viernes, 18 de septiembre de 2009

Término medio

Después de tanto pensar, he llegado a una única conclusión: todo han sido ilusiones mías. Nunca debí dejar que mi contento corriera por mi sangre como si de la glucosa del primer café de la mañana se tratara. Nunca debí llamarte los sábados alternos durante enero y febrero ni mucho menos contarte mi vida en prosa porque no acerté a ver que en realidad nada de eso te importaba, y sí así era, y yo estoy cometiendo el error de equivocarme, ahora poco importa ya que en esto tenga o no razón. Si te importó en su momento mi vida, debería importarte ahora. Y no es así.
Creo, después de tantas conversaciones compartidas, tantas frases que habían podido (y de hecho, algunas sí) llegar al alma; ahora debería estar escribiéndote otro tipo de cosas, pero no.
No pienso que ninguna relación sea IMPOSIBLE, ni digo eso que oigo de vez en cuando. Sí, ese particular dicho de "Tú eres el agua y yo el aceite, y no nos podemos juntar". Pues bien, aunque yo fuera agua y tú aceite, siempre hay un momento de unión, de mezcla. Tú bien lo dijiste un día: "Una noche de pasión puede tenerla cualquiera..." haciendo referencia a ambos. Yo no pensé en nada cuando leí aquellas palabras. También es cierto que yo no me hubiera conformado con una noche de pasión contigo ni tampoco llegué a pensar en pasar cien noches de ese tipo, como si se pudiera ir más en serio contigo.
Pero la conclusión es clara, y simple: la que falla, soy yo (habrá otros que piensen lo contrario, también lo sé). Resulta que hoy me he dado cuenta que a ti no te van los términos medios. Con lo poco que sé sobre las chicas que te han ido gustando a lo largo de la vida, considero que hay dos tipos de mujeres que te vuelven loco. Las primeras, las típicas morenazas que escuchan tu música, que dicen las palabras que tú dices, y que llevan una ropa específica y oro en cuellos y muñecas. La segunda clase de chicas que te gustan, son todo lo contrario: chicas muy corrientes, con colores y cortes sencillos en sus cabellos, principalmente reservadas, demasiado discretas y conservadoras.
Yo no pienso que un tipo de mujer sea mejor que otro, pero sí pienso que yo no pertenezco a ninguno de esos dos grupos expresamente. Yo soy una mezcla, un conjunto. Yo tengo estilos diferentes de ropa: un lunes puedes verme con un vestido hippi, el martes con uno negro de palabra de honor y el miércoles con un vaquero y una camiseta blanca en pico. Tampoco llego siempre el mismo pelo (rizado, liso, recogido, suelto, claro, oscuro...) No me gsuta el oro, por lo que sólo me compro y me regalan sortijas y colgantes de plata. Por lo demás, ni soy extremadamente recatada ni extremadamente extrovertida, así que nos encontramos en lo que popularmente se dice: una escala de grises. Lo admito, y no me escondo por ello: SOY UN TÉRMINO MEDIO. Y a ti no te gustan los términos medios. Y puedo ser, también, vergonzosa o de lo más abierta en diferentes ocasiones, de ahí mi carácter impredecible.
Por estas razones, creo que nunca me has visto con los ojos que esperé que me miraras a las ocho de la tarde una tarde al final del invierno. Tú eres más de blancos o negros, y yo camino entre la normalidad. A veces me paso a los extremos sí, y opto por el blanco más blanco o por el negro más negro, pero sólo a veces, y es que me gusta ser coherente conmigo misma, con las personas a las que quiero, las que me importan, con las cosas que hago y con mi vida en general.
Y después de tantos compendios de "nuestra historia" otra conclusión se me avecina, y es que tú y yo solamente somos las piezas de un puzzle que aún no han inventado.

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