritas, en aquellos rincones de los que te sientas dueño. Bastémonos de nuestro calor, de nuestra propia y particular música, y de la luz de la luna que llega a estos cristales, alumbrando el éxtasis que empapa nuestro mundo. Aún queda noche, tiempo, ganas, fuerzas y un par de cristales por empañar. Que me busquen tus manos, que tu boca no se detenga, que me acaricie como siempre, sin soltura, con arraigo. Quiero ser tu clavo ardiendo. Hazme creer que yo lo soy todo. Ahora, al menos. Y lo comprenderé. Sé mágico, latente, insaciable, regálame las últimas caricias en mis antebrazos, en la piel fina y blanca no teñida por los años. Arráncame la ropa con tus suspiros, con tu aire caliente y qúédate en mis brazos, te agarraré con mis piernas, esperaré un rato. Quédate dormido, te contaré un relato: dos jóvenes perdidos en un campo olvidado. Un amor consumado, unos sueños cumplidos. Ella, la de los ojos bonitos. Él, la inspiración de sus ratos. Te regalo mi voz y mis labios, no despiertes todavía, no te marches, y no amenaces con abandonarme. Te compraré otra noche. Y aguardaré a tu lado.

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