jueves, 10 de septiembre de 2009

Acepto casualidades (pero bonitas)

Si me canso de recordarte, es, en un principio, porque no paro de ver o escuchar tu nombre por cualquier parte. Parece todo esto un estúpido conjuro, o quizá el destino quiere prolongar esta agonía aparentemente infinita, o tal vez tú, desde tu sitio, desde tu punto, quieres que yo no te olvide. Ya no sé ni qué pensar, porque seguramente me equivoque, y seguramente sean simples casualidades.
Pues bien, no sé decirlo de ninguna manera refinada, pero, (y perdonenme), me cago en las casualidades.
Están las bonitas, las sorprendentes, las que te quitan el respiro y las que te van haciéndote sentir peor, paso a paso, casualidad a casualidad. Tú eres de este último tipo de casualidad.
En el colegio, mis niñas de segundo han empezado a jugar con las tizas y después de veinte minutos jugando, se me ha ocurrido mirar hacia la pizarra. Cada línea contenía una letra, estaban jugando al ahorcado, y, como si de una broma pesada se tratara, ahí estaba, tu nombre, tal cual, en mayúscula. Mis compañeras no han notado mi desazón en mis ojos, pero sí, así ha sido. No me ha gustado leer tu nombre, si hubiera tardado cinco minutos más en alzar la vista y mirar al encerado, probablemente tu nombre no hubiera vuelto a mis ojos.
El paso del tiempo me ha hecho darme cuenta que hasta leerlo en silencio, duele. Y si duele, es que algo no va bien. Y yo no quiero, ni ahora ni mañana, que las cosas vayan mal. Pero contigo es así, yo ya lo sé y no hay remedios que nadie pueda darme ni yo misma aplicarme.
Después, he llegado a casa, he dado los buenos días a mi madre desde lejos para ir a darle un beso en la mejilla al poco rato. A continuación, he querido saciar mi sed con una botella de agua, de 50 cl. Y ahí, ahí mismo, donde siempre ha estado y sigue, la radio pequeña, con la voz de un locutor colándose en mis oídos, comentando el caso de un chico, que, sí, (y cómo no!) se llamaba como tú.
Y yo no entiendo nada. Ya no sé si dejar de leer en las paredes, en las pizarras, en los periódicos... y si, además, me niego a encender la radio o la televisión para evitar cualquier momento en que tú vuelvas a mí, aunque por pocos segundos seas. Pero esto me molesta, me desquicia, por partes. Y aunque ya no tanto, no me gusta sentir ahora, algo que me recuerde a ti. Porque, como hace unos meses, has tenido tiempo para volver, para arrepentirte, y eso, a fin de cuentas, me ha cansado del mismo modo que el hecho de escuchar tu nombre y leerlo en sitios donde no debería estar.

1 comentario:

  1. Hola, Bienvenida de nuevo!Hace tiempo que vengo siguiendo tu blog, es un blog bastante especial.Cuentas historias, historias de amor,tristes,alegres, pasadas....Hace unos días que vengo yo tambien con un blog,hace unos dias que tengo una historia de amor triste,alegre y pasada.Espero que podamos servirnos de hombro de apoyo la una a la otra.
    Te sigo ;)
    Por cierto, es cierto que el universo nos manda señales, en la radio, la tele el mundo cotidiano...A mi me paso ayer.

    Un besote bien grande y a ser fuerte

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