jueves, 17 de septiembre de 2009

Propietaria de hoyuelos

Cuéntame tu último sueño, y yo te confesaré la escena más triste de la mejor película que he visto en mi vida. Quédate cinco minutos más y yo te enredaré en la cama. Búscame a la salida del trabajo, y te haré crêpes para compartirlos. Anda por cualquier parte de la casa, y pídeme que te auxilie. Sorpréndeme una noche de enero que yo te enamoraré en noviembre. Escríbeme tus palabras favoritas y yo de ellas te haré un cuento. Pídeme un capricho y comámonos las avenidas a base de paseos enlazados y caricias nutridas. Hazme la cena, el amor y la vida más bonita. Yo buscaré el saquito de tu felicidad por cualquier esquina de la ciudad, y te lo entregaré en mano, que es el modo en que se entregan las cosas importantes. Y te escribiré una nota, y dejaré que la leas sin estar delante o si estoy, de espaldas. Después me giraría, te sonreiría. Me dirías que parezco una cría y yo te diría que adoro tus hoyuelos, y que desde ese momento, todo lo que podría ocupar mi saquito de felicidad, sería eso precisamente, (sólo es): ser la propietaria de esos hoyuelos durante tus noches y tus días.

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