lunes, 14 de septiembre de 2009

Hasta el punto de NO podernos salvar

Podrías haberme querido y yo podría haberte odiado. Podrías haberme ganado y yo podría haberme dejado ganar. Podrías haberlo tenido difícil y tú habérmelo puesto fácil. Podrías haber llegado (a tiempo) y yo haber esperado. Podrías haber sido diferenet y yo podría haberme negado. Podrías haberme admirado y yo podría haberte rechazado. Podrías haber hecho tantas, tantísimas cosas para no estropear esto... y yo podría haber tenido más paciencia pero eso sólo me hubiera servido al principio, cuando dejamos de entendernos, de hablarnos. Ahora, simplemente, hemos dejado de "tenernos" (aunque en realidad nunca supe hasta qué punto te tenía, hasta qué punto ibas a estar ahí para mí). Durante este año este hecho se me vino a la cabeza y me asustaba, sabía que no quería perderte. La paciencia y la dignidad no tienen nada que ver, y tú ni siquiera debiste haber influido en ambas cosas. Has roto partes de mí que dudo mucho que otra persona se siente con tiempo y ganas para recomponerlas, y eso es algo que temo no ocurra nunca y tu fantasma esté siempre acompañándome.
Diría que admiro a las personas a las que les resulta fácil y hasta cómodo, puedo llegar a decir, olvidar a alguien, sobre todo si ese alguien le ha hecho daño. Bien, pues pongamos las piezas sobre el tablero: tú me hiciste daño, no lo reconoces, no sabes siquiera por qué, tampoco te arrepientes ni pides perdón. mYo (hubo un tiempo que sí, y lo sabes) ya no puedo darte más cancha, nporque el partido duró demasiado. Porque me provocaste esguinces, moratones y fracturas en partes de mi cuerpo en las que debiste ser amable. Y estoy (y estuve) cansada.
Las cosas se temrinaron con mi llamada y tú, por tu parte, entendiste otra cosa. Sigues pensando en esta amistad, o no. No puedo permitirse, aún así, volver y si he cambiado, y si este verano me ha hecho ser distinta, y si no vuelvo a recaer (ante tus encantos/palabras), y si no vuelvo a ser lo suficientemente estúpida como para llamarte una noche de debilidad, entonces no habré vencido en nada (porque como tú dijiste cierto día, no se puede sacar beneficio de la pérdida de una amistad) pero sí me habré sentido más fuerte, más capaz. Lo de luchadora lo llevo en la sangre, pero eso no me asegura que consiga todo lo que tengo en mente.
Y en mi mente sigues tu, pero ahora te concibo de otra manera y es que no has sabido cuidarme como debiste haberlo hecho. Pocas veces te pedi cariño, atención... muy pocas. Y en casi todas ellas, me fallaste. No sé como pude voloverme tan ciega y no reconocer en ti ese orgullo que te define. Porque es una pena que por culpa de ese sentimiento y actitud, hayamos llegado hasta aquí, hasta este punto que ya no tiene flechas, ni direcciones, ni carteles a ninguna parte donde podamos salvarnos mutuamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario